Transparentes como una vitrina

Cuándo íbamos a imaginar que una parte de la tecnología del ser humano se convertiría en una nueva forma de expresión, un “estilo” de vida y nuestra nuevo esquema de comunicarnos entre nosotros.

Las redes sociales son por mucho la nueva forma de expresión, de darse a conocer, de hacer amigos, de mostrarnos tal como somos, o aún más desnudarse no solo literalmente sino en un estado de vulnerabilidad en el interior de la persona en donde nuestros pensamientos y ubicaciones son mostrados a millones de personas y en donde se pierde la privacidad del individuo.

Lo que en nuestro tiempo, es decir, hace ya muchos años atrás se conocía como el “chismógrafo”, que constaba de un sencillo cuaderno “polito” en el que venía marcada nuestra vida privada, nuestros gustos y aficiones y donde en una hojeada nos dábamos cuenta de cómo es la persona dueña del querido diario considerado antes como algo privado que solo era mostrado a uno mismo.

Hoy en día es el Instagram, Snapchat, Ask, Tumblr, Wine, Twitter, y obviamente no puede faltar el Facebook, y el WhatsApp en donde éste último cada vez va agarrando más fuerza entre los jóvenes, así también como adultos y ahora también forma parte del trabajo en la cual con la formación de grupos cerrados de acuerdo a sus intereses como nueva forma de comunicarse y expresarse haciendo al final de cuenta un grupo de personas que comparten un mismo interés.

Es difícil determinar cuál de éstos es el más popular entre nuestros hijos, pero seguramente ustedes se han dado cuenta que tanto el Facebook y WhatsApp sobre todo éste último se ha convertido como una necesidad para el intercambio de tareas o trabajos escolares, siendo hasta en ocasiones los mismos docentes quienes incurren a la necesidad de hacer grupos para diferentes temas como alguna obra de teatro, materia de inglés o bien para cualquier otro rubro en materia.

Son las redes sociales en donde nuestros hijos se comunican hoy en día tanto con compañeros de la escuela, así como con personas totalmente desconocidas en donde ni siquiera saben realmente de quién o qué intenciones está la otra persona que se esconde detrás de una computadora o un dispositivo móvil inteligente.

Queda claro que el mundo de los cibernautas es tan amplio que más se tarda uno en subir un tema, foto o noticias, que en ser recogido y reconocido por millones de navegantes en el mundo del Internet.

Es este mundo virtual e intangible de las computadoras donde a través de un “clic” se pueden hacer amigos, pero también queda claro que, de esos miles de seguidores, cientos de ellos pueden convertirse en tus futuros enemigos.

Enemigos y víctimas que crecen cada vez que cualquiera de nosotros, pero aún más con nuestros hijos entran al ordenador, aparece un nuevo o nueva prospecto como amistad y solo basta con aceptarlo para incrementar la lista.

Las relaciones intrapersonales dejaron de serlo desde hace más de dos décadas pero en la última década con la aparición del monstruo del Facebook, cada joven se encierra en una burbuja que es reventada de manera brusca cada vez que cae una persona en problemas o es enganchada a causa de las redes sociales para convertirse en una víctima de la extorción o secuestro.

Esto queda demostrado una y otra vez y no entendemos, seguimos dejando a nuestros hijos navegando en ese falso “socialitte” virtual, alimentándolo con lo que nosotros no queremos escuchar, ver ni entender, porque si nos preguntáramos ¿Hace cuánto no nos bajamos al nivel de nuestros hijos, y detenemos la vertiginosa marcha de nuestro vaivén diario?, de nuestras actividades para saber cómo están y qué quieren decirnos. Pero muchos parece que podríamos no poder contestar.

Actores y cantantes son balconeados, políticos descobijados, delincuentes descubiertos por el ente de las redes sociales que cada día cobra tamaños exorbitantes pidiendo más y más contenido morboso de la que no debemos permitir sean parte de nuestros hijos.

La necesidad de ser escuchados y la constante competencia por naturaleza humana para ver quién tiene más amigos y agregar a personas totalmente desconocidas y lo peor contarle acerca de tu vida privada acaban siendo víctima del desconocido, que el mejor de los escenarios de tantos peligros en el ciberespacio y delincuentes, es con el desprestigio, pero el peor de los escenarios es terminando como presa del crimen organizado, un violador o delincuentes de la pornografía.

El mayor peligro de éstas redes sociales es el de una sobreexposición de la intimidad y el de una excesiva consideración en la forma en la que se muestra en el perfil como si fueras un producto detrás de una vitrina, pero los verdaderos culpables somos nosotros mismos en primer lugar, en segundo los padres de familia que han visto este tipo de tecnología como las nuevas niñeras o nanas para sus hijos.

Deja un comentario