Desde Eisenhower a Obama
La Habana (PL) Cuba y Estados Unidos negocian hoy sobre el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas, 55 años después del inicio del primer Plan de Acciones Encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) para derrocar
a la Revolución Cubana.
Aquel esquema fue probado el 17 de marzo de 1960 por el entonces presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, a solo 15 meses del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959 en la isla caribeña.
Según documentos desclasificados por los Archivos de Seguridad Nacional en 1991, el objetivo era instaurar en La Habana un régimen aceptable para Washington, pero de «manera tal que evite cualquier asomo de intervención» del país del norte.
La idea consistió en la creación de una junta contrarrevolucionaria radicada en Estados Unidos que asumiera la responsabilidad de las acciones anticubanas preparadas y ejecutadas por los aparatos norteamericanos.
Al mismo tiempo, la emisora Radio Swan, creada como parte del plan, estaba encargada de una intensa campaña propagandística contra Cuba de forma paralela a la introducción en la isla de panfletos impresos y a la celebración de conferencias y otras reuniones en países latinoamericanos.
El lado militar del esquema de la CIA se concentró en el entrenamiento, en territorio norteamericano y otros de Centroamérica, de efectivos que a la postre integraron la brigada mercenaria derrotada en Playa Girón (abril 1961).
Todo lo anterior acompañado de la penetración en Cuba de agentes encubiertos y organizaciones contrarrevolucionarias para la realización de actos terroristas que causaron un alto número de víctimas mortales y heridos y daños a la economía.
La historia posterior está colmada de acciones de Estados Unidos con los mismos objetivos: actos terroristas en Cuba y el exterior, un bloqueo económico, comercial y financiero que aún perdura y ataques biológicos y persecución de movimientos financieros cubanos por todo el mundo, entre otras muchas variantes.
Solo después de más de cinco décadas de resistencia de Cuba a toda la agresividad estadounidense y del paso de 11 administraciones por la Casa Blanca, un mandatario norteamericano decidió avanzar hacia el restablecimiento de relaciones diplomáticas.
El pasado 17 de diciembre, es decir, 54 años y nueve meses después del lanzamiento del plan bendecido por Eisenhower, los presidentes cubano, Raúl Castro, y estadounidense, Barack Obama, anunciaron un entendimiento en esa dirección.
En esa ocasión el propio jefe de estado de la principal potencia del mundo reconoció públicamente el fracaso de más de medio siglo de bloqueo y agresiones violentas, aunque sin renunciar al mismo propósito de antaño.
Cuba ha dejado en claro que pese a ese paso histórico, las relaciones rotas por Estados Unidos en 1961 están lejos de la normalización y exige la eliminación de importantes medidas norteamericanas todavía en vigor y que afectan a la nación caribeña.
Los daños económicos acumulados a causa del bloqueo alcanzaron ya un billón 112 mil 534 millones de dólares, según el último informe sobre esa materia presentado ante Naciones Unidas, cuya Asamblea General ha condenado durante 23 años consecutivos el asedio estadounidense.
Con respecto al plan de Eisenhower, todavía permanecen el cerco económico, comercial y financiero, la transmisión de señales de radio y televisión ilegales y subversivas y el respaldo a individuos y grupúsculos antigubernamentales, entre otras acciones desarrolladas desde 1960.
Por otro lado, desde 1982 Cuba aparece incluida en la lista elaborada por Washington de países que supuestamente patrocinan el terrorismo, lo cual implica sanciones y restricciones en diferentes sectores, como el financiero, el comercial y la asistencia.
La eliminación de la isla de esa relación resulta una cuestión de justicia, declaró Josefina Vidal, jefa de la delegación cubana a las negociaciones entre La Habana y Washington, cuya segunda ronda se realizó a principios de marzo en la capital norteamericana.
Desde el punto de vista moral y ético es muy importante analizar este tema para que cuando restablezcamos las relaciones diplomáticas pueda comenzar una nueva etapa, sobre bases distintas, sólidas, que representen un cambio cualitativo en el tipo de vínculos que estamos discutiendo para comenzar a construir, apuntó la funcionaria.
Por otro lado, no cesa el implacable acoso a los movimientos financieros cubanos, marcado por multas de miles de millones de dólares a entidades bancarias, principalmente europeas.
Este ángulo de las medidas ocasiona, entre otros perjuicios, que la Oficina de Intereses de Cuba en Washington hoy no pueda utilizar los servicios bancarios estadounidenses para el funcionamiento de su servicio consular.
Otra permanente demanda cubana está relacionada con la devolución del territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo, en el oriente de la isla y conocida como un centro de detención y tortura creado por Estados Unidos para elementos considerados terroristas.
Además, la Casa Blanca continúa el financiamiento de trasmisiones radiales y televisivas anticubanas que han costado a los contribuyentes norteamericanos unos 770 millones de dólares en los últimos 30 años, a los cuales se sumarán otros 27 millones en 2015, según fuentes cubanas.
Recientemente, la congresista demócrata por Minnesota, Betty McCollum, reclamó el fin de esas emisiones y presentó un anteproyecto de ley para eliminar el financiamiento de la Oficina de Transmisiones a Cuba a ambas estaciones.
«Radio y TV Martí son artefactos anticuados de la guerra fría», opinó la legisladora y añadió que los contribuyentes estadounidenses no deberían estar financiando radiodifusión propagandística.
Una larga historia que 55 años después de planificada prosigue en sus aspectos esenciales, mientras ambas partes desarrollan negociaciones que se pronostican largas y complejas para poder lograr una real normalización de las relaciones.
* Viceprecidente de Prensa Latina para la Información.
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