PROPÓSITOS
Sherlock Holmes, el personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle, en algún momento dijo: “Al contrario Watson, lo tiene todo a la vista, pero no es capaz de razonar a partir de lo que ve. Es usted demasiado tímido a la hora de hacer deducciones”.
Tal parece que en la misma situación se encuentra el Presidente Enrique Peña Nieto, con una inconcebible timidez para enfrentar los problemas, aparenta no entender, la situación real del país.
Y es que el año lo comenzamos con una escalada de aumentos de precios, debido a las consecuencias de la reforma fiscal que se aprobó por los partidos del presidente en complicidad con el PRD.
El criminal golpe al bolsillo abarco desde el infame aumento en las gasolinas y el diesel, que en un día se dispararon alrededor de 20 centavos, hasta los ya sabidos aumentos a los alimentos para mascotas, refrescos, galletas e incluso vinos.
En el caso del aumento en los combustibles, la trascendencia de este no se limita propiamente al derivado del petróleo, sino que indudablemente repercute en todo tipo de productos, mismos que para llegar al punto de venta necesitan transportarse y sea este transporte por tierra, mar o aire, el medio consume un combustible que tuvo un aumento brutal en su precio.
Por otro lado, el impuesto a los productos con alto contenido calórico, aumenta, sin duda, el gasto en las familias de menores ingresos, que está comprobado, son quienes más los consumen.
Porque el argumento de los flamantes legisladores, tricolores, verdes y amarillos es equivocado, el punto es generar incentivos para una vida sana y saludable, para el consumo de una buena alimentación y que se generen las medidas que permitan del acceso de todos a esa alimentación sana.
El crear un impuesto como una medida para desincentivar el consumo de alimentos con alto contenido calórico es algo absurdo y una muestra del claro afán recaudatorio que tuvo la mal llamada reforma fiscal, puesto que se basaron únicamente en el dinero que representa la nueva contribución y la forma en la que se lo repartirían. Los legisladores del bloque mencionado, son una rara, muy rara especie de representantes populares codiciosos, torpes, sometidos a sus dirigencias y a sus intereses y de quienes debemos de tener cuidado, pues como dijo el filosofo y escritor francés, Voltaire: “Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero”. Esto se hizo evidente.
Y digo que se hizo evidente, porque los miembros de la clase política se han puesto precio y nos han puesto precio, porque en México los votos no se ganan ni se cabildean, sea en las urnas o sea en el congreso, en México los votos se compran.
Porque la nueva política, es la vieja política. Este gobierno emanado del nuevo PRI, (con las actitudes, gestos y costumbres del viejo PRI) parafraseando al escritor Sergio Ramírez, ha sido capaz de restablecer la arbitrariedad como sistema; un sistema que destruye a las instituciones, porque parte de la voluntad personal y no del interés de la nación. El poder que satisface los instintos y no los ideales.
Nadie puede creer en el gobierno que hoy vislumbra el 2014 como el año de los beneficios para la ciudadanía, cuando 2013, con sus reformas fiscal y política, fue el año en que nos aniquilaron el futuro.
3.4% de tasa de crecimiento para este año con el gobierno que tenemos bien puede ser una meta, un sueño o una estupidez. Porque el presidente que no sabe donde está el lugar en que nació, (porque Atlacomulco no está al norte del país) fue quien pugnó por la miscelánea fiscal, que desde el primero de enero estamos sufriendo, el presidente que aumentó el endeudamiento y hace colgar de un hilo cientos de plazas laborales.
La reforma fiscal no es un logro ni mucho menos es lo que necesita el país. Bien valdría que algunos políticos cerraran la boca, pues aunque todo gobernante tiene derecho de cometer tonterías, ninguno tiene derecho de decirlas.
El presidente de las promesas rotas, no se da cuenta que dirige un gobierno tan ineficiente que publica, por un nuevo mandato legal, una lista de personas con créditos fiscales firmes, en la que, más allá de la legalidad de la misma, evidencía su propia estupidez, pues incluyen al Director General de Televisión Educativa de la SEP, Fausto Alzati, a quien aún cuando le pagan un salario, compensaciones y le dan una oficina, lo señalan como ilocalizable.
Absurdo es también, que se publique esa lista de deudores del fisco, y se solape a ese 40% que son evasores y que viven en la economía informal.
La reforma fiscal que ya estamos sufriendo, pone en riesgo, en el aspecto numérico, la previsión de crecimiento que parece que es lo único que le interesa al gobierno. Habrán de tener cuidado, pues solo hablan de números y la aritmética suele volverse en contra de quien la utiliza con tanta simpleza.
En el aspecto real, el riesgo está en las personas que se pueden quedar sin empleo, sin casa o tal vez sin comer.
El discurso es bueno, pero la ley no. El nuevo régimen fiscal, ahonda las diferencias económicas de la población del país y angosta la franja de la llamada clase media.
José María Morelos dijo: “que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto”.
Nuestra legislación fiscal está muy alejada de la idea de Morelos y evidentemente, y a pesar de lo que diga Miguel Ángel Osorio Chong, Enrique Peña Nieto, no tiene ni en que compararse con el siervo de la nación.
La realidad aniquila los propósitos del gobierno para este año, yo por mi parte con una alta dosis de sensatez como propósito de 2014 me he fijado el terminar de cumplir mis propósitos de 2009.
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