FABRICANTES DE CULTURA

Además de apoyos, prestaciones y aguinaldos, un diputado federal mexicano gana $150,000 mensuales mientras que la reina Sofía de España tiene asignado un sueldo equivalente a $140,000. El propio rey Juan Carlos percibe $440,000 cada mes y nuestros magistrados $491,000. Los séquitos, viajes y costos de representación guardan proporciones similares.

Además de disfrutar sueldos y prestaciones superiores a los de los monarcas europeos, y los suntuosos edificios que construyeron para su comodidad, los seiscientos veintiocho legisladores federales, producto del perverso sistema político que padecemos, dedican su tiempo a actividades que poco o nada tienen que ver con su verdadera tarea de construir un entramado legal que beneficie a la nación.

Como regla general, y con las excepciones que la confirman, la codicia y la ambición personal de los legisladores se suman a la falta de talento y preparación, por lo que la grilla y el comercio de influencias sustituyen al trabajo legislativo honesto y patriótico. El oprobioso resultado de tal situación se comprueba al comparar el texto actual de nuestra Carta Magna con el espíritu presente en su redacción original. Basta revisar los cambios sufridos por los artículos 3, 27, 123, ó 130 para juzgar la veracidad del aserto.

En busca de lucimiento y difusión mediática, sus abundosas intervenciones en la tribuna se suman a los cotidianos boletines y entrevistas en que, pese a los costosos equipos de asesores y redactores, exhiben su pobreza de conceptos y de lenguaje en auténticos esperpentos gramaticales llenos de evasivas y grandilocuencia.

Y todavía tienen el atrevimiento de utilizar nombres de personajes tan distinguidos como el chiapaneco Belisario Domínguez para justificar la entrega de preseas y distinciones y para invadir terrenos culturales, artísticos y editoriales con objetivos absolutamente ajenos a sus facultades originales pero groseramente ostentosos y caros.

En contraste, y como verdadero pronóstico de un futuro mejor, muchas organizaciones civiles aglutinan y apoyan a personas interesadas en el bien común y en el desarrollo de las ciencias y las artes. Con sus labores, a salvo de la corrupción y la burocracia gubernamentales, favorecen el ambiente intelectual produciendo círculos virtuosos entre los creadores y el público.

Un ejemplo digno y notable es el del poeta sevillano Manuel Pérez-Petit. Escritor, periodista y docente, se ha convertido en un exitoso gestor cultural realizando un meritorio trabajo que conjunta plástica y literatura en las varias colecciones del sello Sediento Ediciones. Por ello, Pérez-Petit y su talentoso equipo de trabajo han logrado pleno reconocimiento en ferias de libros tan prestigiosas como las de Guadalajara y Minería.

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