En defensa de Alejandro Puente
Por Hugo González
No escribo por encargo, escribo por convicción y aunque estoy seguro que a veces me equivoco; lo hago atendiendo a lo que mi sentir me dicta. Por eso a veces puedo escribir loas sobre distintas empresas, gobiernos, empresarios y políticos, pero después puedo manifestar mi crítica y oposición a los actos, dichos y hasta opiniones de ellos mismos.
Creo que mi convicción general en la vida es oponerme a los abusos y las injusticias vengan de donde sea. Creo que por eso no me da prurito escribir en defensa de personas que a simple vista parecen unos canallas deshonestos. Lo hago porque, desde mi perspectiva se está cometiendo una injusticia y un abuso. Lo hago de manera gratuita pero no desinteresada porque mi interés es ofrecer un punto de vista alternativo a lo que algunos no ven, lo cobran o les pagan para no verlo.
Hace un par de años un prestigiado colega me dijo que yo estaba incluido en una lista de periodistas “colaboradores” de cierto grupo de interés, el cual cobraba a sus clientes una iguala por mis “textos de apoyo”. No sé a quién se refería, pero si me lo pueden informar se los agradeceré mucho pues me gustaría saber a quién debo cobrarle ya que en mi carrera solamente he “colaborado” con dos grupos de interés. Esto lo ha hecho por total convicción y amistad pues en el momento que siento cierto dominio sobre mis textos o una desviación sobre mis convicciones, prefiero alejarme, abstenerme y no perder la amistad.
No sé si puedo decir que es mi amigo, pero durante tantos encuentros a lo largo de varios años, puedo confirmar su honestidad, su valentía, amistad, solidaridad, buen trato, tenacidad y su habilidad para encontrar consensos, puntos de convergencia y colaboración. Eso es lo que recuerdo de Alejandro Puente.
Me queda claro que este empresario es mañosón, obvio. Estoy seguro que para ganarse la confianza, el respeto y la colaboración de mucha gente puede utilizar métodos que salen de los parámetros de lo políticamente correcto, sin embargo; nunca ha tenido pruebas de que incurra en actos de corrupción o ilegales. Puede ser que sí, pero yo no lo he visto.
Recuerdo hace años el comentario del entonces director de un periódico importante en el cual nunca he trabajado quien me dijo: ese Puente es un pinche mafioso. Sin embargo, pronto me dí cuenta que lo decía de oídas pues no me pudo dar un argumento o anécdota de primera mano que sustentara su dicho. Solamente, para no cerrarme una puerta contesté: sí es un cabrón mañosón.
Por si no lo sabes, hace unos días, un diario que se edita en la Ciudad de México publicó una investigación de un ONG relacionada con la corrupción en la cual se señalaba a este “polémico” empresario de haber recibido contratos para una de sus empresas, sin que esta tuviera experiencia en el sector lácteo.
Pero ¿qué molesta a los acosadores de Alejandro Puente? Realmente no lo sé. ¿Tal vez sea el rencor inoculado en sus almas cuando se sintieron traicionados desde los tiempos del espurio solapador gobierno de narcos? O tal vez sea que desde hace años Puente decidió bajarse de los reflectores de la extinta Canitec para convertirse en un empresario de bajo perfil y más afín a la transformación del país.
Lo cierto es que existe una anécdota en la cual yo estuve presente pero que no recuerdo muy bien (ayúdenme Amigos Chismosos) y que marcó el destino de Puente.
Resulta que en el marco de una de las tantas Expo-Canitec, la industria de telecomunicaciones por cable tenía varias resoluciones pendientes o estaba en el cabildeo intenso de no sé qué trámites con el gobierno. Como cada año, el invitado de honor a la comida con la industria era el titular del ejecutivo que en ese entonces lo usurpaba un carnicero.
Recuerdo que en su discurso, el señor de las cubas no mencionó nada de la competencia, de los pendientes del sector y en cambio Puente se lanzó con un discurso fuerte pero respetuoso, lo cual fue interpretado por muchos como un reclamo contra el desgobierno de entonces.
Terminado el acto, el Chepelen (Chaparrito, pelón de lentes) se retiró rápidamente del salón y con mal semblante (más que de costumbre) casi, casi sin pelar a Puente. Eso yo lo ví, nadie me lo contó. Tiempo después Mis Amigos Chismosos (MACH) me contaron que ese día, el vengativo espurio, le retiró el habla Puente y creo que hasta lo amenazó.
Hasta donde recuerdo, Puente siempre ha tenido cierta tendencia hacia la izquierda pues su origen humilde lo ha marcado tanto en su vocación como en su temperamento porque eso sí, es broncudo y litigoso.
El desencuentro con el Chepelen y su tendencia de izquierda impulsó la cercanía de Puente con el grupo político que entonces apoyaba al candidato y hoy presidente López Obrador. Incluso por un tiempo estuvo en la lista para ser diputado federal en las elecciones de 2012.
Obviamente, esa decisión le alejó del grupo político que en ese año le compró la Presidencia de la República a Enrique Peña Nieto y la Canitec comenzó a perder fuerza y representación. Eso definió el fin de la Cámara y de Puente como empresario cablero para dedicarse a otros negocios como el de la construcción.
Cierta mañana del año pasado encontré a Alejandro Puente en un restaurante de Las Lomas. Pude saludarlo y confirmar que ya no estaba en la grilla empresarial y que se dedicaba casi de tiempo completo a sus empresas y proyectos. Lo ví más tranquilo y enfocado pero creo que nunca cambiará su temperamento, por eso estoy casi seguro que no se quedará callado si el grupo político que apoya los intereses del Chepelen, incluida esa pseudo ONG relacionada con los mexicanos y la corrupción, siguen queriendo tirar el Puente de Alejandro.
Fuente: tecnoempresa.mx
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