LOS AVATARES DEL PERIODO ESPECIAL – POR OSMAR ÁLVAREZ CLAVEL
Friman guía a Manuel, atraviesan el pueblo y entran al local de la piña por la parte trasera. Allí lo espera el Coly. Se abrazan como lo que son, dos viejos compinches que se quieren mucho porque se ven poco, como dice el viejo Friman, quien anuncia que va a ultimar los detalles de la sesión.
El Coly lleva a su invitado hacia el fondo del patio donde hay un par de árboles unidos por un tronco que funciona como asiento. No hay mucha luz, pero no hace falta: las palabras, cuando están entre hermanos, saben como orientarse.
El Coly enarbola una botella plástica y anuncia que contiene la bebida oficial de la piña.
-No gracias. El alcolite me produce dolores de cabeza. O mi estómago se ha aburguesado o tiene algún pacto con la calidad, con perdón de los piñeros.
Pero, el Coly insiste y tú apuras un trago que te recorre todo el cuerpo, baja hasta el estómago, sube hasta la garganta, y vuelve a bajar.
Prendes un cigarro y le pides a tu amigo que te ponga al día. Sabes que él escribe para la emisora y para el periódico, pero del periódico la única noticia clara que tienes es la ausencia de sus colaboraciones.
-La razón es sencilla. Desde que me jubilé escribo para la radio. Nuestra emisora municipal ha crecido. Tenemos una Web. Falta fuerza calificada. Por eso, más que por dinero, colaboro. La gente nos escucha y eso reconforta. El periódico es otro tema. Hay una especie de acuerdo tácito entre nosotros para que mis trabajos apenas se publiquen. No me molesta, el periódico está lejos y el transporte…Pero, lo interesante está en otro lado… Hace poco nuestro amigo Luís preguntaba qué podría pasar con una opinión de más cuando lo peligroso es una opinión de menos…
-Opinar, viejo, es siempre un problema en cualquier medio y si nos llevamos por las incomprensiones, terminaremos como el otro Luís, como Luís XV, quien leía los periódicos holandeses para saber cómo andaban las cosas en su intranquila Francia.
Entonces el Coly toma impulso y relaciona en torrente sus desventuras. Dice que el problema es un rompecabezas; que mandaron un documento sobre la opinión, que los jefes casi te exigen opinar pero cuando criticas…
-Tú sabes que me gusta opinar. Y sabes que no creo en ese nuevo invento denominado periodismo crítico o periodismo planificado. Para mí solo hay buen periodismo; y la crítica sale sola, como algo natural. Es verdad que la crítica suele levantar ronchas, pero no hay por qué preocuparse demasiado: somos o no somos una potencia médica, afirma tu viejo camarada.
Y gracias que tú intervienes, Manuel, porque al paso que va el Coly, corremos el riesgo de que decida escribir un libro sobre la opinión y sus achaques, busque un editor y lo publique. Bueno, esto último es más complicado. Quizás redacte una ponencia sobre el tema.
-Bien, hermano, no nos amarguemos más la vida. En la piña tenemos remedio para todo los males… Vas a tener que organizar tu estómago y asumir el riesgo de compartir… El riesgo de compartir, esa es una frase de nuestro querido poeta del alcohol, de Friman.
El Coly te dice que es lógico que tú estés preocupado, pero que nos es para tanto.
– Está claro que no han sido consecuentes contigo, pero no hay que desesperarse. Son las cáscaras de plátanos que te reserva la vida… No te quiero abrumar y la sesión de hoy será un poco larga, tú debes estar cansado del viaje. Pero, hay varias cosas que no entiendo bien…
Tú te ladeas hacia el lugar de donde viene el rumor del mar y empiezas a hablar no se sabe si con tu amigo, contigo mismo o con las olas. A los pocos segundos callas porque una tos reiterada se acerca.
-Cuando quieran, estamos listos, informa Friman, quien se retira de inmediato.
Te levantas para imitar al Coly quien te da un palmadita en el hombro.
