El esplendor de la carne se apaga

Seguramente los abuelos, pero sobre todo aquellos de generaciones atrás llegaron a disfrutar de esos ricos chicharrones de res y cerdo que se elaboraban en grandes casos de cobre en las carnicerías de barrio, si, en esos negocios que se encontraban en la esquina de las calles y en las que las amas de casa solo caminaban unos cuantos metros para adquirir los productos de la carne y sus derivados como embutidos y pedidos especiales como el carnero o chivo para asar en alguna parrillada familiar.

No había barrio o colonia que no pudiera prescindir de estas carnicerías quienes siempre se les anteponía la palabra “Don”, y después el nombre del dueño de la carnicería como símbolo de respeto porque siempre se caracterizaban como los riquillos de las colonias por considerarse de un producto caro y sus ganancias siempre se dejaba ver por la comodidad y lujos de sus hogares.

Hoy en día están a punto de extinguirse, porque las grandes tiendas de autoservicio y los grandes almacenes como Soriana, Walmart, Casa Ley, HEB entre otros han acabado con las carnicerías de barrios y colonias populares. Cada vez son más escasos esos negocios que anteriormente eran tan populares y que se distinguían por la colocación de una manta roja en la puerta principal para anunciar que ahí es una carnicería.

Y no se diga de la preparación de esos deliciosos chicharrones y más cuando hacía frío, la gente esperaba impaciente que el carnicero los empezara a sacar para su venta y luego corrían a la panadería por un pan francés y luego a la tienda de abarrotes por unos chiles en vinagre, cuya combinación lo hacía aún más delicioso.

En la actualidad es raro encontrar una carnicería de barrio y más raro es ver un caso afuera de un negocio de ese tipo en el que preparan los chicharrones, todo eso ya está quedando en el pasado, son costumbres que están desapareciendo.

Es una realidad que los pocos dueños de las carnicerías de barrio no pueden competir con las grandes tiendas de autoservicio, por ello están optando por cerrar sus puertas. Y aquellos que se mantienen abiertos se defienden argumentando que ellos siempre ofrecen a sus clientes carne fresca, mientras que las tiendas grandes solo venden carne muy congelada y en muchos de los casos es carne importada de dudosa calidad.

Las mujeres de la tercera edad que alcanzaron el esplendor de las carnicerías de barrio en las distintas colonias y sectores de las diferentes ciudades del país, tenían antes la oportunidad de caminar unos cuantos metros para adquirir los productos cárnicos que preparaban para sus familias.

Eso se fue acabando con el tiempo con el cierre de las carnicerías por no poder competir con los monstruos del comercio departamental y hoy las amas de casa tienen que ir a la Soriana, Walmart, HEB, entre otros comprar la carne que venden empaquetada y con mucho tiempo de refrigeración.

Ahora solo son recordados como algo que solo unas generaciones alcanzaron a vivir en donde el trato del cliente dejó de ser personalizado.

Es definitivo que las grandes cadenas de autoservicio son consideradas con un gran poder económico quienes pueden adquirir grandes volúmenes de carne de res, puerco, pollo y pescado y su comercialización hace que sus precios sean muy atractivos.

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