Veneno Puro

*Nuevo Yo Pecador

*Un Triste Legado

*Telefonema Burdo

Es seguro de que no pocos de mis amables lectores acudirán hoy, como cada domingo, a los templos. ¡Hay tanto porque orar y solicitar las intervenciones del Altísimo en lo familiar y de cara a nuestra nación atormentada! Ojalá que algunos piensen en el dolor profundo que conlleva la guerra en Michoacán y, todavía peor, la desolación de los pueblos del norte, abandonados a su suerte, en donde se disputan territorios y jerarquía el cártel del Golfo y los llamados “Zetas” en busca de disputarle su corona al implacable e imperturbable Joaquín Guzmán Loera, tras la conexión entre el capo de Sinaloa y Homero Cárdenas Guillén, hermano de Osiel y Antonio –Tony Tormentas- y heredero de Juan García Ábrego, extraditado, quien ahora jefatura en el litoral del Atlántico y en una entidad, Tamaulipas, en donde el gobierno no existe.

Quizá otros de los feligreses recuerden cuanto ha dicho el Papa Bergoglio esta semana. Este columnista reconoce que se siente incómodo con esta “modernidad” de contar con dos Papas, uno en el retiro pero a mano de consulta y rodeado de monjas reverenciales y otro envuelto en una actividad inusualmente crítica, severa diríamos, respecto a alguno de los grandes tabúes de la Iglesia católica tantas veces ajenos a la dinámica social. Fíjense: los peregrinos que legan a Roma se encuentra con una incontrovertible realidad, precisamente la popularidad del Pontífice en ejercicio quien, en poco menos de un año; apenas, el 13 de marzo cumplirá sus primeros doce meses al frente de su Iglesia. Lo interesante es que en estos diez meses ha triplicado el número de concurrentes a los actos de El Vaticano y, por consiguiente, la abrumadora arribazón de turistas guiados por la curiosidad, la simpatía y hasta la exaltación del personaje. Sólo falta que le declaren santo, para marcar diferencias con Juan Pablo II, en vida.

Para los observadores cercanos de la vida institucional en Ciudad del Vaticano –a los jerarcas eclesiásticos les incomoda el término “santa sede” porque le resta fuerza diplomática y presencia como jefe de Estado al pontífice máximo-, el flamante Obispo de Roma actúa sin tabúes, acaso por su formación como jesuita aunque no fuese muy vanguardista en Buenos Aires –pero sí lo suficiente para poner en jaque, varias veces, a los Kirchner con quienes lidió, él y ella-, y dispuesto a acercarse a los católicos dolidos, segregados o abiertamente ofendidos por quienes, con sotana y alzacuellos, pretenden ser representantes de Dios hasta para cometer actos infamantes que degradan a la comunidad eclesiástica en general y, en particular, a los propios ministros de culto y a todos los religiosos (as) en una perspectiva más amplia.

Recuerdo las reacciones de los humildes frailes franciscanos, en el Convento de la Cruz en Q     uerétaro, cuando me invitaron a charlar sobre política hace algunos años y les dije:

–Pregunten ustedes entre las familias católicas cuántas estarían dispuestas, por ejemplo, a enviar a sus hijos a convivir con un sacerdote en el extranjero como parte de las tantas promociones de intercambio. La respuesta, precisamente el repeler tal cobijo, es la medida del profundo horror que causan loa actos de los curas pederastas bajo una soez impunidad.

Uno de los frailes oyentes, confirmó mis palabras:

–Y eso se debe, por desgracia, a que muchas veces la Iglesia ha protegido a sus semillas podridas creyendo que con ello protege a la Institución; y tal ha salido contraproducente. Con enorme dolor para los demás.

Recuerdo que hubo unos instantes de silencio antes de reanudar nuestra conversación; como si meditáramos todos aquellos punzantes hechos, por aquí y por allá, acaso frutos de una aguda compilación por parte de algunas sectas anticatólicas que justifican con ello sus aberraciones al mandato de quien ocupa el llamado trono de San Pedro y a quien se considera infalible, por mandato unilateral de Pío IX autor igualmente del célebre Sylabus en donde se excomulgaba por cualquier pequeña divergencia con los dogmas dictados por él; para colmo este Pontífice es uno de quienes más han durado como tal, entre 1846 y 1878, nada menos que treinta y dos años, y tuvo una influencia notable hasta que el “Papa bueno”, Juan XXIII, inició el Concilio que volvería a tratar de modernizar a la Iglesia pero sin quitarle algunos de sus mayores lastres como la humana tendencia a equivocarse de quien es exaltado semi-Dios sobre la tierra.