-Manolo, cuando termine la sesión, seguimos.
El Coly te conduce hasta la mesa presidencial, un pupitre escolar cubierto por un mantel de nylon. Y aunque los piñeros permanecen callados, reclama silencio y declara abierta la jornada de hoy con la presencia del invitado de honor, de Manuel, un amigo, un hermano a quien debemos mucho, dice; y baja el tono de la voz para conjurar aplausos.
El compañero Manuel, añade, es un aliado fiel. Y ahora cuando nos alistamos para celebrar nuestro V aniversario – a pesar de incomprensiones y problemas-, debemos reconocer que si hemos llegado hasta aquí ha sido por la ayuda de personas como él. Cuando lo conocimos, la piña era solo una idea. El era profesor de la universidad y en las vacaciones venía al municipio a impulsar la cultura. El y sus muchachos nos ayudaron a organizarnos, nos vincularon con la emisora, con la superación, con la vida cultural. Tenemos una deuda permanente con Manuel porque nos apoyó en el momento crucial. Sirva entonces esta sesión como un reconocimiento al amigo que retorna.
Aplausos.
El presidente informa que las veladas se realizarán el último sábado de cada mes. En cada sesión los piñeros seleccionados presentarán sus tomancias. Los ponentes deberán ajustarse a lo programado. Recomienda que cada cual lea su trabajo para ganar en coherencia y ahorrar tiempo; el tiempo es como una botella: hay que aprovechar su contenido hasta las últimas consecuencias, sentencia.
-Pido tomancias breves o lo que es igual, brevancias, enfatiza. Esta primera sesión servirá de modelo a las tomancias pre congreso y en marzo tendremos la sesión de clausura en la cual participarán invitados de diferentes municipios. En el evento expondremos una selección de tomancias para mostrarle como pensamos, como somos y como tomamos. Aspiramos a que evalúen nuestro trabajo y apliquen nuestras modestas experiencias y si nos imitan, mejor. No descartamos la posibilidad de que se organicen piñas como la nuestra o mejores, y que podamos construir una piña provincial o regional: solo aspiramos a compartir, compartir es un verbo imprescindible para cualquier piña que se respete, asevera. Y, resume, hoy tendremos una piña especial. Le reitero la bienvenida a Manuel. Queremos que vea lo que hacemos y nos dé su opinión… Propongo comenzar el debate de las tomancias.
Murmullos aprobatorios.
-Disculpen, se me olvidaba. Olvidé una propuesta. El Coly toma aire.
-¡Piñeros! Atiendan todos. Desde hace tiempo hablamos de ponerle a nuestra piña un nombre que la identifique. He consultado a los fundadores y traigo la propuesta de Friman: designar a nuestro grupo como De piña pobre. ¿Qué les parece? ¿Alguna objeción? ¿Otra propuesta? ¿Nadie? Entonces, los que estén de acuerdo que lo expresen bajando la mano… ¿En contra? ¿Nadie?.. Bien: ¡Desde hoy pertenecemos a De piña pobre!
Aplausos cerrados.
El presidente baja la voz.
-Manolo, viste que democráticos somos, y eso que aún estamos sobrios. Retoma el mando y ordena:
-¡Basta de diálogos! Iniciamos la sesión como siempre, con un brindis. Regularmente brindamos con alcohelite y en el mejor de los casos con aguardiente. Esta noche no estamos en el mejor de los casos. Pero, no importa: si por consenso declaramos al municipio como una de las capitales de la cultura accidental, ¿por qué no podemos denominar al alcohelite como el máximo representante de la contracultura alcohólica?
¡Piñeros!. Brindemos con el acohelite o en su defecto con alguno de los incontables preparados equivalentes, esos que hemos designado con nombres tan sugerentes como: alcolite, havana cinco o havana fu, chispa e tren, hueso e tigre, colaito, bájate el blumer, azuquín , contigo me voy pal suelo, saca ojos, escupe lejos y sobre todo con esa metáfora extraordinaria, champán de hamaca, y aun con otros nombres que mi garganta prefiere no recordar.
