
Desafío: Campañas Fantasmas
*Campañas Fantasmas
*El Adiós de PEMEX
Por Rafael Loret de Mola
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Como algunas empresas donde navega gran parte de la clase política –y no sólo el candidato panista Ricardo Anaya Cortés, a quien acompañan un PRD sin brújula y un MC sin identidad-, las campañas en este periodo de supuesta pausa tras las “pre” intensas y costosas –es posible los partidos se hayan gastado sus prerrogativas en la antesala-, deben ser consideradas y son “fantasmas”. Pululan por doquier, como almas chocarreras en desgracia y sin dejarse ver, para espantar a los incautos y cooptar a quien se deje deslumbrar con las habituales promesas contra la corrupción, la colusión, la erosión y la ya crónica violencia.
De lo que no puede dudarse, por desgracia, es del papel sobresaliente de los capos y cárteles en los operativos del proceso comicial: son pocos, acaso ninguno, quienes pueden levantar la cara, ya ungidos candidatos para los tantos cargos de elección popular en disputa, asegurando que no han tendido puentes para evitar la hegemonía de los gropos delincuenciales –prefiero omitir la denominación “mafia” por desgastada y trillada. No es aventurado concluir que, para llegar a una gubernatura, por ejemplo, es necesario antes entenderse con cuantos tienen el poder territorial y someten a sus caprichos a los falsos mandantes, no mandatarios salvo si se relaciona el término con los “malosos” como los calificó el imberbe doctor “Z”, ernesto zedillo. Así lo bautizamos; ¿lo recuerdan? Y después llegaron “los Zetas”.
En esta “campaña” las descalificaciones toman la vanguardia mediante denuncias de todo tipo, no tan disparatadas como creen sus recipiendarios sino más bien contundentes cuál si se tratara de rendición de pecados en el confesionario; desde luego, encienden las penitencias y la soberbia hace que, incluso, se encare a Dios, al cristiano o a cualquier otro, negando a la vista de todos lo evidente e incontestable: los millones de Anaya, las desviaciones de Meade y la inclusión a las filas de Andrés de no pocos esbirros del viejo PRI y el desvainado PAN. Cómo si hubieran tirado todos, al mismo tiempo, la primera, segunda y tercera piedra.
Cabe aquí un recordatorio para quien aparece, aún en las encuestas trinqueteras, a la vanguardia de la justa presidencial. En 2006, al sentirse seguir e inalcanzable, desdeñó dos debates –no asistió a ellos-, se negó a asistir a reuniones empresariales porque contravenían su discurso a favor de los pobres –ahora esta tesis quedó atrás-, se enfocó en injuriar a los medios de comunicación –en esto no ha cambiado por su hipersensibilidad ante las críticas a las que sólo contesta con adjetivaciones bastante torpes-, y en mantener una suerte de guerra permanente contra quienes no creen en él que sumados, acaso, rebasan a sus incondicionales.
Entiendo que gobernar para todos es una quimera; cualquier cambio, no sólo una alternancia superficial como la de 2000 o viciada de origen como la de 2012, tiende a perjudicar los intereses de los explotadores y, sobre todo, de las multinacionales que nos saquean. Si no se empieza por aquí no habría modo de explicar las intenciones renovadoras. Pero lo que resulta imposible es mantener los discursos “fantasmas” sobre el combate a la violencia y la corrupción cuando no se encaran y superan los señalamientos que salpican de lodo a los aspirantes presidenciales.
La Anécdota
La pomposa reforma energética, signada por el señor peña y avalada por el PRI, el PAN y parte de la izquierda acomodaticia, a espaldas de los intereses mayoritarios mil veces externados, ya cuenta con una estadística inexorable y brutal: la paraestatal perdió, sólo en 2017, 333 mil millones de pesos, una cantidad brutal que habría permitido, de no darse la caída, una perspectiva casi ideal para el desarrollo y la justicia social.
Con ello ya hay una base firme y material suficiente para iniciar no sólo el juicio de la historia contra el peñismo sino igualmente las querellas judiciales a las que dé a lugar un fracaso de esta magnitud, comenzando, desde luego, por quien encabeza todavía hoy el régimen más corroído y corrupto de la historia reciente de México.
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