A tiro de piedra: Candidaturas a la venta
El que paga para llegar, llega para robar
Refrán popular
Por Julian Santiesteban
Escándalo ha generado el rumor de que una delegada del Partido del Trabajo (PT) en el sur de Quintana Roo ha vendido plazas laborales y candidaturas para el proceso federal y local en marcha; como si la conducta no fuera, lamentablemente, una práctica común en el país desde hace décadas. Se paga antes o se paga después, pero todas las candidaturas se pagan, o las pagamos todos.
Y como los señalamientos en contra de la señalada delegada, Patricia Casados, no se acompañaron de pruebas tangibles –más allá de decir que ha estrenado un camionetón bárbaro-, pues en las especulaciones cabe todo; pero además, se ha vuelto mito urbano que los dirigentes partidistas ofrecen las candidaturas de mayoría y diputaciones plurinominales, en función de lo que los aspirantes “aporten” a la “lucha por la democracia.” Y no es que, si es problema de muchos, sea consuelo de “conejos”, como reza el dicho, o que porque todos lo hacen sea menos reprobable, pero habría que reconocer que tampoco es novedad.
De hecho, también ocurre el fenómeno inverso, es decir, que partidos políticos salen a la caza de candidatos rentables, fundamentalmente personajes de alta popularidad, sean deportistas o del espectáculo, para contratarlos –literalmente- como abanderados de sus causas, lo que permite a dichos institutos políticos no sólo obtener los votos para mantener el registro y con ello seguir obteniendo prerrogativas –mantener vivo el negocio pues-, sino también obtener alcaldías, diputaciones o gubernaturas que les posibilitan el acceso a las arcas públicas.
En este año en el que está en marcha el proceso electoral más grande en la historia de México, con más de veinte mil cargos de elección popular en disputa; entre ellos 500 diputaciones federales, 15 gubernaturas, más de mil 900 presidencias municipales, elecciones en 30 de 32 entidades, ¿cuántas candidaturas estima el lector que fueron asignadas únicamente por capacidades de triunfo? Y si gusta, en la administración pública no hay mucha diferencia, ¿cuántos secretarios de gabinete –en cualquier nivel y entidad- considera que se mantienen en el cargo sólo por su buen desempeño? ¿o nunca ha escuchado en este México democrático, por ejemplo, que los titulares de obra pública son los “colectores” más eficientes para el régimen?
Pero volviendo al tema electoral, cabe decir que no sólo los espacios se venden para ganar, sino también para perder, ¿o a nadie resulta por lo menos “sospechoso” el rol de ciertos partidos políticos y sus candidatos, que más que oposición y competidores, parecen comparsa? Con eso como contexto, ya puede entender el lector las razones por las que los partidos determinan en muchas ocasiones postular a personajes que tienen muchas menos probabilidades de triunfo, “sacrificando” a perfiles que realmente se han preparado para competir y construyen equipos y estructuras. Y como todos conocen las “reglas” del juego, la mayoría de los casos existe silencio cómplice.
Así, el lamentable “descubrimiento” allá en el sur quintanarroense, de la venta de candidaturas, representa tan sólo uno más de los que ya ha ocurrido y de los que seguirán ocurriendo, mientras los cargos de elección popular representen la antesala de nuevas fortunas, la oportunidad para acceder a las arcas; en suma, comprar una candidatura en este democrático país representa una inversión y no un acto de corrupción, pues se “recupera” en el poder lo que ahora se gasta.
COMENTARIO MORBOSO
Y a propósito de venta de espacios y asignación de candidaturas, justo en el proceso de candidaturas y con las inconformidades surgidas por las designaciones, los partidos minoritarios aprovechan para “pescar” candidatos para su causa, a partir de las rupturas internas, pues hay quien seguro está de su fortaleza y los institutos políticos intentan asegurar su supervivencia.
En las siguientes semanas, veremos si en Quintana Roo se repite el fenómeno, aunque tal vez la ausencia de verdaderos liderazgos haga aflorar la “disciplina” partidista y todos aquellos que hasta ahora aseguran tener lo necesario para obtener el triunfo, aceptarán a pie juntillas las decisiones cupulares. Así como hay quien compra espacios, hay quien vende silencios; toda la vida política en este país –sobre todo lo relativo a procesos electorales- suele arreglarse a “cañonazos”, solo observe a tanto “demócrata” comprometido con el desarrollo de este país; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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