¡Piñeros! Brindemos por la vida. Brindemos por Manuel, nuestro invitado y hermano. Brindemos por nosotros. Y cuando se agoten las razones por las cuales brindar, brindemos por el brindis. ¿Alguien en contra? ¿Se abstemen?… ¡Aprobado!
Aplausos prolongados.
-Adelante con la primera tomancia.
(Hermanos , amigos y desconocidos, entusiastas e indiferentes, militantes y no militantes, afiliados al sindicato, personas del sexo femenino, del opuesto o de cualquier otro, amantes o detractores de la narrativa; mientras Manuel se ocupa de oír, permítanme trascribirle las propuestas de los piñeros: no me atrevo a prescindir de su tomancias).
“Mi nombre es Jorge Otero, soy jubilado y afiliado a la ciencia de la putologia. Espero que cambien las condiciones y los prejuicios para fundar mi putigobierno, cuya primera medida será abolir la propiedad privada cular. Estoy en desacuerdo con la supresión legal del legendario negocio de la prostitución, pues dicha medida implica una flagrante intromisión del estado en los asuntos internos de la mujer, algo así como una obstrucción vaginal. Por ello, mi putinegocio ofrecerá todo género de libertades y desarrollará variantes novedosas en estos lares, como las putas a domicilio.
Estableceré mi putihogar con todas las de la ley, videos y compu-tación incluidos. Desde la comodidad de sus asientos hogareños mis clientes disfrutarán de la oportunidad de observar a mis puticas en proceso de acción o reacción y, con una simple llamada telefónica, tendrán la opción de escoger los servicios de alguna de mis putiobreras. Previo acuerdo entre las partes sobre la tarifa, mi putiobrera asumirá las funciones inherentes a su cargo. La tarifa será módica para alentar la democracia copulativa. Para definir los honorarios tendremos en cuenta: las especificidades del servicio, las condiciones de trabajo, el tiempo de ejecución y las tareas adicionales. Desde luego, ofreceremos condiciones excepcionales: la casa garantizará el virtuosismo técnico y la higiene de la putiobrera. Los clientes recibirán putitas limpias eficientes y sanas: la democracia copulativa no debe confundirse con la gonocracia. Nuestra proverbial higiene evitará posibles quejas de los clientes y sus consabidas secuelas: demandas, indemnizaciones, declaraciones de clientes free, etc.
Brindaremos una gama de servicios sexuales ilimitada. Pero, nada de vulvas mecánicas: ofertaremos vaginas naturales, de todas las longitudes, profundidades, sabores y colores. Tampoco propiciaremos la realización del sexo por teléfono, somos partidarios acérrimos de lo que denominamos la pornografía sin hilos. Defendemos el coito natural, el retorno al goce espontáneo del amor, sin desconocer los avances científicos. Pero, si la ciencia obstaculizara el disfrute del placer, nos abstendremos de utilizarla para evitar que contamine la pureza de nuestra filosofía, la gerencia de servicios, la cual sitúa en el centro de la atención a ese ser especial denominado el cliente.
Las posibilidades de selección de nuestros clientes serán casi infinitas: pondremos a su alcance todo tipo de hembras hábiles para complacer y entrenadas para comprender. Ofertaremos entre otras:
-Putiseñoritas. Por si el cliente cree en la virginidad.
-Putiniñeras. Para clientes necesitados de una madre.
-Putidoctoras. Por si el cliente requiere atención médica especializada.
-Putiflojas. Entrenadas especialmente para desvanecerse al primer contacto.
-Putidifusas. Por si el cliente prefiere continuar perdido en El reino de este mundo.
-Putipolicías. Para clientes que tienen dificultades con el pare.
-Putintelectuales. Por si el cliente gusta de conjugar sexo y literatura.
-Putididácticas. Para clientes urgidos de algún tipo de lección.
-Putialcohólicas. Capaces de compartir con idéntico virtuosismo caricias y copas.
