Más seguros debajo del colchón

Todos estamos familiarizados con la frase “Es como quitarle un dulce a un niño”, y algo parecido está pasando hoy en día, cuando a nombre de la modernidad o simplificación tecnológica para hacer eficiente la sistematización administrativa o la legalidad de los procedimientos gubernamentales.

La implementación de nuevos métodos como instrumento de facilitar con rapidez los procesos, en su mayoría resulta positivo. Pero en otras ocasiones los que llegan a utilizar la tecnología o modernidad se convierte en su peor enemigo, en la que con frecuencia la falta de conocimiento o personas con hábitos muy tradicionales que rechazan en su mente el querer aprender para adaptarse a un nuevo sistema se convierte víctima de abusos de terceras personas, instituciones bancarias o hasta de la mismas instituciones públicas.

Por mencionar un ejemplo, anteriormente la Secretaría de Desarrollo Social Federal, pagaba a los campesinos para combatir la marginación de pobreza, en las instituciones oficiales haciéndolos gastar en el transporte público, trasladándose varios kilómetros desde sus hogares, y en ocasiones tenían que gastar en alimentos para cobrar en particular el día que se les había asignado, ocasionándoles un detrimento en su economía.

La estrategia, evidentemente se debió cambiar a la modernidad pero dichos programas de ayuda para la gente vulnerable además de que caen en lo absurdo por sus ridículas cantidades cuando se desperdicia más recursos federales destinados a fondos perdidos pero si la cantidad destinada para los pobreza mexicana no era suficiente aún menos les queda porque muchos de ellos tienen que invertirle para los gastos de viáticos para poderse transportar de alguna comunidad remota hasta una más cercana en donde puedan cobrarlo de acuerdo a la existencia de la llamada modernidad.

Desde que el IMSS, emprendió su sistema de modernización y eficiencia, para pagarle a los pensionados en las diferentes instituciones bancarias ha sido para muchos de ellos víctimas de abusos y robos para muchas ratas de dos patas, ya que en la actualidad cada mes se ve cómo los viejitos entran y salen de los cajeros automáticos y otros formados en filas largas para entrar a los bancos desde dos horas antes de abrir sus puertas.

Es muy común ver que éstas personas de la tercera edad que con el sacrificio de muchos años de trabajo están cobrando parte de su dinero que trabajaron para ello, puesto que para muchas personas piensan equivocadamente que el IMSS, está haciéndoles un favor en darles dinero, cuando en realidad es todo lo contrario; es el Seguro Social el que se benefició de la retención de las cuotas de los asalariados para hacer uso de ese recurso para el crecimiento de las mismas instituciones, instrumentos quirúrgicos, medicamentos, el pago de los empleados de la misma institución y hasta de subrogar a otros pensionados o jubilados. En pocas palabras el IMSS, no te está regalando nada, sino te está devolviendo lo que es tuyo.

Con el esquema de pago por medio de una tarjeta de débito, es muy común ver muchos de ellos que llevan en la mano apuntado los números de su NIP, para poder tener acceso y retiro del dinero, pero a muchos de ellos se les dificulta tener que entrar a un cajero automático y ver el teclado, seleccionar las opciones, que para muchos de ellos se les hace muy complicado tomando la decisión de pedirle el favor a una persona más joven de hacerlo en lugar de ellos. Otros llevan familiares y en ocasiones hay quienes mandan a los nietos con la pura tarjeta de débito y la clave, cometiendo el mismo error en preguntarle a una persona ajena de hacer el retiro.

Al final del día, se puede observar que hay todo un escenario propenso para ser robados no solo por el delincuente común sino hasta por personas ajenas, familiares y por qué decirlo hasta por el mismo personal de las instituciones bancarias quienes pagan en la ventanilla argumentando cualquier invento como el cobro de una comisión bancaria para que esa dizque comisión termine en el bolsillo del trabajador del banco.

Por éstas simple razón y muchas otras más situaciones decimos que como quitarle un dulce a un niño, porque para los jubilados y pensionados no hay modernidad que valga la pena, mucho menos la de los servicios bancarios que jamás podrán sustituir la confiabilidad de guardar su dinero debajo de un colchón. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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