Desafío: ¿Renuncia Papal?

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Durante su viaje a Brasil, en julio de 2013, el Papa Francisco debió guardar cama porque a lo largo de tres días, literalmente, no podía levantarse por los dolores que le aquejan; para cumplir el resto de su agenda debió someterse a inyecciones muy fuertes, sobre todo de Demerol, para poderse sostener y hasta mantener la sonrisa esporádicamente. Sólo así, dopado, pudo cumplir con las expectativas aun cuando todo ello desató una serie de rumores pocos divulgados en México y el resto del mundo.

Cumplidos los setenta y nueve años, y pese a que su pontificado apenas cumple los tres años –muy poco tiempo si consideramos la permanencia de sus predecesores, el ya extinto Juan Pablo II con más de veintiséis años en el Trono de San Pedro; y el todavía vivo Ratzinger, quien sumó ocho años nada más antes de renunciar y aislarse en El Vaticano como una especie de fantasma socarrón-, Francisco sabe bien que no va a poder continuar por muchos meses más en su misión a la que ha honrado con tintes de vindicaciones sociales y fuertes regaños a los empresarios, multimillonarios y esclavistas, esparcidos por el mundo. Ha tronado la voz superando muy antiguos tabúes y contrariando a la célebre Curia Romana intransigente sobre ciertos asuntos de Doctrina.

No son pocos, incluso personajes de izquierda, quienes me han revelado que simpatizan con la discursiva papal aunque duda que pueda llegar muy lejos; y también leo severas descalificaciones al actuar del Pontífice que arrastra algunas de las lagunas dejadas por Wojtyla, tan querido, como estigmas contra México: el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, la complicidad política con carlos salinas y, sobre todo, la tolerada e ignominiosa, así como protegida, carrera de Marcial Maciel, padre fundacional de los Legionarios de Cristo y sólo recluido los últimos años de su pecaminosa existencia, “en oración”. Lo sabía Wojtyla; también Ratzinger.

Además, en otros mexicanos sensibles, pesa el desdeñoso ejemplo sobre el peligro de una “mexicanización” en Argentina, generalizando dolorosamente a millones de sus fervorosos fieles quienes buscaban, más que un calificativo hiriente, un consejo, una mano sobre la espalda, un recogimiento espiritual, para intentar soportar el inframundo en donde estamos encallados. Dijéramos que si hubiese optado por un exorcismo de palabra no habría caído tan mal como la ofensiva sentencia acerca de una de las naciones con más católicos en el mundo: México, siempre fiel.

Más allá de las cuestiones políticas y la polémica acerca de si hablará o no sobre los conflictos sociales y políticos de nuestra nación, la duda que pervive es si puede continuar en su gestión pese al precario estado de salud que los médicos disimulan con drogas –legales-, para entumecerlo, adormecerlo y hacerlo parecer resistente. Una situación, además, muy parecida a la sufrida por el estadounidense John Fitzgerald Kennedy quien debía imponerse curaciones inyectadas con muy altas dosis de metanfetaminas. Y así llegó hasta el drama de Dallas, cumpliendo apenas con dos años y diez meses al frente de la Casa Blanca.

Estimamos que no es prudente sugerir la posibilidad de un atentado contra el Papa aunque debemos subrayar que incluso en esto se ha pensado por cuanto dicen, alegan y hasta maldicen sus enemigos, la ultraderecha dominante en la Curia y entre numerosos Obispos en distintos Episcopados, quienes no tienen, precisamente, las manos muy limpias. No se olvide, como muestra, el fin de Juan Pablo I, con suposiciones serias de asesinato cuyos archivos no están disponibles ni siquiera para los mayores investigadores con licencia para entrar a la enorme biblioteca y a los Archivos Generales de la Santa Sede, incluyendo los “secretos”. Por supuesto, al ser así, la tesis conspirativa se confirma por el resguardo exagerado de las pruebas que, en todo caso, podrían exonerar a quienes, como el célebre Arzobispo Paul Marcinkus, fueron los mayores sospechosos.

