Guillermo Robles

Ni quién vele por ellos y ellas

Por Guillermo Robles Ramírez

“La gran plaga de la ciudad marítima. No cesará hasta que se vengue la muerte. De la sangre justa, condenada por un precio sin delito”. Una de las advertencias de Nostradamus, conocido por sus acertadas predicciones de guerras, catástrofes naturales, enfermedades y hasta el fin del mundo. La predicción anterior se interpreta como la llegada de la pandemia actual y aunque sigue en una disputa de ser una mala o acertada interpretación lo cierto es que cambió nuestra manera de vivir en todos los sentidos.

El motivo por el cual inicio esta columna con la predicción del coronavirus es porque salió al tema en una reunión con amistades la manera en que esta enfermedad afectó en todo, no solo la manera de vivir desde el punto de vista el cómo cuidarnos. Pero también fue en el sector productivo, comercio, y todo lo que tiene que ver en el rubro económico.

Algunos pudieron adaptarse, otros reinventarse, pero para desgracia de mucha gente se quedó literalmente en la calle y actualmente en aquellas reuniones de amistades las preguntas frecuentes: ¿cómo te va con el coronavirus?, ¿cómo te trata el covid?, ¿te pegó el covid?; refriéndose esta última en tu negocio o fuente de trabajo.

Las personas de edad productiva son quienes están más ensimismados en estos temas, mientras que los jóvenes lo único que piensan es la diversión y socialización masiva.

Lo anterior impacta fuertemente a un sector de la población que en sí ya se encontraba afectado mucho antes de la pandemia, pero en estos momentos es peor su situación.

Algo que lamentablemente está quedando para el recuerdo de las nuevas generaciones, los viejo tiempos en que la abuelita y abuelito eran tratados con mucho respeto, consideraciones, pero sobretodo, con amor y ternura de sus hijos, nietos y demás familiares.

Los abuelos del pasado, simbolizaban a la familia y era común que se convirtieran en los consejeros del hogar, no faltando en esas épocas la recomendación de los papás de decirle a la hija o hijo “vaya con su abuela o abuelo y pídale un consejo de lo que quiere hacer y me está usted platicando”.

Todavía recuerdo, que era tal la trascendencia en la jerarquía y autoridad de la familia que las abuelas o abuelos eran partícipes directos cuando una hija iba a casarse; pues además de que el pretendiente hiciera la petición al papá para conceder la mano de su hija, también tenía que acudirse al abuelo y en ausencia de éste a la abuela para dar el consentimiento del enlace.

Los tiempos han cambiado radicalmente al grado de que predominan los casos en que la abuelita o abuelito terminan sus últimos años en la calle, o bien y siendo mejor que el anterior escenario es llevado a una casa o refugio de la tercera edad.

Las instancias creadas por el gobierno como son las instituciones que pueden defender y ver por los adultos mayores, lamentablemente existen de membrete, además de que quienes necesitan de ellas, desconocen ubicación y no se atreven a salir sin la compañía de una persona mayor que los cuide al caminar por las calles y exponga su dolorosa situación.

Duele decirlo, pero prácticamente los adultos mayores llegan a convertirse, por desgracia, en estorbo para muchas familias, sin considerar que en muchos casos ese viejo fue factor determinante para que las hijas e hijos tengan una vida placentera gracias al patrimonio que llegó a tener, gracias a su trabajo y esfuerzo.

Sobran, por otro lado, los abuelos a quienes los despojan de sus bienes con engaños y hasta por la fuerza al grado de que son amenazados o de lo contrario serán lanzados a la calle.

Como en la viña del señor, de todo se da en la vida de los abuelos quedando en el olvido todo lo que les debemos, porque el egoísmo y el abuso pueden más que la obligación de protegerlos después de que se entregaron a sus hijas, hijos y nietos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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