¿Hasta cuándo?

Por Guillermo Robles Ramírez

Los colegios particulares, entre otros negocios, son de los más sueltos, no cumplen muchas normativas y en verdad que son verdaderos negocios. Sino lo fuesen, no proliferarían, así de sencillo.

Para empezar, quién o quiénes rigen sus condiciones de instalación porque lo mismo se establecen en una casa habitacional que en un edificio carente de las más mínimas medidas de seguridad para cualquier contingencia. En muchos de los casos son casonas antiguas cuyas instalaciones de luz y agua son tan antiguas como la misma Revolución Mexicana.

Y hablo de escuelas particulares de todos los niveles, ya sean pre primarias, primarias, secundarias, preparatorias y hasta de carreras profesionales.

Quién mide la capacidad o nivel profesional de sus maestros, quién lo certifica o cómo se avala, porque los hay aquellos en donde ni siquiera tienen maestros o maestras del nivel profesional más bajo.

Otra de las ventajas que tienen los colegios particulares es que fijan sus tarifas o cuotas de colegiatura, a su arbitrio y sin respetar los porcentajes de la inflación anual.

En muchos de los casos esos incrementos arbitrarios y desfasados motivaron que padres de familia se vieran obligados a retirar a sus hijos de esos colegios particulares.

Considero que la mayoría de esas escuelas o colegios particulares solo venden un concepto, y estatus, echando andar la maquinaria de la publicidad y/o mercadotecnia. Pero sobre todo aprovechándose de la existencia de un nicho: carencia.

La alta demanda poblacional ha rebasado no solo la capacidad de las escuelas estatales y federales, sobre todo ésta última, en donde la actual Administración Lopezobradorista y gobierno caudillista, no le apuesta al sistema de educación, dejando de invertir en la construcción de nuevos planteles educativos y aquellos existentes se encuentran muy lejos de la mancha urbana; siendo difícil el medio de transporte o la inexistencia de ellos por lo remoto en donde se encuentran.

Los colegios particulares que en muchos de los casos no tienen la incorporación o reconocimiento de la Secretaría de Educación Pública en el Estado, no tienen normativas que atender ni cumplir, por lo que hace de ellos, un negocio fácil dando lugar a que cada vez haya más.

Resulta injusto y un fraude que muchos padres de familia por falta de información o interés de ellos mismos por no investigar, después de algunos ciclos escolares que mantienen a sus hijos en esos planteles particulares, se encuentren con la decepción de que sus estudios no son reconocidos en escuelas incorporadas y reconocidas por la SEP.

Situación lamentable que se dan cuenta muy tarde cuando esos estudiantes quieren continuar sus estudios superiores o universitarios, momento hasta entonces que se percatan de no estar reconocidos o certificados ante la Secretaria de Educación Pública de la Entidad.

Tampoco hay que ser tan ingenuos para quienes leen esta columna y pregunten a la escuela o colegio particular, si están reconocidos o inscritos ante la SEP, porque la respuesta evidentemente será afirmativa. Se les acusa de sinvergüenzas y abusones, pero no de idiotas. Lo mejor es preguntar directamente ante las autoridades de la SEP, si están validados o registrados ante ellos, esas instituciones educativas de particulares. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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