Desafío: Congreso Inútil

  • Congreso Inútil
  • Deuda Impagable
    Por Rafael Loret de Mola

El debate sobre la conducta de la mayoría morenista dentro de sendas Cámaras del Legislativo, esto es de franco apoyo a “su” presidente con la conocida arenga “es un honor estar con Obrador” –ahorrándose el “López” para que sea más contundente e inconfundible-, recala en el imperativo de que la fracción de Morena y las de sus aliados, el casi desahuciado PVEM y el Partido del Trabajo –anteriormente fue el nauseabundo PES-, que de no haberse coaligado al partido de Andrés hubiesen quedado fuera del reparto aunque no son ellos “los mejores servidores del mandatario”, como suponen no pocos de ellos, y se enmascaren para olvidare de lo que utópicamente debían ser: representantes legales de los intereses del colectivo, del pueblo de México.

Por desgracia, si el presidencialismo a ultranza se vuelca hacia los parlamentarios éstos carecerán de utilidad y más valdría suprimirlos para ahorrarse una tajada multimillonaria, mucho mayor a la obtenida por las inminentes rebajas de los salarios del presidente, ministros, diputados, senadores y, por supuesto, los secretarios de Estado; hay arribistas quienes ya hicieron cuentas y observan, pasmados, que ganarán menos de cuanto percibían antes de lanzarse a la carrera política, digamos actores, deportistas y personajes públicos ambiciosos.

Y como, de acuerdo a la Constitución, NINGÚN funcionario puede ganar más que el presidente los más afectados deberían ser, y no lo son por componendas soterradas, los altos miembros de la Suprema Corte de Justicia y los integrantes de los órganos electorales –pero ni quien haga caso del llamado– por lo cual en vez de pedir mantener sus emolumentos deberían clamar porque no se hagan auditorías y puedan salvar sus alteradas conciencias de un destino atroz, en la terrible oscuridad de las celdas.

En fin, no entiendo que debamos sostener a un Congreso, cuya insólita composición nos remite al “mayoriteo” priista que terminó en 1997 cuando el PRI quedó por debajo, en número de asientos, que sus oposiciones en conjunto, destinado a lanzar loas al presidente y a hacer las veces de lacayos formales en busca de ascender en sus respectivas carreras hacia los oasis de las gubernaturas o del gabinete. ¿Acaso Ricardo Monreal no desea dar el gran salto y Marcelo Ebrard, el canciller, no busca cumplir su sueño de dirigir a este país para prolongar el proyecto de Morena? Todo ello depende, claro del gran destapador, Andrés Manuel. Solo cambiaron los términos: del dedazo priista al descorche morenista.

Las ambiciones no son exclusivas, ni mucho menos, de quienes fueron derrotados en las elecciones recientes; van creciendo en los vencedores al ritmo de la importancia que cobra Andrés en todos los foros, sea negociando o de plano imponiendo directrices o, peor aún, buscando aterrizar en algún liderazgo latinoamericano si se extingue la OEA, su sueño guajiro.

En esta línea, el senador Martí Batres, de Morena claro, se quejó de la intervención del presidente de la República en cuanto a la elección interna que le impidió reelegirse en la Mesa Directiva de la Cámara Alta hace dos años; y ahora es secretario de gobierno de la Ciudad de México bajo los pantalones de Claudia Sheinbaum. Si esto ocurre desde entonces no podemos marcar diferencias con el pasado atroz que nos alcanzó de nuevo. Debiera preocuparle, también, quiénes poblarán las curules en los próximos años sin que tengan antecedentes penales… como algunos de los gobernadores electos o en funciones –desde Tamaulipas hasta San Luis Potosí-.

Un congreso avasallado es tan inútil como un pajarito sin pico y enjaulado, casi muerto.

La Anécdota

¿Cuántas generaciones de mexicanos deberán pasar para lograr a hazaña de superar la implacable deuda pública que ya suma cuatro mil 39 millones de dólares, casi once por cierto más de lo que adeudábamos en 2018? A todas luces es impagable y los niños que están naciendo no traen un bolillo debajo del brazo sino traerán una deuda inmensa, de más de cien mil pesos per cápita de los empréstitos que se le adjudican inmoralmente a los mexicanos.

Hasta la era del felón Miguel de la Madrid, no podían contraerse deudas públicas si no se destinaban, específicamente, a la construcción de infraestructura básica; pero el Congreso presidencialista aprobó una iniciativa para que el mandatario se saltara a los propios legisladores y actuara sin restricciones, permisos ni vigilancias de ninguna naturaleza; como un jeque árabe, digo.

Las consecuencias: ahora el gobierno mexicano, el de la hipócrita 4T debe más, mucho más que lo que arrastraban los presidentes “neoliberales” y aumenta a un ritmo de dos mil millones de pesos cada día. Herencias del PRI que debieran declararse nulas de origen.

Lo demás es utopía.


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