Financiamiento para el desarrollo, una respuesta al cambio climático
La Habana, 20 oct (PL) Con el denominador común de que el cambio climático afectará la estabilidad, el bienestar y la vida en la Tierra, la humanidad buscará un nuevo acuerdo climático en París 2015, para ponerlo en vigor en 2020.
Como parte del demorado proceso de negociaciones para adoptar las medidas necesarias ante el calentamiento planetario, debido al efecto invernadero de los gases contaminantes, tendrá lugar en diciembre en Lima la XX Conferencia de las Partes (COP20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
La cita prevé avanzar en la elaboración del borrador del referido acuerdo, pues desde 2012 venció el Protocolo de Kioto, adoptado en 1997 para reducir las emisiones de seis importantes gases de efecto invernadero, pero prorrogado hasta 2020 pese al retiro de algunos países y la no ratificación por Estados Unidos, el mayor contaminante mundial.
Entre las estrategias de respuesta que se plantean en todo el mundo frente al cambio climático y otros grandes retos globales, numerosos especialistas estiman que una de las grandes asignaturas pendientes tiene que ver con el financiamiento para el desarrollo sostenible.
En opinión de muchos estudiosos, para que un nuevo convenio sobre cambio climático sea efectivo deberá contemplar que los países en desarrollo reciban un financiamiento adecuado de las naciones desarrolladas para mitigar la emisión de gases de efecto invernadero, pero sin que se perjudique su desarrollo.
En diálogo con Prensa Latina, Ramón Pichs, del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, dijo que si bien en el mundo se han identificado gran cantidad de requerimientos y demandas de recursos para enfrentar el cambio climático, sobre todo en los países de menor desarrollo, desafortunadamente hay una gran brecha entre esas necesidades y los recursos desembolsados con ese fin.
Ello quedó demostrado en distintas discusiones y negociaciones internacionales, como las relativas a la Convención Marco de la ONU sobre el cambio climático y el Protocolo de Kyoto, añadió el investigador.
En esas instancias, criticó Pichs, los recursos que hasta ahora fueron puestos sobre la mesa y desembolsado son extremadamente limitados y muchas veces se trata de fondos reciclados de otros fines.
Los temas financiero y tecnológico, señaló, requieren de voluntad política por parte de los principales responsables históricos de este problema del cambio climático y el deterioro ambiental, para avanzar o lograr progresos sustanciales, sobre todo en lo que es la instrumentación de muchas estrategias en los países de menor desarrollo.
Como contraparte a este panorama, hay un amplio marco para la cooperación sur-sur, y de hecho, comentó Pichs, Cuba es considerada como una abanderada de la colaboración con otras naciones de menor desarrollo, en particular en lo referente a investigación y capacitación de especialistas.
Cuba -abundó- apoya a muchos países del Tercer Mundo en el fortalecimiento de sus potencialidades en educación y salud, y todo eso redunda al final en un mejoramiento de la capacidad de respuesta ante los efectos adversos del cambio climático y en una mayor adaptación.
La isla ha mantenido siempre una posición de plena correspondencia con los puntos de vista de los países subdesarrollados en los debates sobre el clima mundial, aseveró el especialista del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial en La Habana.
Para nosotros -acotó Pichs- el tema de la equidad es fundamental y el acuerdo que se alcance para el año 2015 debe ser realmente justo y equitativo. Un progreso en ese sentido pasa porque se tenga en cuenta la naturaleza a largo plazo del cambio climático como un asunto global, explicó.
El necesario financiamiento y transferencia de tecnología, en términos favorables para los países en desarrollo, son dos de los grandes criterios que la mayor de las Antillas y el resto de las naciones subdesarrolladas defienden con mucha fuerza en los foros internacionales.
Cuba -resaltó- defiende la idea de que las soluciones a los problemas del cambio climático no deben darse en un escenario vacío, sino en el contexto del desarrollo, y en la medida en que se contribuya a solucionar las grandes brechas y deudas sociales que tiene el mundo, también se estará en mejores condiciones para responder a este fenómeno.
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