-Putidealtura. Para clientes interesados en ver a una hembra orinar en el tejado.
-Putisubterráneas. Por si el cliente gusta hacer el amor bajo la cama.
-Putifrenéticas. Para clientes que exigen contrincantes virulentas.
-Putiexactas. Por si el cliente afronta problemas con las cifras.
-Putieconómicas. Especiales para propiciar placer a bajo costo.
Ofertaremos putiobreras de todos los colores (putiblancas, putinegras, putirrubias, putimulatas, putialbinas). Dispondremos incluso de putiverdes, putiamarillas y putiazules. Pondremos a disposición de nuestros clientes todo género de putiobreras aptas para cumplir al unísono diferentes funciones y actuar como putitas generales, parciales o especializadas, de acuerdo con las necesidades del cliente y con las condiciones del contrato. Ofertaremos : putirrománticas, putirrealistas, putisoñadoras, putipertinaces, putidiablas, putiarrrepentidas, putiabstemias, putiborrachas, putiexistencialistas, putifeas, putibellas, puticarnosas, putiflacas, putijóvenes, putiviejas, putilentas, putivoraces, putideclamadoras, putisilentes, putilocuaces, putipobres, putirreinas, putiadivinadoras, putinfames, putiserias, putilocas, puticurdas . Ofertaremos incluso el servicio especial de putiputas.
Tendremos putiobreras entrenadas para complacer los gustos más sofisticados. Pero, como nada humano es perfecto y no es lícito exigir a una mujer resultados superiores a su capacidad de entrega y como, por otra parte, satisfacer al cliente es nuestra brújula, para los más exigentes reservaremos la oferta especial de la casa: nuestra putiputas especiales, las putimúltiples, hembras cuya versatilidad las habilita para responder a los deseos más extravagantes y complejos o provocarlos en caso de dialogar con oponentes inhibidos. Desde luego, se calidad de multioficios y su nivel técnico implicarán tarifas especiales.
Defensores como somos de la protección del consumidor, resulta prudente realizar algunas observaciones. Al captar a nuestras pupilas soslayaremos la posibilidad de acudir al putimercado (jineteras y afines). Obviaremos a las aspirantes interesadas en algún tipo de compensación económica. Por supuesto, nuestras putiobreras recibirán un salario decoroso en correspondencia con su rendimiento y con la calidad de su labor. Pero, el pago será entendido como un factor subsidiario. Un negocio como el nuestro requiere de puticonvencidas (por el momento descartamos a los putos), de hembras bien entrenadas, listas para acudir a la cama o a cualquier otro sitio bélico por convicción, por la sola urgencia de aplacar su apetito sexual y de hacerlo con la suficiente eficiencia para garantizar la eficacia del negocio. En una palabra: necesitamos putirrentables.
Nuestro mercado base será la universidad; allí pensamos captar la mayoría de nuestras pupilas, pues existe una cantera potencial de personal calificado que será fácil y económico capacitar a través de postgrados para completar su formación. Este mercado tiene una ventaja adicional: constituye la fuente idónea para nutrirnos de putintelectuales: putiletradas, putihistoriadoras, puticultivadas, putiperiodistas, putiquímicas, putifísicas, putibiólogas, putisicólogas, putisociólogas, putifilósofas, putiderechas y hasta putiviradas, que también las hay. Por supuesto, no nos circunscribiremos a un solo proveedor; si actuáramos así negaríamos la esencia de la misión de nuestra empresa que consiste en trabajar sin descanso por alimentar el desarrollo de la democracia copulativa”.
-¿Qué le parece mi proyecto, Manuel?
-Muy original. Solo que tiene en su contra un serio inconveniente.
-Si, lo sé. Y en ello reside su peculiaridad; si se ejecutara perdería su carácter de diseño…No sé si con los años que tengo vuelva a trabajar. Pero, si no logro administrar mi putinegocio, solo aceptaré laborar en el Taller Municipal de Confusiones o en el Departamento de Cancelación de Iniciativas de la Fábrica de Quejas… Muchas gracias a todos.
