Dicho sea de paso: Entre la lluvia y la llovizna
Decía el escritor José Luis de Vilallonga, que «la política es el arte de los incapaces de triunfar en privado».
Yo estoy de acuerdo con este ibérico ilustre, pues veo en este México de hoy, cómo un grupo de incapaces, que de alguna manera se hicieron del poder, se sienten triunfadores y están haciéndole mucho daño a mi país y a sus ciudadanos.
Veo una nación que, lejos de las actitudes triunfalistas de quienes se encuentran en el poder, no crece, no avanza y cuya estabilidad se puede considerar un estancamiento.
El regreso del PRI a la presidencia dista mucho de lo que se prometió y mucho se acerca a lo que se temía. México es una nación que poco se mueve, pero que mucho se sacude.
La sangre no ha dejado de correr e inundar a nuestro país, tan sólo hasta el pasado 21 de marzo, el ejecutómetro del diario Reforma, un conteo más o menos imparcial, reportaba un acumulado de 16,279 homicidios en este sexenio.
En el aspecto económico, además del mediocre crecimiento que hemos tenido como país, vemos una incapacidad para contrarrestar aquellas eventualidades internacionales, que han mellado al sistema económico mundial y en consecuencia, al de nuestro país.
El mercado interno no ha sido impulsado adecuadamente, pues no es correctamente utilizada la mejor herramienta con que cuenta el gobierno, el gasto público. Adicionalmente, la reforma fiscal causó un daño al sistema productivo del país y a la economía de la clase trabajadora, pues tuvo fines totalmente recaudatorios, que hicieron que los que sí trabajamos, le demos más dinero a los que no lo hacen, en especial al gobierno, que sea por la vía de la recaudación o de la deuda, obtiene muchos recursos que no utiliza en beneficio de todos, sino únicamente de unos cuantos mexicanos.
En lo social, padecemos en este país una gran inseguridad y el gobierno ha permitido el menoscabo total del Estado de Derecho, que en algunos sitios, ha desencadenado una verdadera anarquía, donde la sociedad llegó a tomar las armas para hacer justicia por propia mano. A pesar de que se ha logrado la captura de un elevado número de presuntos líderes de las organizaciones criminales, eso no se ha traducido en que la paz regrese a los estados más afectados por la delincuencia. Las armas sólo han cambiado de manos y la estabilidad social no llega.
Han pasado casi tres años desde que el PRI regresó al poder y la gran pregunta es ahora, ¿Por qué los que sí sabían, simplemente no han podido?
Y es que el gobierno del presidente y los partidos que lo apoyaron, no tienen mucho de que presumir.
Como ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto ha sido un fracaso. Hambriento de recursos, promovió una reforma hacendaria que le allegó una cantidad enorme de dinero a costa de los contribuyentes cautivos, sino que ha aumentado considerablemente la deuda del país. En 2014, la deuda neta del sector público aumentó en 1 billón 485 mil 683 millones de pesos, para llegar a un total de 6 billones 946 mil millones, es decir, estamos endeudados hasta el cuello y del total de la deuda, una quinta parte se adquirió el año pasado.
Y no se ven los resultados. No puede decirse que los recursos que ha obtenido el gobierno, tanto por deuda como por recaudación, nos hayan hecho un país con alto crecimiento, más productivo o menos pobre, pues la política económica ha sido utilizada para beneficio de unos cuantos. En México, si bien no tenemos un sistema aristocrático, sí tenemos ya una democracia de cuates.
La ejecución del presupuesto presenta fallas nunca antes vistas. Los retrasos en pagos a proveedores, e incluso a personal, como en el caso de CONACULTA y los residentes de la Secretaría de Salud, evidencian que algo anda mal.
Y es que no sólo al interior de unas secretarías hay deficiencias, sino que estas son síntomas de la falta de coordinación y comunicación en la administración pública, incluyendo la presidencia de la República.
No puede ser que el presidente diga que la Función Pública habrá de investigar la adquisición de sus propiedades, las de su esposa y la del Secretario de Hacienda, y el titular de esa secretaría diga que no hará propiamente eso; que el ejecutivo mande a informar los avances de las reformas y el titular de la SCT sólo platique de esta con medios extranjeros. De la misma manera muy mal se vio el mismo secretario, cuando después de rasgarse las vestiduras en el Senado, asegurando que el tren México-Querétaro no se volvería a licitar, tuvo que soportar que sólo un par de horas después, desde la presidencia se anunciara que se repetiría el proceso.
