Guillermo Robles

Intocables por la Ley

Por Guillermo Robles Ramírez

Sin importar de qué parte del mundo siempre existirá ese repudio entre la sociedad para violadores, pederastas, y pedófilos. Las leyes en todo el mundo son aplicados para quienes cometen ese tipo de delito. Hasta dentro de las cárceles se les aplica la ley del Talión para los violadores, es decir, ni siquiera los criminales perdonan este tipo de abusos.

            Todos a excepto la Santa Sede son los únicos que minimizan el delito de pederastía cuando se trata de sacerdotes que están dentro de su congregación y pecando aún más con su silencio en no denunciarlo ante las autoridades correspondientes con la estúpida justificación de que el Vaticano tiene sus propios Códigos Penales en donde castigan este tipo de delitos estando muy por encima de cualquier otra ley constitucional sin importar fronteras.

            Nunca serán suficiente las reformas hechas por el Papa Francisco para sancionar a quienes cometieron el delito de pederastía porque para cualquier sociedad y sobre todo los victimarios las sanciones son insuficientes; dejando un sentimiento dentro de cualquier comunidad ese proteccionismo por parte de la iglesia ante sacerdotes que cometen cualquier tipo de abuso sexual o tocamientos a menores de edad.

La gente se cuestiona en qué radica esta exclusividad para no ser enjuiciados por las autoridades civiles y penales al igual que cualquier ciudadano cuando quebranta la ley.

Mientras que para la iglesia estos sacerdotes o servidores de Dios ya fueron castigados según el Código Penal del Vaticano, la mayoría de los casos por no decir todos, son cambiados de parroquias a otras ciudades entorpeciendo a las autoridades cuando son denunciados por las autoridades civiles y penales para que conforme a derecho se imparta justicia a las víctimas abusados sexualmente.

Hay pocos casos registrados en la República Mexicana, en donde las autoridades locales y/o estatales hacen el llamado de algún miembro de la Iglesia para hacer alguna declaración a las verdaderas autoridades terrenales y no del Vaticano para poder enjuiciar a estos “padres”, como se les dice en el ámbito religioso, que han abusado sexualmente de inocentes niños y niñas.

En la mayoría de esta búsqueda de justicia, queda impune porque los miembros del sacerdocio siguen los lineamientos de las reglas del Vaticano, como ha sido el encubrimiento de los religiosos pederastas y pedófilos, en donde han sido reasignados a otras capillas del país, y la otra es sobre el secreto de confesión.

Justamente en Coahuila ha existido casos de abuso de menores por parte de miembros de la Iglesia, aunque también hay que decir las cosas como son, es decir, las autoridades locales y estatales se hacen ojo de hormiga cada vez que los “padrecitos”, callan la verdad cometiendo otro delito que viene establecido en el Código Penal del Estado de Coahuila en obstrucción a la justicia y encubrimiento en su Artículo 253 y en el Artículo 256 diciendo a su letra: “Se aplicará prisión de tres días a seis meses y multa; salvo que esté obligado a guardar el secreto profesional con motivo de ministerio religioso: A quien teniendo conocimiento de la segura comisión de un delito que se persiga de oficio y que resulte cometido; o de uno que se está cometiendo; omita dar noticia a la autoridad pudiendo hacerlo, sin que con ello corra riesgo personal y al incurrir en la omisión, la autoridad ignorara que se iba a cometer el delito o que se estuviere cometiendo.”

En este último artículo de nuestro Código Penal del Estado, ningún miembro de la Iglesia, incluyendo el Obispo de la Entidad, puede decir que fue un secreto de confesión y no representa un peligro para la  profesión eclesiástica desde el momento que sé da a conocer los nombres de párrocos pederastas a la Santa Sede para que sean castigados por los Códigos del Vaticano, e incurriendo en el encubrimiento a las autoridades correspondientes; por quién sabe cuánto tiempo y hacerlo público deja de ser un secreto de confesión.

Considero este tipo de actos como una doble moral, o mejor dicho una bandera hipócrita justicia y divinidad que la Santa Sede les otorga como intocables de cualquier Ley. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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