Aplausos destemplados.
-Bien por Otero. ¿A quién le toca? Bien, Tito, adelante.
-Coly: si no me dan un jaquimazo no hablo.
El Coly se vira hacia el invitado: Manolo, este es un piñero ortodoxo. Luego se dirige al plenario y ordena: ¡un trago para el tomante!
-Bueno, estoy pensando en lo del putinegocio. Seguro van a necesitar un chofer. Si es así ya saben: Tito esta campana. Estoy trabajando con un buen jefe, pero mi carro es una desgracia: tiene problemas en los pulmones y le falta un riñón. Estoy a punto de jubilarme… Bueno, ahora leo.
“Me llamo Pedro, pero me dicen Tito. No tengo tantas palabras. Aquí se me pegan algunas palabritas y yo las uso como puedo. No tuve oportunidad de estudiar, pero me defiendo. Estoy en la piña porque me gusta el trago, la amistad y la jodedera. Aquí todos somos amigos, gente de avanzada. Me gané el puesto en la piña porque inventé una manera de medir la distancia. Un día el Coly se monta conmigo porque va al periódico. Me pregunta: ¿Cuántos kilómetros hay desde aquí a Aserradero? Yo me callo. Nunca se me ocurrió averiguar cuantos kilómetros hay de aquí para allá. Casi nunca miro los carteles aunque soy bueno manejando. Fui trabajador destacado muchos años. Ni después de mis mejores curdas dejaba de trabajar. Me hago el sordo, pero el Coly repite la pregunta y yo le respondo. Eso depende: si vamos en el carro del jefe, una botella: pero si vamos en este camión, botella y media. Y el Coly se muere de risa cuando descubre que yo mido la distancia por la cantidad de ron que me tomo cuando voy de un lugar a otro. Por eso prefiero caminar a pie. Cuando camino así me digo: Tito, solo tú sabes cuantos kilómetros te has tomado. Cuando mi jefe anterior que era un tipo me ponía cara de malo y se hacia el yo sabía que se me había ido la mano con la botella y le prometía dejar de tomar hasta el próximo trago.
Ahora no es igual, ni mi cuerpo, ni mis bolsillos, ni el carro, me permiten tomar y manejar a la vez. Manejo hasta el viernes y el fin de semana vengo aquí y juego dominó a ver si pierdo y logro que alguien que no sea yo pague. Es lo que más me gusta de la piña”.
Aplausos.
-Bien por Tito, evalúa el presidente. Hablar aquí de tragos es un problema. Propongo un alcolitazo general. Voto por la alcoholización universal. ¿Alguien en contra? ¿Se abstemen?. ..¡Aprobado!
Aplausos cerrados.
Ahora, precisa el Coly, mientras trabajamos en esa dirección y en ese sentido, escuchemos al siguiente piñero… ¡Perdón, le tocaba a Chucho! Pero, como él no es miembro oficial de la piña, no puede hablar en esta sesión. Cuando hicimos el programa no nos percatamos de ese detalle, pero es lo establecido en el reglamento. Si nadie se opone, yo lo presento y cuando lo aprobemos, él podrá desarrollar su propia tomancia.
Y como no hay nadie en contra, procede.
Su nombre oficial es Miguel Carlos, pero lo llaman Chucho, el cartelista. Tiene habilidades para hacer carteles y situarlos en los lugares más inadecuados. Cuando comenzó era profesor de dibujo técnico en una secundaria. El inicio fue una suerte de entrenamiento. Por el simple deseo de joder, empezó por cambiar los rótulos que estaban en la entrada de ciertos lugares y sustituir los carteles originales por otros que decían: “¡Cuidado, no pise al perro!”, “¡Cuidado hay céspedes!”, o “Se alquilan cumpleaños para trajes”. Después de este período de aprendizaje evolucionó hacia una fase de diversificación y ahorro. Así transformó un cartel que terminó por decir: “¿Viviremos el primero de mayo?”. Lo mandaron unos meses para la agricultura a sembrar plátanos, después se dedicó a sembrar dudas. Tuvo sus tropiezos, pero Chucho no es hombre que se amilane ante el primer empellón de la suerte. De regreso al pueblo concibió los primeros carteles por cuenta propia. En una cafetería dejó uno que rezaba: “Solo una razón por persona” y el tribunal otro que decía: “Solo una sanción por persona”. Lo atrapó un cederista que estaba de guardia nocturna. Lo acusaron de perversión de mayores, de traficar con metáforas y descarriar conciencias. Estuvo preso. Cumplió y cumplió bien, para suerte de todos.
