El sendero de los iluminados

El sendero de los iluminados: Malicia y Maledicencia. 2 de 2

Tengamos en cuenta que las palabras ociosas son fuente de ofensas. Cuantas ofensas se hacen a los demás y así mismos al amparo de las llamadas críticas constructivas, que no son ni más ni menos, que un vulgar eufemismo para disimular lo que es pura maledicencia, como al igual la llamada envidia de la buena, eso no existe, solo son frases mal intencionadas o tergiversadas, ya sean consciente o ignorantemente .

La malicia siempre se regocija del mal ajeno y este regocijo puede ser manifestado al exterior disfrazado de buenas intensiones o simplemente no manifestado haciéndose pasar por ignorante, pero este último supuesto es raro, ya que el que es malicioso necesita manifestar al exterior su alegría por el mal ajeno y si le es posible, emplear su malicia que siempre es un amor a la maldad, para emplear su lengua a fin de que todo el mundo, se entere del mal que sufre la persona de la cual se esté tratando.

Estamos entonces, ante un tema de maledicencia que tal como el término expresa la maledicencia es hablar mal de alguien, maldecir, mal desear, mal actuar, en pocas palabras la malicia puede estar disfrazada de buenas intenciones y no siempre aunque en su mayoría las palabras de aliento son reales.

La maledicencia está tan extendida en todas las sociedades de este mundo, que hasta existe publicaciones dedicadas al chismorreo, puesto que esto son las llamadas revistas del corazón, las cuales lanzan los comentarios sobre personas socialmente bien situadas, envolviendo los comentarios maledicentes en un glamour de bellas casas, donde se dan suntuosas fiestas con bellos trajes y complementos. Desde luego que allí nadie se reúne para hablar de las necesidades carentes del projimo.

Pero también existe en abundancia la maledicencia, en las publicaciones más serias, o al menos se presentan con ese calificativo, como muchas de las cosas están tergiversadas nos venden una falsa idea de lo que es el amor, la solidaridad envuelta en el beneficio personal, en la fama por ser altruista y de cómo ganar con ella, en las que se despelleja a todo el que no piense conforme a las ideas políticas del medio de publicación.

Y como es lógico que así sea, pues el maligno nunca descansa y siempre está haciendo horas extras, ni la Santa Sede se libra de la maledicencia, hasta existen periodistas o personas que ellos llaman se auto titulan como vaticanistas, religiosos o creyentes de algo cuando no creen en la humanidad misma, proporcionan toda clase de chismorreos, dimes o diretes o expresan sus comentarios mal intencionados.

Evidentemente que existe la información seria de la cual son muchos los profesionales que se ocupan de ella, que estén en busca de la verdad, de su verdad y que por falta de respeto o comprensión se ataca por medio del comentario sarcástico para generar polémica actuando maliciosamente o por ignorancia.

Son muchos los que se preguntan: ¿Cómo puede un Dios bueno permitir el mal? El filósofo griego Epicuro, ya planteaba la cuestión en sus términos esenciales: si existe el mal, es que o Dios no es bueno, o no es omnipotente. Si no puede con el mal es que no es omnipotente. Y si no quiere resolverlo es que no es bueno”.

Para el gran creador no existe el bien o el mal, solo se es, y quien toma la decisión de hacer y de ser es uno mismo y va de acuerdo a nuestra esfera de conciencia y conciencia no es saber que está bien o que está mal, esto es dualidad y el equilibrio es hacer lo correcto a través de las leyes del orden cósmico y universal que son las bases de la existencia total y absoluta, actuando simplemente como un ser humano.

La gran creación nos entrega todo y eternamente para ser felices con la felicidad que aún no conocemos y que esta felicidad no se deriva en tener más sino en saber ser felices con lo que tenemos y esto, esto, es una decisión, como dijo el Sr. Mujica, si no eres feliz con poco, jamás serás feliz con mucho.

Dios no odia el mal y no quiere el bien, busca la armonía y no tiene más remedio que permitir eso que le llaman mal, para así, no quebrantar el regalo que nos hizo de nuestro libre albedrío. Mientras estemos en este mundo aunque seamos unos indeseables Dios nos ama y busca nuestra liberación de todos los apegos que nos causan la retención en una prisión invisible.

La inconciencia incosnciente no es generada por el que se equivoca y reconoce su error, sino por el que ve y no acepta su error a través de los demás y que a su vez, vive empeñado en creer que Dios, es un salvador.

Por AMEP 1111

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