Desafío: Ayer y Ahora
*Ayer y Ahora
*Cascos y EUA
*Tendenciosos
Desde luego que el 2 de octubre no se olvida. Están tan presente que en los escenarios actuales se recrea la prepotencia criminal del “Batallón Olimpa”, con sus guantes blancos, y de los francotiradores inalcanzables listos a causar una masacre. En los días que corren, todavía nuestra capacidad de asombro pudo retener la noticia sobre el brutal ajusticiamiento de veintidós civiles, en Tlatlaya, Estado de México –en donde el gobernador, Eruviel Ávila aseguró, durante su tercer informe, que perseguirá a los delincuentes porque son ellos quienes causan las atrocidades-, por cuenta y obra de un pelotón militar que colocó a sus víctimas, de una en una, en hilera, al viejo estilo de los nazis tan recreado por el cine de Hollywood. Pero lo sucedido hace dos semanas es real y ahora, entre mexicanos muchos de los cuales creen vivir dentro de una democracia y en paz a diferencia de quienes nos asomamos al balcón de la impudicia política y social.
En Tlatelolco, hace cuarenta y seis años –no puede olvidarse y ya casi cumplimos medio siglo desde aquel drama que inhibió a varias generaciones de jóvenes-, el fuego cruzado, bajo la oscuridad de los autores intelectuales, supuso una intervención feroz, desproporcionada y descocada por parte de un gobierno que deseaba mostrar su “mano de hierro” falsamente extendida a los estudiantes por gustavo díaz ordaz. Al fin de cuentas, éste, con sesgos de varonía que no se han dado en sus sucesores, aceptó su responsabilidad en los hechos y hasta dijo sentirse orgullo de los mismos porque le “permitieron servir a mi país” de los intentos del exterior por desestabilizarlo. Tal fue el criterio oficial, insostenible.
Por supuesto, en el presente no hay quien discuta cuanto dicta el responsable de la oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño Mayer, uno de esos medio jóvenes que parecen cortados con la misma tijera; el mismo peinado, los mismos trajes, la misma altanería; y es él quien cuida, naturalmente, la imagen del mandatario en turno alejado de Tlatlaya, por supuesto, como dijo estarlo de San Salvador Atenco luego de la represión durante la cual violaron hasta algunas españolitas “entrometidas” cuyas protestas no puede sacudirse el ex mandatario mexiquense en sus periplos intercontinentales.
Sólo falta, en este mundo al revés, que las familias de los veintidós ejecutados, bajo el supuesto de una revuelta no comprobada, deban pagar indemnizaciones a los soldados participantes en el festín de sangre por cuanto han lesionado el honor militar. Así pensaría, por ejemplo, el chacal victoriano huerta márquez, el traidor por antonomasia de la historia patria, quien, además, fue el encargado de custodiar a Porfirio Díaz Mori de México a Veracruz en donde fue vitoreado y despedido en mayo de 1911; quizá no habían llegado al puerto las noticias de su renuncia –es broma, claro-, o de plano los mexicanos tenemos una increíble propensión por exaltar a los caídos y, a imitación de los españoles, deberíamos construir una segunda basílica ara honrarlos como la del Valle hispano en donde reposan Franco y José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la falange, ambos muertos, por cierto, un 20 de noviembre, el primero de 1975 y el segundo mucho antes, en 1936, facilitando con su desaparición la entronización del miserable gallego.
A estas alturas, más que una disculpa procaz y extemporánea, deberíamos estar hablando de responsables y confinados. Los hechos de Tlatlaya, un pueblecillo perdido al que ni siquiera llegan los candidatos presidenciales, y menos ahora, ocurrieron en junio de este año y el boletín de la Secretaría de la Defensa Nacional, fechado el 30 de ese mes, advirtió que los fusilados “en caliente” –a la manera del general Díaz-, podrían formar parte del “cártel La Familia” o de algunas de sus vertientes. Faltó informarles que este grupo criminal ha dado pasos adelante al convertirse en los falsos “místicos” que se autodenominan “Caballeros Templarios” con Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, convertido en una especie de icono entre no pocos de los pobladores de la región conflictiva de Michoacán, allá por donde mandan los Cárdenas para más señas.
Los pretextos y justificaciones valen poco cuando fue obvio que los hechos se ocultaron o minimizaron –fallamos, por desgracia, los informadores-, durante tres meses hasta que una revista, Esquire, publicó el reportaje de una sobreviviente que narró el horror sufrido asegurando que, además, otras mujeres habían sido secuestradas por el mismo grupo militar. De esta condición, la de soldados, no puede dudarse porque la SEDENA los admitió como partes de su estructura sin la menor duda y dejó el boletín resguardado, más como constancia que para ser difundido, en el despacho del general secretario, Salvador Cienfuegos Zepeda, igualmente responsable de los hechos, no porque los hubiera ordenado sino por la increíble protección brindada a los ejecutantes, amén de que el titular de la dependencia siempre debe dar la cara por los excesos de sus tropas, máxime cuando se trata de disminuir la violencia y no de aumentarla con genocidios de esta magnitud.
