Un activo reducido

Por Guillermo Robles Ramírez   

Las paredes de lodo parecen caer de tan viejas, ya no hay risas infantiles y las casas son deshabilitadas. El cielo eterno no expresa su llanto, la tierra seca se levanta con el viento y se pierde en la inmensidad del desierto. Piedra de Alumbre es su nombre, allá, en General Cepeda, Coahuila.

Los comercios apenas subsisten, la agricultura da para comer a unos cuantos y la industria se queda encerrada en la llana pregunta. ¿Cuál? Ya no es Piedras de Lumbre, es todo General Cepeda.

El decrecimiento de la población cepedense de 18 mil habitantes en 1985 a 11,284 mil, a treinta, ocho años después, se convierte en una cruda estadística de su realidad.

Con una golpeada agricultura imposible de desarrollar en medio del desierto, cinco mil hectáreas no significan nada, con el comercio desmembrado y nula actividad industrial: ¿Qué le queda a General Cepeda?

El valor de este municipio no está, pues, en ninguna de estas actividades; sin embargo, ello no implica que no lo pueda ser, a excepción de la agricultura, ya que ésta depende de factores tan importantes como la existencia de agua, de las cuales muy apenas 900 hectáreas tienen riego. Pero con una promoción industrial para la cual sí tiene capacidad se podría reactivar el comercio y el empleo.

Los esfuerzos de reactivación económica de la actual administración estatal se han concentrado en la actividad industrial. Así han sido las noticias sobre enormes inversiones en Saltillo, Monclova y algunos otros muy contados municipios pequeños como Parras y Ramos Arizpe.

¿Cuáles son los criterios para definir la instalación de una empresa en un lugar? ¿Qué acaso General Cepeda no reúne características para crecer? ¿Sus desventajas en la agricultura son un factor de estancamiento? ¿Por qué las autoridades estatales y municipales no han puesto los ojos en ese municipio más que para intentar extraer el agua tan escasa y llevarla a Saltillo?

Hace muchos años, la única inversión importante que se anunció para General Cepeda fue la del Centro Integral de Manejo y Aprovechamiento de Residuos Industriales (CIMARIS) y fue cuestionada duramente. Pero desde ese entonces no se ha vuelto a escuchar alguna inversión importante en esa cabecera municipal. Un CIMARIS, que quedó en el olvido y registrado solamente en las hemerotecas periodísticas.

¿Es acaso un municipio destinado a la emigración de sus habitantes como lo ha sido durante 38 años? ¿Es la naturaleza su verdugo?, ¿acaso el desinterés e incapacidad de las autoridades, es lo que predomina?

El activo de General Cepeda es su gente, su trabajo. Solo que este activo es cada vez menos, pues se va a otros lugares: Saltillo, Monterrey, Estados Unidos, etc. ¿Cuál es el futuro de General Cepeda?

Quizá las autoridades, en su afán de fortalecer industrialmente al estado, han puesto los ojos solo en las ciudades más importantes, pero la miseria, la verdadera pobreza no lo es tanto en las colonias populares como en el campo olvidado.

General Cepeda, Coahuila, tiene en su gente su potencial de crecer, la industria, le significaría una esperanza para los cientos que cada año deciden buscar su destino fuera de su tierra, donde buscan el sueño de vivir dignamente y donde, quizá, paradójicamente, la vida les sea arrebatada. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org

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