Al salir atravesó por una crisis existencial. Cuando consumía alcohol en exceso, la emprendía con las metáforas. Un día tuvimos que amarrarlo porque pretendía bajarle la falda a la montaña. Una noche lo sorprendieron in fraganti tratando de cerrarle la boca al puerto. Gracias que hay gente a quien le sobra tiempo para salvar la vida ajena; para suerte suya, de la piña y sobre todo de los revendedores de ron barato, unos piñeros lo salvaron. Desde hace un buen tiempo Carlos ha enmendado su conducta. Actualmente trabaja en la Empresa Cafetalera, y le va bien. Es un fuerte candidato a piñero. De su comportamiento dependerá su entrada a la piña.
-Coly, puedo hablar.
-Chucho, si te comprometes a ser breve, sí.
-Una sola cosa caballeros: yo digo lo que pienso.
-Pero, no piensas lo que dices.
-Yo solo pienso lo que oculto, Coly: lo que digo, para qué tomarme el trabajo de pensarlo.
-¡Lo que tiene que oír un presidente en una piña!… Bueno. Vamos a tomar un receso. ¿Qué tiempo recesamos? Propuestas. Tito.
-Propongo que el receso dure dos tragos.
-¿Alguien en contra? Bien: diez minutos de receso.
Aplausos discretos. Voces, ruidos, intercambios, olores fuertes, algún distraído… nada, la vida.
Presidente e invitado dialogan. Quince minutos después, el Coly llama al orden y cede la palabra a Albertico, pero éste dice que es un poco tarde y renuncia a leer su tomancia para que Friman lea la suya. Coly está de acuerdo, agradece el gesto y califica a Friman como uno de los grandes escritores de este país aunque no le hayan publicado ni un solo libro.
-Mi tomancia es autobiográfica. Soy un hombre que vive en permanente reflexión. No me han publicado ningún libro porque, entre otras nimiedades, nunca he escrito libro alguno: soy un escritor in-activo. Mi memoria es floja, apenas recuerdo las circunstancias esenciales de las cosas, de mi nacimiento, por ejemplo, tengo noticias muy escuetas. Soy un tanto perezoso y lo peor, le temo a las palabras. La sola posibilidad de escribir un libro inútil me aterra; ojala pudiera trasmitir mis aprensiones a ciertos entusiastas suicidas, ojala pudiera contagiarlos y contribuir con ello a distinguir las fronteras entre la buena y mala literatura.
Tampoco me interesa el destino de los poetas que buscan en el fondo de las botellas la raíz de sus versos de amor. Desde luego, no soy lo suficientemente miope como para auspiciar la peregrina concepción que pretende segregar cultura y alcohol. Dejo esas ingenuidades para los filósofos. Además, en cuestiones alcohólicas sería un contrasentido ir contra una mayoría con la cual convivo y combebo.
Según los sabios callejeros el perro es el mejor amigo del hombre, lástima que algunos canes no asimilen la sabiduría popular. Por cierto, no creo que en este país haya muchas personas que puedan incluir en sus biografías este dato: fui jubilado por un perro, por uno de cuatro patas. Leal y sus colmillos afilados pueden brindar testimonio. Salvo ese percance, en los últimos años no me ha ocurrido nada digno de contar. Ni siquiera pude recibir la medalla de combatiente porque cuando me citaron estaba enfermo y después ya no tenía la misma significación.