En fin, la idea de que Francisco, por modernizador y valeroso ante el poder de la Curia Romana, luego de que varios de los cardenales adictos a Benedicto XVI fueron cesados de manera poco encomiable, pueda ser objeto de un atentado –acaso parecido pero de mayores consecuencias al sufrido por Karol Wojtyla en mayo de 1981-, crece cada día y envuelve al primer latinoamericano que llegó a lo más alto del poder religioso y comenzó a desprenderse de cuanto parece mundano –comodidades, cruces pectorales de oro y hasta automóviles de lujo-, para caminar como un misionero más en busca de la redención de las almas. Así debió ser siempre pero, por desgracia, la historia del Papado es tan oscura como la del mundo misma aun cuando en el primero de los casos hasta algunos sátrapas fueron erigidos santos pero no actuaron ni la primera revisión conceptual.

Ahora es de esperarse un profundo análisis sobre la realidad del mundo moderno y sus propios desafíos. Recuérdese: no son las minorías quienes gobiernan aunque parezca que hacen más ruido; y por ello Bergoglio debe ser muy cauto y precio para no caer en liviandades y torpezas a la hora de juzgar a los distintos, pero sin concesiones de más y ligeras como suelen hacerlo algunos mandatarios afectados por las modas pasajeras. El desafío es tremendo como terrible es el presente en el mundo aunque no exista, sólo en apariencia, una conflagración mundial aun cuando la mayor parte de las naciones vivan bajo el flagelo de una violencia creciente y despiadada.

Mirador

El Papa Francisco no tarda en anunciar una visita a México, considerando que no debe descuidarse a un país eminentemente católico en donde hasta los narcos más peligrosos se consagran a la fe y alegan que debe separarse la materia del espíritu; la materia es para ellos, incluyendo las vidas de los demás; y el espíritu pertenece a Dios. De ser así, toda la tabla de valores sociales se vendrá abajo de manera estrepitosa. De allí que sea necesario puntualizar que cuanto aportan los cárteles a las Iglesias debe ser rechazado, repelido, aunque se pretexte la construcción de nuevos templos y centros comunitarios para aceptar las limosnas con dinero sucio. Este dilema debe resolverse, de una vez por todas, para no dar lugar a dudas. Y es el Sumo Pontífice, quien ahora fija las reglas, el indicado para ello.

Es doloroso recordarlo pero necesario. El querido Juan Pablo, el Magno, dejó detrás de sí varias cuestiones de alta peligrosidad y en coyunturas, políticas e ideológicas, muy complejas. En el ámbito universal, sin duda, el presunto asesinato de su predecesor Albino Luciani, Juan Pablo I, imputable a los movimientos financieros non santos del Banco del Vaticano, filial del Banco Ambrosiano, cuya conexión era el Arzobispo Paul Marcinkus –leer, por favor, “En el Nombre de Dios” de David Yallop, publicado por Diana; mi edición es la de diciembre de 1984-, elevado luego a la condición de “guardaespaldas”, así, como suena, de Wojtyla a lo largo de sus primeros periplos por el mundo. Dos incongruencias juntas: el lavado de las malas finanzas del Vaticano y, sobre todo, el crimen contra Luciano quien pretendió encausar, penalmente, a los responsables de la quiebra en los depósitos en la banca.

Y en cuanto a México, tan querido para Wojtyla, no pueden soslayarse dos tremendas omisiones:

1.- La pobre voluntad política para esclarecer el bárbaro magnicidio en contra del Cardenal de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo, en mayo de 1993, quien fue sacrificado, de manera alevosa, por los poderosos cárteles de Tijuana y Sinaloa en pleno ajuste de cuentas y haciendo con ello un “favor”, muy bien facturado, al gobierno de carlos salinas y a su “coordinador”, el nefasto franco-español, joseph-marie córdova montoya. No se olvide que la víctima fue sacado a empellones de la residencia de Los Pinos –como ya contamos-, específicamente del despacho de córdova, en las vísperas de su asesinato por negarse a acceder a la petición de éste: hacer a un lado sus denuncias sobre el “corredor”, entre Tijuana y Guadalajara, en donde se movían el narcotráfico y la trata de seres humanos.

