Desafío: Ruptura o lo Mismo
*Ruptura o lo Mismo
*El Agobio de Noroña
Por Rafael Loret de Mola
Me dicen algunos, acaso con afinada cursilería congruente con la debilidad de espíritu, que no debe hablare de odio para calificar a los personajes amorales que han devastado a la República; casi alegan un tono subversivo en quienes señalan a los malversadores, asesinos de cuello blanco, cómplices con los bolsillos llenos y una gama de corruptos de todos los géneros y encaramados en las ramas podridas del gran y resistente árbol de la patria que no se renueva, porque nos es entrañable, pero sí puede transformarse para limpiar de rastrojos muertos el entorno.
Sin espíritu misógino sino a favor de la igualdad, pregunté cuál era la mujer más odiada del país y la respuesta de los amigos y seguidores del Facebook no dejó lugar a dudas aunque, como ya dije, me sorprendió, porque de acuerdo a mi criterio nadie es más perversa y repelente que la “novia de Chucky”, la inefable Elba Esther de Comitán. Pese a ello, el primer sitio correspondió a Rosario Robles Berlanga, la izquierdista traidora, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano –es decir, de todo-, desde el 27 de agosto de 2015 hasta el final del peñismo y antes al frente de la de Desarrollo Social desde donde ideó el “método Robles” que se convertiría en la “estafa maestra” del sexenio que ahora la mantiene tras las rejas. Elba ya salió para respirar el aire de Polanco. Y la cárcel le ha venido mal porque ha sido ella la única señalada.
Y, en segundo sitio, el nombre de Angélica Rivera Hurtado, llamada “La Gaviota” en “Destilando Amor” y sobrina del ex presidente Miguel de la Madrid Hurtado –quien lo dude puede dejar de seguirme al negarme toda credibilidad-, surgió con fuerza, no muy atrás de Rosario, acaso por los efectos de la pomposa casa blanca de las Lomas y sus estridencias al vestir y despilfarrar con un dinero que, supuestamente, le entregó Televisa como “indemnización”. De carcajada, igual que los 300 millones que dice la Gordillo recibió como herencia de su madre, una maestra rural de Chiapas.
Les siguieron Marta Sahagún Jiménez, ahora multimillonaria como reina del autotransporte a través de sus vástagos corruptos, y Margarita Zavala Gómez del Campo, llamada “la calderona” por el comandante Galeano, monarca de la manipulación y la ligereza política como compensación por no revelar los abusos de su marido, “jelipe”. Sí, son las más odiadas, así sin eufemismos. Pero hay quienes quieren evitar la palabra “odio”, y acaso prohibirla como se hizo en el caso del movimiento LGTTT y algunos señalamientos semánticos ofensivos, porque es menester no agitar las aguas en momentos coyunturales como el actual.
Se equivocan. Cuando llegan las transformaciones vitales, y si son serias, la ruptura es inevitable y, para ello, la hoguera del rencor debe quemar, en leña negra, los nombres de quienes nos afrentaron y llevar a éstos, descastados y venales, a la cárcel. De otra manera, seguiremos la ruta de la “constitucionalidad” con la que Muñoz Ledo y Martí Batres justificaron su alterada entrada al Palacio Nacional el 3 de septiembre de 2018 para asistir a un acto precisamente ilegítimo por inconstitucional.
Abramos el debate; no le temo a Muñoz Ledo en este contrapunto porque conozco sus puntos débiles y varias veces nos hemos cruzado. Lo respeto, sí, desde que se le veía como un joven altanero en la secretaría del Trabajo bajo el mandato de Echeverría. Y es que su sabiduría es proporcionalmente igual a su soberbia.
La Anécdota
Gerardo Fernández Noroña se hizo conocido por defender a los deudores del Fobaproa durante el mandato de Salinas; después, se arrojó en la Puerta Mariana del Palacio Nacional –de uso exclusivo para el presidente de la República-, cuando salía el vehículo de Ernesto Zedillo; el mandatario, sorprendido, bajó del automóvil y se dirigió a Gerardo para disuadirlo y evitar que le retiraran a cartucho batiente, siguiendo el protocolo de seguridad… y, como resultado, Fernández Noroña, de espaldas, le dio un puñetazo al titular del Ejecutivo sin percatarse de quien era quien le susurraba.
Por esto causó cierta simpatía y relevancia y, desde entonces, en varias ocasiones hemos coincidido en cuanto a sus posturas no respecto a sus métodos extremos aunque, de hecho, éstos le han dado resultado. Así llegó a la condición de legislador del PT. Pero de esto a jalonear e increpar al anciano Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara Baja, injuriándolo –“eres un traidor”- a las puertas de Palacio Nacional hay un trecho grande.
Creo que la razón le asiste sobre la vejación a la soberanía del Congreso que significó el último informe rendido por Peña ante sus cómplices; pero no así al maltratar a un icono de la política, respetable pee a sus defectos, cuya edad política –no sólo la física- y su magisterio histórico están fuera de duda.
Ya se acerca ahora el séptimo de Andrés… en circunstancias similares. Los otros tiempos voltearon al pasado.
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