Mi cuerpo se está poniendo viejo, allá el. A veces tengo miedo de que se muera. Pero, más que a la muerte le temo a la vida, porque vivir es un peligro, una casualidad. No aspiro a imponer mi filosofía ni me preocupa conseguir partidarios: mi trabajo consiste en resguardarme de la muerte. Soy un hombre reflexivo, tomo precauciones al pasar por debajo de las puertas, voy poco al agro mercado, jamás intento subir a un ómnibus. Soy un hombre precavido, pero no siempre las precauciones funcionan. Vuelvo a citar a Leal, él sabe. Vivo del pensamiento, no de la acción o mejor: transformo la acción en pensamiento. Tal vez por ello apenas me ocurren cosas dignas de contarse, salvo la alegría que me invade al despertar cada mañana y disfrutar de la certeza de estar vivo y de la posibilidad de encontrarme con mi país, con el país nuestro de cada día.
Permítanme una consideración; una sola, no se alarmen. El otro día cometí la insensatez de ir al agro mercado. No había una piña digna de ser comida pues las más agraciadas la destinan al turismo y como la piña se trae de un país lejano y en guerra, el desastre bélico justifica su deserción.
Me vendieron una cabeza de ajo a precio de oro; en venganza la pagué en moneda nacional. Luego compré un plátano, pero estaba agrio. Y como soy un ciudadano participante, insté a un individuo con cara de jefe para que me explicara el asunto de los precios de los productos y su distancia respecto a la calidad. El hombre me dio una conferencia sobre las tribulaciones de la agriocultura o cultura de lo agrio y aunque soy enemigo de las prohibiciones le propuse sustituir sus feos carteles por otros más realistas que dijeran: se prohíbe sembrar ideas de ciclo corto o se proscriben los informes sobre la producción agrícola solidarios con la literatura.
Lo que nadie me pudo explicar fue la ausencia del boniato. Es un tema que requiere de hondas meditaciones. El problema está en que el boniato es un simple bejuco: no lo afectan ni los ciclones, ni las plagas, ni los cambios ministeriales, ni la unipolaridad del mundo; el boniato no requiere de definiciones estratégicas, inversiones suculentas o toneladas de fertilizantes. Los boniatos, eso si, son medio autosuficientes y si usted se descuida nacen, crecen y se desarrollan solos, ajenos a las calamidades del neoliberalismo y a las malas intenciones de la globalización. Resulta que al abordar problemáticas como la del boniato es difícil ser coherente; es mejor culpar a la mala memoria y concluir que nuestros problemas se deben a la amnesia.
Pero olvidemos por un instante esos objetos inasibles como la piña, el ajo, el plátano o el boniato, considerado por algunos la oveja blanca de la familia agraria. Reflexionemos sobre otro enemigo cuya manifestación está avalada por su cercanía: el marabú. La producción de marabú ha rebasado las expectativas más optimistas y se han sobre cumplido los planes más ambiciosos. La cosecha de marabú es indiferente a los buenos y malos tiempos, al cambio climático, a los conflictos internacionales, a los bloqueos, a los estudios de marketing, a las campañas difamatorias, a los problemas ideológicos. Los marabuses aparecen en los sitios menos esperados, crecen de cualquier modo, en cualquier época del año, sin estrategias definidas e incluso se multiplican ajenos a las concepciones de nuestro sistema económico social, hecho que revela su preocupante apoliticismo. Los marabuses son insensibles a los ruegos y las campañas para detener su ofensiva: se hacen los sordos y cuando los cortan, renacen; son excepcionalmente tercos. Y para colmo de desgracias, cuando se cosecha un marabú quien lo tiene: tiene humo, polvo, nada, viento y sombra.
¡Piñeros!: me preocupa la superpoblación de marabú. Marabuses de diferente género, número y persona se han instalado subrepticiamente en nuestra sede. No se desaniman ni siquiera ante nuestras pisadas. Por todo lo anteriormente expuesto y porque somos más tercos que los marabuses, propongo realizar un trabajo voluntario para extirpar nuestro marabusal . Pido ejecutarlo el próximo domingo, yo aporto el aguardiente, en fin de cuentas, me corresponde costear la sesión dominical.
