Guillermo Robles

Por eso la gente no denuncia

Por Guillermo Robles Ramírez

La percepción de la ciudadanía a lo que se refiere el tema de seguridad, cada vez va en decadencia. La imagen del policía tristemente ya no se ve como antes en donde su uniforme imponía respeto, orden y ley. Ahora muy distante a ello inspira desconfianza, temor e impotencia por parte de la población porque muchos de ellos han participado no solo para el crimen organizado sino también el robo común en donde su principal ayuda es solapando a quienes cometen hechos ilícitos.

Mientras tanto como algunos alcaldes, presidentes municipales y el propio ejecutivo estatal, con ayuda también de funcionarios de alto nivel jerárquico e instituciones se cansan de hacer cultura sobre la denuncia no solamente dentro de sus discursos sino también echando mano a la máquina pesada de la mercadotecnia para erradicar cualquier tipo de abuso.

La cultura de la denuncia es parte fundamental para que exista una justicia o cuando menos eso es lo que las autoridades siempre tratan de inculcar dentro de los valores importantes de los derechos humanos, e inclusive le han dado cada vez más autoridad a la Comisión de los Derechos Humanos para hacer uso y práctica de los múltiples abusos que se cometen diariamente.

Existen numerosos programas para fomentar la cultura de la denuncia y prevención, que imparten diferentes dependencias federales, estatales, y municipales.

En las universidades no existe alguna que no haya pasado cuando menos una conferencia para los jóvenes para sensibilizar la legalidad, y por medio de la denuncia se pueda prevenir de manera anticipada, un posible acto o situación que pudiera generar problemas en su comunidad, y al mismo tiempo se les enseña cómo canalizarlo, es decir, a las instancias correspondientes.

Inclusive en todas aquellas conferencias cierran con broche de oro, la tan desgastada recomendación de invitar a todos los jóvenes a tener confianza en las autoridades; y  a no abandonar los espacios públicos, formar parte de la comunidad a través de la denuncia.

Todo está muy bien y es bueno que se hagan este tipo de programas y campañas publicitarias en los diferentes medios electrónicos, pero las conferencias son igual que en las películas porque logran el objetivo de motivar e incentivar a los estudiantes, es decir, creen salir con el poder de la justicia en la mano, pero en el mundo realidad es otra cosa.

La culturización a la denuncia, es una película de ciencia ficción porque cuando algún ciudadano se anima a denunciar ante el ministerio público o cualquier institución gubernamental y una vez habiendo superado todas las caras de “vinagretes” de los que trabajan en aquellas dependencias, y haber pasado por todos los escritorios haciendo de aquellos institutos todo un desfile de pasarela. No siendo suficiente con ello todavía hay la necesidad de firmar una cantidad sorprendente de hojas oficiales y esperar que dicte una sentencia en caso de existir y comprobar un delito.

El proceso pasa días, semanas, y meses para cuando se determina culpable y se dicta una orden de aprehensión. En cada denuncia se repite el proceso de espera porque siempre existirán otras adelante.

Retomando la teoría, se supone que cuando sale la orden de aprensión que son resoluciones dictaminadas por un Juez y se queda secretamente bajo resguardo, para entregarlo al ministerio público para que sean ejecutadas a la policía o a los agentes encargados para realizarlo. Para cuando esto suceda también ya pasaron otros meses. Esto desmotiva hasta al más paciente y muchos no cuentan con el tiempo y permisos laborales para vivir una parte de sus vidas dentro de los juzgados.

La cultura de la denuncia también debe de ir acompañada con la cultura de la honestidad, agilidad y transparencia de las dependencias de la procuración de la justicia. No deberían de ser no lentos en los procesos de las demandas de delitos menores como las de fraude, robo y entre otros delitos que pasan por procesos penales que “duermen el sueño de los justos”; en las dependencias porque mientras tanto los delincuentes se pasean por toda la ciudad sin que sean atrapados.

Y no olvidemos también el tema de las órdenes de aprehensión que tienen un precio y son vendidas al mejor postor, y una vez que ya no hay nada de provecho que sacarle es hasta entonces que casualmente encuentran al delincuente para detenerlo.

Por estos candados en los procesos de cada una de las denuncias, son las razones del por qué la cultura de la denuncia va perdiendo terreno en donde una población al temor de las represalias y su burocratización prefiere no hacerlas, o como dicen coloquialmente: “ni para qué hacerla de bronca”. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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