Pero, ¿qué tiene el Papa por lo cual sufre en silencio? Entre los males físicos conocidos debemos apuntar que carece de un pulmón, tiene fortísimos sacudimientos por una Ciática que va desarrollándose y, para colmo, padece de arritmias. Es más sencillo, me dicen, explorar cuáles partes de su cuerpo están bien… porque la mayor parte del mismo tiene efectos sumamente difíciles de sobrellevar. Nadie tiene comprada la vida y, por supuesto, aun en el caso de que fuera así, el argentino Bergoglio contaría ya con escaso crédito. La edad avanzada además le hace meditar varias posibilidades.

Una de ellas, filtrada por algunos cercanos civiles a El Vaticano, es que Francisco, como su antecesor, ya piensa en renunciar luego de cumplir los ochenta años el 17 de diciembre de este 2016. Con ello acompañaría a Benedicto XVI en el retiro y se daría el insólito caso de que el Cónclave eligiera a un tercer Papa vivo. Por supuesto, de acuerdo a las mismas fuentes, al parecer Ratzinger tiene mayor fortaleza y salud que su antecesor acosado por sus adversarios, dentro y fuera de los límites de la Santa Sede. Por supuesto, hubo quienes le pidieron no viajar a México y, mucho menos, con el ánimo de llegar hasta los núcleos de mayor riesgo, como la Chiapas indígena –en donde pervive un alzamiento aunque se haya convertido en caricatura-, o Ciudad Juárez, considerada entre las urbes más peligrosas del mundo a causa de la demagogia de los últimos tres regímenes presidenciales y de la sorna de los investigadores de feminicidios.

No puede preverse, entonces, si cumplirá con su agenda aunque, insisto, los dolores se controlen artificialmente para darle tranquilidad a la feligresía; algo similar a cuanto ocurrió durante la semana mexicana desde el 12 de febrero de 2016.

Por ello, el debate se centró en los gestos del Papa y su voluntad de romper ciertos protocolos. Por ejemplo, contra el supuesto compromiso de no hablar sobre los dramas políticos y sociales del país, invitó a que le acompañan en el aeropuerto durante la ceremonia de bienvenida –en la que estuvo el presidente peña también, listo a encontrar reflectores aunque la recepción oficial fuese hasta el día siguiente en Palacio Nacional-, a los familiares de los 43 o 42 normalistas de Ayotzinapa todavía en la condición de “desaparecidos”. Recuérdese que uno de ellos es militar en ejercicio y no tiene, por tanto, la misma condición de estudiante. Con ello se obligó, nada más pisando suelo mexicano, a mencionar una de las mayores afrentas contra la comunidad nacional bajo la égida del mexiquense peña. ¡Qué pena para peña!

Y luego ludió hablar de las matanzas conocidas, desde Tlatlaya hasta Tanhuato y demás secuelas, tomando posición contra las versiones de las fuerzas armadas y de los secretarios de la Defensa Nacional y Marina. De haberse dado, la felípica e habría escuhcado hasta el último rincón del planeta debilitando, aún más, el infamante sexenio peñista. El Obispo de Roma lo sabía y midió sus posibilidades, prudente ante las incomodidades que pudiera causar a la vista de su retiro, sea por enfermedad o porque estime que los ochenta años es una edad adecuada para dejar uno de los cargos de mayor responsabilidad en el mundo.

De esta suerte, se asume que en El Vaticano, el Papa está próximo a someter a la Curia, los Cardenales y la Iglesia toda, una bula pontificia para acreditar cuál debe ser la edad mínima y la máxima para ejercer el Papado lo que confirmaría lo perentorio de los Pontificados contra la tesis de que debiera ser vitalicio. Es necesario modernizar estas cuestiones antes de dar paso a conflictivas indeseables y perturbadoras como la decrepitud y el deterioro consecuente de la salud mental. La ancianidad, por desgracia, siempre llega y se queda.