Gracias por su atención.
Aplausos, chiflidos aprobatorios…nada, la piña.
Muy bien por nuestro cronista, dice el Coly , y añade: por los aplausos el trabajo voluntario queda aprobado. De todos modos si hay alguien en contra de la propuesta de Friman, que lo exprese levantando la mano. Tu Gelasio, ¿tú en contra del trabajo voluntario?
-¡Cómo! ¿Quién? ¿Yo? ¡ Gelasio en contra del trabajo voluntario!, más respeto Coly. Yo que me rompo el cuero trabajando como un animal…
-Como levantaste la mano.
-Es que no me acostumbro a la manera de votar.
-No hay problemas, Gelasio: si tú no estás de acuerdo, por lo menos estás de a curda. No hay problemas…
Bien hermanos, agradezco a todos su presencia. Los que vayan a intervenir en la próxima sesión pónganse de acuerdo con Friman para armar el programa. Antes de que se formen los grupitos para intercambiar, antes de que los doministas luchen por evitar ganar, antes quiero pedirle a Manuel que nos de sus impresiones.
Te pones de pie y afirmas que solo quieres dar las gracias por el bien que te han hecho. Confiesas que hace mucho tiempo no disfrutabas de una velada tan divertida. Ustedes son personas excelentes, recalcas, y prometes visitarlos a menudo.
-Esté donde esté pueden contar con mi apoyo. Gracias por esta noche excepcional, gracias por el estímulo y permítanme conminarlos a seguir disfrutando de la vida, a seguir luchando por ella. Muchas gracias.
Ovación.
Presidente e invitado vuelven al patio.
-Ahora, Manuel, dame tu criterio personal sobre la sesión. ¿Un trago?
-Te repito, hace rato que no disfrutaba tanto una velada, ni tenía el placer de conversar con alguien a quien estimo mucho aunque lo vea poco.
-Qué pasa Manolo… ¿necesitas otro alcoholitazo?
-La piña me parece bien… Dame un trago de tu champán de hamaca…Una sugerencia, hay que ser riguroso en la selección…
-Te copio perfectamente. Nosotros tenemos un código etílico y también un código ético; no está escrito, pero está. Solo admitimos jodedores disciplinados y confiables. Aquí todos jugamos en el mismo equipo.
-Hay una cosa que me llama la atención, Coly: ustedes tienen una concepción alcohólica del mundo, de la vida.
-¿Y te has preguntado qué sería de las nuevas generaciones sin nuestro ejemplo?
-¿Ejemplo?
-Claro. ¡Qué sería de las nuevas generaciones de borrachos sin nuestro ejemplo enriquecedor!
Anfitrión y visitante intercambian algunos tragos e ideas, elementos difíciles de separar. Luego se abrazan y prometen verse mañana.
Manuel retorna en busca del auto. Presiona la alarma. Revisa las gomas, por si algún gracioso…Abre la puerta. Baja los cristales, va a introducir la llave en el chucho pero se percata de que en la acera hay un hombre tirado al lado de una carretilla desvencijada. Duda: ese hombre puede necesitar ayuda. Baja del carro y sube a la acera. El individuo parece muerto. Pero no, está vivo; respira apaciblemente: este ciudadano duerme indiferente al curso que toman las cosas de este mundo y de cualquier otro si lo hay. Manuel lo observa un instante y cree recordarlo de alguna parte. Y sí, es un señor que recoge botellas vacías y las vende, él lo ha visto en otras ocasiones. El corresponsal jefe se pregunta si ese ser humano será feliz, si le bastará con su soledad irresponsable. Pero, tampoco, el hombre no está solo: a un par de metros hay un perro que duerme hecho un ovillo. El perro abre los ojos. Vigila, sin mucho entusiasmo, pero vigila. Manuel observa la alarma que sostiene en la mano derecha y siente un gran desdén por la técnica.
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