La última escena ocurrió cuando, con motivo del aumento en el precio del huevo, el titular de SAGARPA anuncia que es un aumento estacional por la cuaresma, sólo para que al día siguiente, desde la Secretaría de Economía, se le corrigiera el discurso y se declarara que el incremento es producto de un movimiento especulativo. Todos estos sucesos, no son más que muestras evidentes de que el gabinete, incluyendo al ejecutivo federal, padece el síndrome de la «Chimoltrufia», pues como dicen una cosa, dicen otra.
La gestión de Peña Nieto lleva, las marcas de la ineficiencia y la opacidad; su gobierno levita, con pocos avances, bajo la sospecha de la corrupción.
Opaco desde el principio, el gobierno busca limpiar su imagen y pasar como un paladín de la transparencia y la honestidad, impulsando por una parte, las reformas en transparencia y anticorrupción, pero por otra parte, buscando que estas no toquen los aspectos más delicados, aquellos en que ellos serían vulnerables si las reformas fueran las que se necesitan.
No será con medidas electoreras, ni con legislaciones llenas de promesas, como el gobierno podrá combatir sus males. La solución está en la aplicación irrestricta de la ley, que el corrupto esté tras las rejas, pues como dijo recientemente el Auditor Superior de la Federación, «el gran problema de México es que aquí, no se castiga a nadie».
Tampoco será con nuevos falsos compromisos, ni con publicidad mentirosa, como el gobierno recuperará la confianza ciudadana, vamos diciendo claro que el verde, no cumple. Los vales de medicina del IMSS y el ISSSTE, no van a acabar con el desabasto de estas instituciones, pues se manejan compras consolidadas. Lejos de adquirir más medicamentos, se va a forzar, en este periodo electoral, una carencia de medicinas en las clínicas, para concentrarlas en sus centros de canje, sólo para presumir los falsos logros de un programa que, como está, simplemente no resuelve nada.
Lo que sí debe cambiarse es la cultura política del ciudadano. Que éste entienda que su voto no puede canjearse por un obsequio, sea un calendario o una televisión, pues todo se compró con sus propios recursos, ya que últimamente parece cierto eso que una vez leí en Twitter: «Los gobiernos son como las parejas maltratadoras, te putean todo el mandato y luego quieren arreglarlo con un regalito».
Los mexicanos estamos convocados a decidir, este 7 de junio, el porvenir de nuestra nación. Es el momento de cambiar el futuro, se requiere de la participación de todos, pues en la unión está la fuerza y el fracaso en la desidia.
Necesitamos cambiar a este país. ¿A poco no podemos estar mejor y salir de la mediocridad a la que hemos sido condenados estos dos años? Salgamos de la presumida estabilidad, que sólo es estancamiento. Merecemos ver la luz y cambiar la historia de un país, en el cual hasta hoy, cuando no llueve, llovizna.
– EL SILENCIO DE LOS INOCENTES.
Poco sé sobre Carmen Aristegui. Recuerdo que hace muchos años la escuchaba en radio, camino a la preparatoria o de regreso. Incluso estudiando la licenciatura, en ocasiones sintonizaba su espacio de noticias y, últimamente, leía algunos de sus tuits, sé que es una periodista aguerrida y que gusta de profundizar en la información, me agradan sus columnas en el periódico Reforma y, por ser ella una dama, me llego a irritar por las ofensas que se le hacen por su personalidad, su estilo o poniendo en duda sus preferencias sexuales.
Sin embargo, creo que ha actuado con soberbia y con excesos al responder a una resolución, excesiva también, por parte de MVS. Yo también sospecho que hay intereses del poder tras su salida del aire, pero creo que no se hubiera concretado, si ella no hubiese querido imponer sus condiciones.
Son reacciones equivocadas de ella y de la empresa, pero como decía mi abuela, «el que paga manda y si se equivoca, sigue mandando».
El preocupante su salida del espectro porque el país va quedando en silencio, escuchándose una sola verdad, que muchas veces, no es la verdad.
Preocupa que vayan cerrando los micrófonos de todos los que han sido críticos del gobierno, pues no es el primer caso y no parece ser coincidencia que sólo quienes critican al sistema, sean quienes se equivocan. El silencio de los que han sido callados debe inquietarnos, pues como dijera el escritor español Pedro López de Ayala, «triste suerte la del gobierno que nadie acusa en público, porque todos lo acusan en secreto».
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