Con este mar de interrogaciones, Francisco ha dado muestras de entereza. Los focos están encendidos y no faltarán los reproches, ya apuntados, además de los COSTOS exorbitantes generados por sus distintos periplos. Como si fuera Dios y no sólo un hombre investido, de manera perentoria, como su representante en la tierra.

Debate

Las reformas peñistas hacen agua y el presidente lo sabe; cuando menos sus cercanos colaboradores porque ya no sabemos, en realidad, quien lleva la batuta, esto es si los mandos militares o el petí comité de Los Pinos. Al no funcionar y ser marginadas –como sucedió con las nuevas normas educativas en Oaxaca en donde todo se concentró en el dinero amafiado-, han revertido contra los mismos autores de ellas. Díganme cómo le está yendo a Luis Videgaray Caso, ahora Canciller, dueño de una espléndida casona en Malinalco, antigua tierra de los guerreros águilas.

No se diga la referente a los energéticos cuando los precios del petróleo continúan su descenso imparable, ni la de Telecomunicaciones con réditos exclusivos para quienes controlaban ya el mercado masivo, desde Televisa y TV Azteca hasta Carlos Slim Helú, otro presidenciable enfermo; si el golpe era para ellos, francamente no sirvió para maldita la cosa. Al contrario: la fuerza adquirida por tales grupos es infinitamente mayor… aun cuando se diga que en 2016 y 2018 sus influencias mermarán. No parece que será así.

Y es que, claro, es imposible gobernar a una nación profundamente herida, cuyo duelo se extiende cada día aun cuando no tengan los actos de violencia la misma repercusión de los sucesos en Tlatlaya –cada vez más ruidoso- e Iguala y Cocula. Peor cuando el ejército, de plano, comienza a adelantar que no le será factible asegurar la realización de los comicios de julio en algunas de las entidades de alto riesgo de la República. ¿Tendrán en estas condiciones alguna legitimidad los supuestos vencedores aún con el aval del Tribunal Electoral, si las impugnaciones llegan a esta instancia como es fácil suponer, y de un gobierno federal sin prestigio?

No entienden. La caótica situación actual, presos del gasolinazo y las alzas desmedidas, sólo podría comenzar a corregirse con una decisión histórica: una licencia definitiva de enrique peña nieto. No nos angustiemos por lo que vendrá después; hay salidas siempre sin que por ello pensemos que será para peor. Primero se sube un peldaño, después el otro. Y así, paso a paso, podremos hacer valer la soberanía popular.

La Anécdota

Cuando el PAN ha conquistado alguna delegación política en la Ciudad de México, las cuentas han sido deplorables. Por ejemplo, en Miguel Hidalgo, cuando estuvo al frente el diversificado Demetrio Sodi de la Tijera, las comisiones fluyeron por encanto. Sólo una muestra:

-Le aseguro –me cuenta un vecino del mencionado distrito-, que cuando cambiaron los excelentes mosaicos del camellón de la calle de Horacio y los sustituyeron con piezas falsas simuladoras de cantera, alguien o varios más bien se llevaron una tajada.

Otro personaje me aseguró:

-Si quiere ver dónde quedaron las viejas piezas… vaya por el estado de Hidalgo. ¿Sabe usted? Las regalaban a quienes las pedían y alguien de por allá aprovechó el tiradero.

Ahora han vuelto los panista con Xóchitl Gálvez. Pero, cuando se gobierna así las esperanzas se pierden.

Francisco y peña coinciden en cuanto a las enfermedades si bien el Papa es de mayor edad.
Lo segundo tiene que ver con la promiscuidad y el cuidado de excepción que se le brinda en el Hospital Militar a un presidente…
quizá por ello se aferra a Los Pinos.

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