El Sendero de los Iluminados: La Trasformación
Por Alan Prado
Llegó un instante en el que comprendí que ya no era quien solía ser. La vida había dado un giro inesperado. Y el viejo yo se deshizo suavemente entre las capas de los años, como un eco que se apaga en la distancia.
Al observar detenidamente, las cicatrices emergían con claridad, pero su capacidad de infligir sufrimiento había desaparecido por completo. Ahora se habían convertido en fragmentos de mi narración. En vez de ser un aspecto del que intenté escapar, se transformaron en la esencia que forjó mi verdadero ser.
Incluso en los inviernos más gélidos, el fuego que arrasa y consume es, a su vez, el mismo que abriga y brinda luz. Sin embargo, al igual que cualquier herramienta afilada, depende de quién la empuñe para que se convierta en aliada o en peligro.
Independientemente de la situación, al final cada uno es el arquitecto de su propia elección. Así que tomar decisiones es una forma de vida, y vivir es, en esencia, la acción de decidir.
En la existencia, no existe la imparcialidad ni los grises que suavicen la decisión entre existir o desaparecer. No se transita por un estado intermedio de semi-vida o semi-muerte; se puede estar plenamente muerto en vida o, por el contrario, hallar la chispa de lo vivo incluso en el umbral de la muerte.
O eliges desmoronarte y renacer desde tus cenizas, o la vida te desmantelará y te moldeará a su antojo. Se requiere una gran valentía tanto para abrazar la vida como para despedirse de ella.
Si lo reflexionas, la vida se convierte en un viaje de elecciones, decisiones y la fuerza de nuestra voluntad. Es una creencia que tiene el poder de trasformarnos, al igual que a nuestro entorno.
Opta por la batalla, escoge la vida o decide el final, pero toma una decisión. Elegir es un acto de valentía, un grito de transformación y un rayo de revolución.
Opta por el dolor del esfuerzo y la incertidumbre en lugar del peso abrumador del arrepentimiento. Prefiere la incomodidad y la insatisfacción que alimentan nuestro crecimiento y nos brindan alas, antes que esa conformidad tóxica que ahoga lentamente nuestro ser.
La esencia del despertar radica en el valor de uno mismo. Para aquellos que temen, el mundo se dibuja como un laberinto repleto de sombras y peligros inminentes; sin embargo, el guerrero de la luz despliega su visión amplia, aventurándose más allá de los confines del horizonte.
El acto de mayor entrega y sacrificio es el propio. Suelta la necesidad de mendigar amor. Librate de la sombra de la sumisión hacia otros. Deja atrás la autocrítica y comienza a valorarte como realmente mereces.
Resurge con la grandeza de un monarca que siempre llevaste en tu interior. Surge nuevamente como un faro de luz y conocimiento. La verdadera magia reside en tu interior; no requieres de nadie ni de nada más.
Tú eres tu propio Dios, el arquitecto de tu propio destino.
《Decide, antes de que el mundo tome las riendas de tu vida》.
Alan Prado (AMEP 11:11)
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