El Mexicano y su vocación racista

El racismo es una corriente de pensamiento que sostiene la idea de que existen razas humanas, superiores a otras.

Su existencia ha acarreado como es lógico suponer, la confrontación social, en diferentes etapas de la historia de la humanidad.

Convencidos de su “superioridad”, ciertos grupos han demandado para sí, derechos y privilegios que consideran, sólo ellos deben gozar, en virtud de su “condición”.

Triste y degradante ha sido la existencia del racismo. Paradójicamente, el racismo, en sus orígenes,  puede advertirse no sólo una condición de supina ignorancia, sino el deseo de ocultar un terrible y apabullante sentimiento de inferioridad.

Crueles han resultado las experiencias de racismo. Hitler, en su afán de convertir a la Alemania de su tiempo en una potencia mundial, postuló la idea de que los alemanes pertenecían a un grupo superior de razas a la que llamó “ario”.

Afirmaba que la raza “aria” alemana había sido mejor dotada que las demás y que esa superioridad biológica destinaba a los alemanes a estar al mando de un vasto imperio en Europa Oriental. Las consecuencias de ese radicalismo ideológico es del dominio público.

En Sudáfrica, padecieron el denostable apartheid. Un concepto que puede traducirse como “separación”.

En específico, la idea de apartheid se emplea con referencia a una segregación de tipo racial,  que existió en Sudáfrica entre 1948 y 1992 y que fue impuesta por la minoría blanca de dicha nación. Los negros no tenían derecho a ocupar ciertos espacios en el transporte, en los comercios, en las calles.

La denigración de la población negra, fue el caldo de cultivo para que se dieran lamentables hechos de violencia en las que perdieron la vida, miles de personas.

En Estados Unidos, el surgimiento de un grupo extremo, se dedicó por años a perseguir y asesinar a las minorías negras. El Ku Klux Klan (KKK) fue el nombre adoptado por varias organizaciones, creadas en el siglo XIX, inmediatamente después de la guerra de Secesión.

Estos grupos, promueven principalmente la supremacía de la raza blanca y, por tanto, la xenofobia y el antisemitismo. Las víctimas mortales de este denigrante movimiento,  se cuentan por miles.

A pesar de las malas experiencias y el aparente desarrollo ideológico, el racismo por desgracia sigue más vivo que nunca.

En México, las expresiones racistas aparejadas a las  clasistas, dan cuenta de esta situación. Baste señalar las siguientes, como muestra de lo que aquí se señala: Oaxaco, naco, prieto, indio, gato.

El racismo a flor de piel, se ha hecho manifiesto en situaciones inesperadas, en hechos donde la solidaridad era la respuesta más afortunada o por lo menos la más esperada, dadas las condiciones del supuesto progreso ideológico.

Pero, el racismo en México no es una expresión nueva. Ha sido producto de su devenir histórico.

A la llegada de los españoles, las mezclas raciales, se dieron de forma inevitable, dando origen a una población mestiza.

El mestizaje, por increíble que parezca no ha sido comprendido ni asimilado por la población.

De ahí la crisis de identidad. Los mexicanos, de manera recurrente se asumen ya como herederos del indigenismo, ya como provenientes directos de la  raza originaria de la península ibérica o simplemente como mestizos.

El problema del mexicano como lo asienta Octavio Paz, en el laberinto de la soledad, es un problema de identidad.

En ese problema existencial del mexicano, subyace desde mi perspectiva, la perniciosa vocación racista, postura ideológica que han sufrido Benito Juárez, Ignacio Manuel Altamirano, Yalitza Aparicio y miles de mexicanos que por su condición de color, de lengua, de facciones físicas, son víctimas  de una perniciosa discriminación.