Por  Guillermo Robles Ramírez
Al mexicano se le conoce en el mundo no solo con la típica característica del buen humor con su toque de picardía, los fiesteros porque ni siquiera la muerte se nos escapa a celebrar cada 2 de noviembre con el Día de Muertos. Algo que también nos distingue es esa solidaridad cada vez que sucede algún tipo de catástrofe principalmente cuando se trata de tipo climatológica.

Estos son al menos algunos de los muchas características positivas que tiene el mexicano. Sin embargo, hay otras que son negativas que hacen que pesen más haciéndonos ver con más defectos que cualidades.

 Aunque no nos guste por desgracia somos conocidos por el “ya merito”, una carencia de responsabilidad en todo, es decir, falta de culturalización en cualquier rubro principalmente en el manejo, respeto a las normas de tránsito, no hay tolerancia a las personas de la tercera edad, entre otros más. Tampoco puede faltar la corrupción desde funcionarios públicos así como de ciudadanos.

La inexistencia de transparencia no solamente en instituciones de gobierno sino hasta en grupos sociales. Exigimos bonos de puntualidad o premios laborales cuando existe la creencia de que la puntualidad es llegar cinco minutos tarde. No existe un verdadero sentimiento de civismos y patriotismo.

Sabemos de algunas leyes más no hacemos valerlos y de aquellas que conscientemente quebrantamos  porque la mentalidad de valemadrista está inmerso como parte de la culturización de la omisión de la aplicación de la justicia debido a sus procesos burocratizados.

            Los mexicanos por excelencia tienen una característica en particular en donde todas las cuestiones negativas mencionadas entre otras más que me faltaron señalar tiene en su interior es un interruptor que se enciende y se apaga según las circunstancias, pero todo depende de la situación geográfica en donde se encuentre.

Para no ir tan lejos solo basta con brincar la frontera a los EEUU en donde ese interruptor se enciende para que el “chip”, de lo correcto funciona dentro de la conciencia en donde cualquier mexicano sabe que el no manejar rápido es lo correcto al igual que el respetar los carriles y todo aquello que implica la cultura del buen conductor o leyes de tránsito lo hace sin hacer pucheros.

Entre ellos también se enciende la cultura de la denuncia, los derechos que se tienen, el someterse al orden y leyes del vecino país del norte. Y lo más irónico de los casos son aquellos mexicanos que logran la residencia estadounidense, sin importar el motivo que sea hasta cantan el himno nacional de la bandera de los EE.UU., con tal pasión viéndoseles rodar una lágrima de tal emotiva ocasión.

            Los mexicanos estamos tan acostumbrados a tener que hacer las cosas a medias que simplemente lo vemos en los más altos niveles jerárquicos de los gobernantes iniciando hasta con el mismo Presidente de la República. Lo vemos hasta en la vértebra social  que es nuestra Constitución Mexicana en donde resulta más fácil parcharla que ponerse a hacer una nueva adecuada a las necesidades y tiempos de un México moderno.

            La falta de respeto a nuestra Constitución Mexicana se pisotea desde la médula política más alta, es decir, el Ejecutivo hasta el más bajo cadena de mando de un servidor público, en donde simplemente todos se hacen ojo de hormiga. Por eso esa existencia de controversias anticonstitucionales que solamente quedan ahí, pero sin respetar las garantías individuales escritas en los que en teoría nada y nadie puede estar por encima de esos derechos.

            Es suficiente con dar una hojeada a cualquier expediente sea penal o mercantil para ver la cantidad de inconsistencias anticonstitucionales en donde existe una ambigüedad de interpretaciones o simplemente la omisión de derechos y procedimientos legales.

También lo podemos ver hasta en los casos más sencillos en donde viene escrito en la Constitución de México en la cual se dice que la prohibición de la doble tributación, es decir, impuestos. Sin embargo, con solo cambiarle el nombre a la tributación o impuesto es para no considerarlo como el mismo, en un pasado se pagaba IETU, ISAN, IEPS, ISR e IVA y ahora solamente los dos últimos que entre funcionarios públicos se justifican que no son lo mismo porque se aplican y se llaman de diferentes formas sin embargo no dejan de ser literalmente pagar doble tributo al gobierno.

Tampoco hay que olvidar el famoso pago de tenencia o derecho vehicular en donde en ninguna parte de la constitución queda establecido y aunque éste impuesto haya quedado endosado a responsabilidad de los estados a cobrar no dejan de ser anticonstitucional pero indebidamente se ha invertido millones de pesos para la construcción de infraestructura para sistematizarlo con equipo de cómputo y centro de cobro. No olvidemos que este impuesto surgió en 1962 con el entonces presidente Adolfo López Mateos, y fue de carácter temporal para poder financiar los Juegos Olímpicos de México 1968.

Existen muchos ejemplos por mencionar y cosas que se hacen de manera cotidiana. Y muy a pesar de ello no significa que nuestras autoridades estén actuando bajo derecho. Aquí en México sucede todo lo contrario porque ante cualquier acusación el demandado tiene que comprobar su inocencia cuando todo debe de ser a la inversa de comprobar la culpabilidad. ¿Hasta cuándo se nos encenderá el interruptor de la honestidad y trasparencia?, pero sobre todo el de la justicia. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org