2.- La increíble tolerancia al pederasta Marcial Maciel, oriundo de Michoacán y protector de las dos esposas de vicentito fox, las señoras marta sahagún y Lilián de la Concha, a quienes orientó para anular sus respectivos primeros matrimonios en colusión con la Presidencia de la República. Asqueroso. Ni el oro de las Indias, enviado por los Legionarios de Cristo –dispuestos a hacer cualquier penitencia para lavar sus orígenes comprensiblemente-, justifica la pasmosa pasividad y protección de Juan Pablo II a este pernicioso sujeto que llenó muchas páginas negras con cargo a la fe católica.

Incluso, el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, sucesor de Posadas en la Arquidiócesis de Guadalajara, me confió que en la mañana siguiente a la elección de Benedicto XVI, el 20 de abril de 2005 exactamente, desayunaba muy temprano leyendo el periódico oficial del Vaticano, L´Oservatore Romano, cuando escuchó una voz detrás de él:

–¿Puedo desayunar con usted, hermano Cardenal?

Era el Papa Ratzinger quien lo solicitaba ante sorpresa del mexicano. Y enseguida, el Pontífice recién electo le dijo:

–Por favor, no deje de indagar el crimen contra nuestro hermano, el Cardenal Posadas. Es un asunto que tenemos abierto como las llagas que nos ha producido a todos.

Pero Benedicto se retiró, casi ocho años después, y todo sigue igual.

Por las Alcobas

Girolamo Prigione, ya erigido Nuncio Apostólico, recibió en noviembre de 1993, seis meses después del homicidio del Cardenal Posadas, la visita inesperada de Ramón y Benjamín Arellano Félix, con la intermediación del entonces obispo de Tijuana, Emilio Carlos Berlié Berlauzarán –designado Arzobispo de Yucatán en 1995, un año apenas después de este incidente negro-, en la sede diplomática del reconocido Estado Vaticano.

Llamó a la Presidencia y encontró al doctor Jorge Carpizo McGregor, entonces procurador general, quien, en piyama, fue a Los Pinos para alertar al presidente en funciones, salinas claro. Y éste giró instrucciones:

–Por favor, Excelencia –dijo a Prigione-, dígales que se vayan; no los perseguiremos.

–Pero ellos quieren hablar con usted para explicarles que no fueron quienes mataron a Posadas…

–No podemos dirigirnos directamente a ellos. Que se vayan.

Y Prigione logró que se retiraran de su casa con una promesa: hacer llegar a Juan Pablo II su pedimento de perdón y la seguridad de que no eran los responsables del asesinato. Había pasado sólo un mes desde su visita a Izamal, Yucatán, donde fue recibido como jefe de Estado y apenas se permitió una leve mención al drama del Cardenal, apenas un semestre atrás. ¿Coincidencias?

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WEB: www.rafael-loretdemola.mx

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com

SUELE DECIRSE QUE LAS INSTITUCIONES NO SON CULPABLES SINO LOS HOMBRES QUE PASAN POR ELLAS Y LAS DESPRESTIGIAN. POR SUPUESTO, SIN SERES HUMANOS NO HABRÍA INSTITUCIONES Y ES EN ESTE PUNTO EN DONDE SE ESTROPEA LA TESIS DE LOS PRAGMÁTICOS. EL HECHO, CONDUNDENTE, ES QUE LA IGLESIA, POR PRIMERA VEZ, HA PEDIDO PERDÓN; ANTES SÓLO OBLIGABA A SUS FIELES A HACERLO HASTA POR MINUCIAS Y AHORA RECONOCE SUS TREMENDAS FALLAS, SOBRE TODO MORALES. LOS DAÑOS NO PUEDEN REPONERSE; PERO SÍ EL ANDAR HACIA DELANTE DEJANDO ATRÁS LOS RASTROS DE IGNOMINIA. Y LO MISMO VA PARA LOS MALOS GOBIERNOS QUE ASPIRAN A LAS DICTADURAS A CONTRACORRIENTE DE LA HISTORIA.

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