Llueva, truene o relampagueé, ahí están siempre
Un día como hoy, pero en 1931 cuando por primera vez en México fueron festejados los empleados postales como un reconocimiento a su trabajo asimismo y en 1947 en honor al cartero, fue impreso un timbre con el nombre de “Héroe Anónimo”.
Aunque el oficio de cartero, que durante mucho tiempo fue un servicio personalizado de mensajería y base del sistema oficial de correspondencia, actualmente se ha transformado debido a la misma modernidad de las telecomunicaciones.
La tradicional correspondencia familiar y personal que antaño constituía un medio privilegiado de comunicación entre las personas, dejó paso al teléfono fijo, al correo electrónico, redes sociales y lo que ahora parece ser una pandemia en los teléfonos móviles inteligentes con el “Whatsapp” palabra que sin ser verbo se le ha encontrado su propia conjugación gracias a la Fundación del Español Urgente.
En ese contexto, los servicios postales y de mensajería se han diversificado y el empleo vinculado a dicho trabajo se ha transformado, por lo que los servicios de correspondencia ya no se centran preponderantemente en la recepción y entrega de cartas, sino en el envío de paquetería diversas, dinero, regalos, invitaciones y avisos como telegramas o aquellos ocupados por el SAT, entre otros.
Sin considerarme una persona vieja, recuerdo con fortuna la imagen del cartero que tanto me emocionaba cuando era niño tan solo escuchar su silbato cuando llegaba en bicicleta; su pantalón arremangado en el calcetín para que éste no fuera pescado con el engranaje de la bicicleta y esperaba que abriera ese bolso de piel tan característico de los carteros que desde lejos cualquiera identifica su oficio para que me entregara la correspondencia y con esa misma emoción como si me hicieran un regalo, la recibía para entregársela a mi mamá.
El cartero siempre recordado antes de las tecnologías como aquella persona que hacía un oficio social y confidente no solo como testigo sino como parte integral de momentos tristes y agradables porque llevaban noticias de todo tipo, al leer las cartas de sus destinatarios que muchos de ellos no esperaban a meterse a la casa sino eran leídas desde el momento que eran entregadas y sin dar vuelta para entrar, los carteros podían ver la reacción de la gente, algunas ocasiones de alegría, otras de tristeza y también de sorpresa. Ellos sabían si aquella carta era buena noticia o mala al igual se trataba de algún familiar con solo el hecho de ver sus rostros.
Amigo de las familias y enemigo de los perros porque no faltaba alguno que lo persiguiera, pero se hicieron legendarios sin importar la lluvia, viento o cualquier inclemencia del tiempo siempre llegaba aquella noticia a algún familiar o familiares.
Ahora su enemigo las tecnologías que ayudan a acortar el tiempo de entrega en un solo picar de envío en solo minutos pueden llegar cualquier cosa hasta el otro extremo del mundo y, sin embargo, el oficio de cartero continúa, sin importar que con el tiempo; éste servicio fue cambiando en donde las bicicletas fueron intercambiadas por motocicletas y el silbato dejó de sonar en donde ahora tocan la puerta o el timbre y otros simplemente dejan la correspondencia en el domicilio como si se tratara de algún anónimo pasando desapercibida su presencia.
Y aunque ha disminuido la tradición de enviar cartas personales, esa costumbre no ha disminuido entre quienes viven en Estados Unidos que tienen parientes en el país, porque son quienes mandan mucha correspondencia a sus familiares que dejaron en México.
Quizás han pasado ya años desde la última vez que recibí una carta personal, aunque lo cierto es que éstas se guardan con cariño y con el tiempo se vuelven a releer, porque el mensaje escrito en un papel no se iguala aún con aquel que se recibe en forma impersonal a través de una computadora para perderse en un archivo o eliminarla porque ocupa mucho espacio en la bandeja.
Si bien es cierto que en la actualidad la correspondencia que se maneja principalmente corresponde a las promociones y recibos de pagos de empresas, aún queda una parte de la población que continúa empleando las cartas como medio de comunicación. Y no olvidemos que en temporada navideña los niños no olvidan que es a través de una carta como pueden darle a conocer a Santa Claus lo que quieren para navidad, aunque para ser honestos esta costumbre se está perdiendo entre las nuevas generaciones en donde ahora piensan que tanto Santa y los Reyes leen todo en una laptop o un IPhone.
Por una u otra razón éste es un servicio que ha sobrevivido al tiempo y quienes tienen la misión de hacer llegar la correspondencia son los carteros, independientemente de las inclemencias del tiempo o la inseguridad que hoy en día se vive en algunas colonias.
En muchas ocasiones por tradición, es un oficio que se sigue en una familia donde el abuelo o los papás iniciaron con la labor, por lo que ahora los hijos continúan con este trabajo, donde se han caracterizado los hombres por llevarlo a cabo, en los últimos años también se ha abierto para que las mujeres participen el oficio de obra social abriéndose un nuevo capítulo en la trayectoria del Servicio Postal Mexicano y sin importar las condiciones adversas del clima y la tecnología, los carteros continúan ejerciendo una profesión que data ya desde hace siglos: ¡Feliz Día del Cartero!. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org
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