Desafío: No Pasa Nada

*“No Pasa Nada”
*Las Emboscadas
Por Rafael Loret de Mola


La cobardía va en aumento. ¿Cuánto, de verdad, estarían dispuestos a blindar y ofrendar sus vidas por Andrés Manuel para el caso de que se consume un golpe de Estado acaso ya en su preámbulo como creen algunos? El presidente pretende que sí aun cuando especificó cuál es compromiso desde el operativo fallido de Culiacán; entonces dijo que su deber primigenio era proteger las vidas de las familias; y después, con motivo de sendos mensajes de generales del ejército, aseguró que los civiles no dejarían que se avanzara en la pretensión golpista obviamente a cambio de sus vidas y salvaguardando la del mandatario. Es casi imposible encontrar los hilos conductores en los mensajes del tabasqueño.

La realidad es clara: como nunca antes, el titular del Ejecutivo no se ha sentado a negociar con los mandos militares las nuevas condiciones de éstos quienes ya estaban acostumbrados, desde los tiempos de Echeverría, a movilizarse bajo el agua para extender la mano y obtener lo que querían a cambio de su lealtad. Bien lo saben los mílites dignos que se asquean con esta premisa pero NO pueden negarla. Por ejemplo, con De la Madrid, durante el primer año de la gestión de éste no dejaron de jalonearlo para medirlo… hasta que lograron el cometido que no era otro que tranzar con las mafias, permitiéndolas operar, con el pretexto de mantener la paz. Una tesis muy similar a la de López Obrador quien aseguró que lo prioritario era salvar a las familias tras los sucesos de Culiacán, hace casi un mes, aun poniendo en juego la existencia de estado de derecho cuyo salvamento es el deber principal de todo presidente democrático.

Pero, resulta, que la defensa de la negligencia militar, bajo los auspicios de Alfonso Durazo Montaño –secretario de Seguridad Pública por “dedazo” y sin conocimientos de sus deberes básicos-, resultó peor que las diligencias supuestamente estratégicas para Sinaloa. El aspirante a heredero, el “delfín” parlamentario de Andrés Manuel, el senador Ricardo Monreal Ávila –quien comparte apellido con uno de los generales que enviaron mensajes críticos al presidente-, concluyó, risueño como acostumbra –esto es entre burlón y acentos de superioridad con la prensa-, que López Obrador, al mencionar los vericuetos de un golpe de Estado recordando al de 1913, sólo “se había vacunado contra las miniconspiraciones”. Por supuesto, reconoció entonces, enseñando los dientes, que tales existen y unidas pueden convertirse en macroconjuras… o complots como los que viene denunciando el mandatario en funciones desde su gestión –exitosa- como jefe de gobierno del entonces Distrito Federal que extrañamos muchos.

El caso es que no ha sido fecunda la intención de debilitar la hipótesis que lanzó tal alerta por el país, tanto que Andrés Manuel debió recurrir a descalificar a los bots” –los que no son suyos desde luego y más abundantes, sin duda-, acaso porque tales “funcionarios” cibernéticos, los de las granjas y los de Palacio, ya han dejado de ser “benditos” como Luzbel quien fue arrojado a los infiernos por intentar ser Dios.

A quienes, para salirse del meollo de cada discusión, alegan que “no pasa nada” les decimos: otra vez el volcán está echando fumarolas.

La Anécdota

Han sido muchas las emboscadas mutuas entre militares y mafiosos, con la ayuda de los narco-políticos los últimos. Por ejemplo, cuando ocurrió la matazón de civiles en Tlatlaya –julio de 2014-, “volaron” 80 millones de dólares en efectivo que se mantenían en una casa de seguridad en San Pero Limón… un caso de magia como la del chino Zhenli Ye Gon quien asegura y vuelve a decir que sus millones decomisados estaban destinados a la campaña de Calderón en 2006. Y el escándalo permanece como el primer día.

Los ministeriales mexicanos son los únicos que no siguen, salvo excepciones, la ruta por donde transita el dinero; no ven siquiera los mapas. Ya les informaremos del caso Robles como un ejemplo para desviar las pesquisas.


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