Una vueltecita

Por Guillermo Robles Ramírez

Si ustedes como coahuilense nunca ha hecho un pequeño recorrido o visita por las orillas de nuestros ríos y arroyos; sería bueno que lo hiciera y se diera, aunque sea una vueltecita, breve y rápida, para que vea y compruebe la contaminación de esos afluentes.

Hay basura y desperdicios no por montones, sino por toneladas. Lo mismo aparecen llantas que trozos de muebles de madera, sofás y sillones deshechos y no se diga los cientos de kilos de cartón y plástico. Bueno, hasta aparatos eléctricos como refrigeradores y estufas y si da por hecho que exageramos, lo invitamos a que se dé, repito, una vueltecita por nuestros ríos y arroyos.

Lo mismo sucede en los arroyos que atraviesan Saltillo como el Del Pueblo y El Patos, que el río Nazas en La Laguna: el de la región carbonífera, el Sabinas; que el arroyo de las Vacas de Ciudad Acuña, por mencionar algunas regiones. Por cierto, en este último, la contaminación ha llegado a tal grado que se están muriendo los peces.

Da tristeza y duele la poca cooperación de la comunidad en general para no ensuciar nuestros ríos y arroyos y da coraje y rabia ver las toneladas de basura y desperdicios que cada vez se acumula en esos afluentes. Esto independientemente de las grandes cantidades de escombro o material de construcción y ramas de árboles, sobrantes de podas y jodas que nuestra gente da a sus árboles.

Pero mientras nos acostumbramos a no seguir convirtiendo en basureros públicos a nuestros ríos y arroyos, ¿por qué no organizarnos para que, en grupos de voluntarios y el apoyo de las autoridades, iniciar la limpieza de esos afluentes?

Y lo anterior me lo cuestiono porque son muy poco los alcaldes de algunas cabeceras municipales quienes, con recurso propio, es decir, del ayuntamiento, hace el gasto de limpiarlos cuando muchos de estos causes de ríos en abandonados le pertenece al Gobierno Federal. Aunque también que reconocer que independientemente a la autoridad que pertenezca, es decir, local, estatal o federal, se ha hecho una mala costumbre de los ciudadanos consideren una obligación el limpiar lo que los mismos coahuilenses ensucian, algo que resulta además de ilógico, es irónico el cómo la ciudadanía “se mete palo ellos mismos”, teniendo como consecuencia un factor por el cual sufre de inundaciones viales porque las descargas pluviales se saturan de basura sacando a la superficie el agua que no tiene su libre paso.

Vuelvo a insistir en la creación de grupos voluntarios para la limpieza de ríos. No seremos los coahuilenses los primeros que lo hiciéramos, pero sí en secundar tareas que ya se hacen en otros Estados o ciudades como es el caso de Nuevo Laredo, Tamaulipas, en donde desde hace meses, grupos voluntarios comunitarios recorren los domingos y días festivos, las orillas del Río Bravo y arroyos afluentes de éste, retirando basura y cuanto mugrero encuentran en esos lugares.

El avance es satisfactorio al grado de que quienes acostumbran a tirar basura y desperdicios en esos lugares, lo han dejado de hacer o al menos ya no con tanta frecuencia que las márgenes lucen su cambio, pues es normal que donde se ve limpieza se cohíban en ensuciar.

¿Por qué no imitar a los tamaulipecos, sobre todo siendo una labor digna de reconocerse y en bien de toda la comunidad? (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México). www.intersip.org

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