Sobreexposición de la intimidad

La manera de comunicarnos ha cambiado mucho hoy en día. Lo que antes era imposible hablar por teléfono con algún familiar o negocios por medio de un cable por medio de telegramas, hasta su invento telefónico en donde se acortaron las distancias sin embargo se alargaron las llamadas.

En un abrir y cerrar los ojos la comunicación dio un enorme brinco en donde se encontraron nuevas formas de comunicarnos, pero sobre todo un nuevo esquema de hacer amistades, reencuentros familiares hasta conocer nuevas personas de cualquier parte del mundo sin necesidad de viajar hasta allá. Estamos hablando totalmente un giro no solamente a la manera de comunicarnos sino de relacionarnos con otras personas e interactuar desde la comunidad de tu casa.

Las redes sociales son por mucho la nueva forma de expresarse, de darse a conocer, de hacer amigos, de mostrarnos tal como somos, lo que en nuestro tiempo fue el “chismógrafo” que constaba de un sencillo cuaderno “polito” en el que venía marcada nuestra vida privada, nuestros gustos y aficiones y donde en una hojeada nos dábamos cuenta de cómo es la persona dueña del querido diario público.

Hoy en día es Myspace, Badoo, Facebook, Twitter, siendo éstas dos últimas las más populares entre nuestros hijos, y donde ellos hablan con desconocidos a través del mundo virtual.

Queda claro que el mundo de los cibernautas es tan amplio que más se tarda uno en subir un tema, foto o noticias que en ser recogido y reconocido por millones de navegantes en el mundo del Internet.

Es éste mundo virtual e intangible de las computadoras donde a través de un “clic” se pueden hacer amigos pero también queda claro que de esos miles de seguidores, cientos de ellos pueden convertirse en uno de tus peores enemigos.

Nada apartado de la realidad es el film de David Fincher “La red Social” que habla de lo peligroso que puede resultar el Facebook del cual cada que entras al ordenador, al aparecer un nuevo prospecto de amigo, basta con aceptarlo para incrementar tu lista de amistades o seguidores.

Las relaciones intrapersonales dejaron de serlo desde hace más de dos décadas pero en los últimos años, con la aparición del monstruo del Facebook, cada joven se encierra en una burbuja que es reventada de manera brusca cada vez que cae una persona en problemas o es víctima a causa de las redes sociales.

Esto queda demostrado una y otra vez y no entendemos, seguimos dejando a nuestros hijos navegando en ese falso socialitte virtual, alimentándolo con lo que nosotros no queremos escuchar, ver ni entender, porque si nos preguntáramos. Hace cuánto no nos bajamos al nivel de nuestro hijo, y nos detenemos a la vertiginosa marcha de nuestro vaivén diario de nuestras actividades para saber cómo están y qué quieren decirnos, pero muchos parece que podríamos no poder contestar.

Actores y cantantes son balconeados, políticos descobijados, delincuentes descubiertos por el ente de las redes sociales que cada día cobra tamaños exorbitantes pidiendo más y más contenido morboso de la que no debemos permitir sean parte nuestros hijos.

La necesidad de ser escuchados y la constante competencia por naturaleza humana para ver quién tiene más amigos y agregar a personas totalmente desconocidas y lo peor contarle acerca de tu vida privada acaban siendo víctima del desconocido, que el mejor de los escenarios es con el desprestigio pero el peor siendo presa del crimen organizado, un violador o delincuentes de la pornografía.

El mayor peligro de estas redes sociales es el de una sobreexposición de la intimidad y el de una excesiva consideración en la forma en la que se muestra en el perfil como si fueras un producto detrás de una vitrina. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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