Guillermo Robles Ramírez

Perseguidos por siglos injustamente

Por Guillermo Robles Ramírez

            Este fin de semana me tocó observar a fuera de una tienda de conveniencia una gitana que le estaba leyendo la mano a un cliente que acababa de salir del mismo lugar al que fui. Se notaba que estaba este caballero muy atento a todo lo que le decía y a su vez esperando que le dijera algo en particular.

            No es la primera vez que sucede sino ya son varias que estas gitanas abordan a los clientes que van saliendo en particular de esa tienda de conveniencia que se identifican con los colores rojo, blanco y amarillo, para leerles la mano predicando el futuro y haciendo todo tipo de magias a sus incautos clientes con el fin de obtener dinero a base de engaños, manipulación y mentiras.

            Debido a los estereotipos como el que mencioné anteriormente, los gitanos a través del tiempo han sido perseguidos en todo el mundo durante gran parte de su existencia. Durante muchos años han sido personas a las que no se les suelen confiar y sin poder compartir gran parte de su historia han sido condenados por la ignorancia de muchos.

            Cualquiera que sea su imagen, parecida o no a las opciones polarizadas de los gitanos se sabe muy poco y se tienen ideas muy parciales respecto a la vida de ellos.

            Los gitanos no son húngaros, son tan mexicanos como el mole, los gitanos no tienen su propia religión, adoran como devotos católicos a la Virgen de Guadalupe; los gitanos no están aislados por completo del mundo y sus sociedades, usan teléfonos celulares, vehículos y cuanta tecnología pueden usar cualquier otra persona.

            Siempre señalados, en ocasiones criticados, y mal entendida su forma de vivir. Estos sin extender invitación alguna de pronto vivieron lo que cualquier familia de alta alcurnia cuando están próximos a una celebración social, principalmente cuando se trata del enlace nupcial que unirá además a dos familias.

            Una boda, mucha cerveza, comida típica, adornos con ese motivo, alegría desbordada y el motivo de laborar juntos bajo un mismo fin, además de música colombiana parecerían ser los ingredientes de la unión de una pareja pueblerina o de barriada; sin embargo, el jolgorio era en la comunidad gitana que se instalara para el efecto en el sector Fundadores de la ciudad de Saltillo, al igual que en otras colonias de la ciudad de Torreón, Monclova, Acuña, Sabinas o Piedras Negras.

            Con diferencias en su ritual de matrimonio aquí no hay edad para ello, cualquiera que se considera mayor de edad puede buscar con quién compartir sus días. No hay una bendición católica, aquí lo que vale es el compromiso que adquieren ante el patriarca, aunque la fiesta es casi en su totalidad a la de cualquier boda común. Sólo que es la palabra empeñada a la autoridad interna la que más vale.

            La celebración dura tres días, uno de ellos por el pedimento de la mujer, el segundo por la despidida que ofrecen a la novia y novio y el tercero es la celebración, que como en todos los casos se usa el atuendo blanco de la pureza y el compromiso adquirido va más allá de una simple promesa o de una hipócrita celebración protocolaria.

            Para muchos de quienes oyen hablar de los gitanos, sobre todo, en una celebración, parecería venir a la mente a un personaje como los muestran en películas agitando un pandero y ataviada de la tradicional vestimenta de prendas muy coloridas con infinidad de pendientes, collares y pulseras.

            La realidad es muy diferente, a excepción de la belleza de las mujeres gitanas, la celebración es como en cualquier boda de un pueblo o de una colonia de la periferia, la diferencia es que estas bodas sí son verdaderas y el compromiso es con una persona mayor que vive entre ellos y no dar un sí, sólo por cumplir con la tradición.

            Conocer bien a los gitanos representaría una incursión a un mundo, ciertamente distinto, pero tan natural como cualquier otro. No son cosa rara, son más bien gente especial, con tantos derechos y obligaciones como cualquiera.

            Solamente se selecciona una expresión cultural, el matrimonio; por ser la más representativa muestra de su forma de vida, como parte del reflejo de la verdadera alma gitana.

            Aunque nunca vamos a saber realmente de ellos, pero de algo si es seguro que han demostrado su capacidad de recuperación a través de siglos de persecución y muchos están orgullosos que nunca han perdido su fuerte identidad cultural mediante la asimilación en cualquiera de los países que viven ahora.   (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org

Deja un comentario