Si en la Plaza de las Tres Culturas la oficialidad reconoció la existencia de cincuenta cadáveres nada más –los testigos hablan de trescientos y quienes vivieron y sobrevivieron la escena sostienen que fueron miles las víctimas-, en Tlatlaya los cuerpos fueron veintidós, de los cuales sólo uno fue alcanzado cuando huía y los otros, ya “rendidos”, de manera sumaria y sin que hicieran declaración alguna, pasados por las armas como en los tiempos opresivos de la posrevolución. El ejércit6o, que presume de centenario dejando fuera a las tropas maderistas y a las que defendieron a la nación contra los invasores franceses en 1862 y 1867, igualmente al “Trigarante” formado por los insurgentes de Guerrero y los ex realistas de iturbide, otro de los antihéroes, que entró triunfal a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1821, ha retrocedido una centuria para situarse en 1913 bajo las órdenes del “chacal” huerta y su cáfila de desleales sanguinarios, asesinos. Ya voy entendiendo la razón por la cual se honró al ejército por haber cumplido cien años, en 2013, como si todavía los comandara el execrable magnicida de Madero y Pino Suárez. ¿A este punto hemos llegado?
Mientras, el presidente peña nieto, muy orondo y para felicidad de Barack Obama quien se sentó junto a él en la Asamblea General de la ONU, el pasado 24 de septiembre, dio su aval para romper la vieja tradición pacifista de un ejército disminuido y ofrecer la presencia de elementos mexicanos, militares claro, dentro de los “cascos azules” de las Naciones Unidas destinados… a acciones bélicas. Guerrear para decirse pacifista. Por ello, como su reciente amigo Kissinger, merecería ser nominado para el Premio Nóbel respectivo. ¿Quién se apunta a la iniciativa? Estoy seguro de que si Hitler, quien formó la primera sociedad protectora de animales mientras mandaba a los hornos crematorios a seis millones de judíos y polacos, hubiese ganado la segunda conflagración mundial habría aspirado a esta presea sobrevaluada.
Por todo ello es imposible olvidar el 2 de octubre, la efeméride de este día. No podemos hacerlo cuando el ejército impone su ley y chantajea abiertamente al titular del ejecutivo, como ya lo hizo antes con calderón y fox, igualmente con miguel de la madrid –con salinas y zedillo no tuvo necesidad de hacerlo porque éstos ya estaban en el aro-, para asegurarse la tolerancia necesaria con miras a liberarse de las miradas escrutadoras de la administración central y “dejarlos hacer, dejarlos pasar” cuanto se refiere a drogas y armas… un neoliberalismo bélico podríamos sintetizar.
En vez de premios insostenibles, como los recientemente otorgados a peña y a su economista Luis Videgaray Caso, autor de una de las reformas fiscales más deplorables de los últimos sexenios, mereceríamos los mexicanos informes precisos de los abusos, robos y ejecuciones, cometidos bajo el fuero militar sobre poblaciones y pobladores en absoluto estado de indefensión. ¿O todos vamos a ser señalados como “narcos” cuando la soldadesca quiera tomarnos como rehenes para llevarse el botín de guerra? Es tan fácil como “sembrar” marihuana en las cajuelas de los indeseables –entre ellos los periodistas-, o de los considerados “enemigos” del régimen por no tolerar la continuación de la parodia de los asesinatos “necesarios”.
México no merece estar en este nivel de barbarie. Ni en 1968 ni ahora. Sencillamente, no deben tolerarse impunidad y secrecía para salvar a los mandos medios e intermedios de un ejército que, en la calle, se desborda peligrosamente. ¿No se ha dado cuenta de ello el señor peña? Pues debiera tener cuidado porque después nadie para a los gorilas –como usualmente se llama a los generales que dan golpes de Estado- en desbandada.
Debate
Sí, Obama estaba feliz. Es la ocasión en la que más ha disfrutado la compañía de enrique peña nieto. Fue en Nueva York, hace una semana, y en la Asamblea General de las Naciones Unidas en donde sendos personajes hablaron, y muy claro, de su solidaridad en materia de belicismo, rompiendo el mandatario mexicano con una larga historia de pacifismo –acaso como recurso de la razón contra la fuerza bruta de los poderosos del continente-; esto es como si la siempre neutral Suiza diera un salto para atrás, guardadas las proporciones dado que en nuestro país se simula estar bajo un estado confrontado cuando es obvia la existencia de grupúsculos criminales en casi todo el territorio nacional.
Y todo gracias a los “cascos azules” que habrán de sumar mexicanos para las tareas pacifistas. ¿No estará enterado el presidente peña de que tal grupo tiene inmunidad ara invadir territorios ajenos cuando considera que son un peligro global? Para colmo, nos ponemos en el blanco de los terroristas de todos los calibres quienes, con un mínimo conocimiento de geografía, saben que nuestra frontera norte puede ser ideal para infiltrarse. Me duele reconocer en esto la advertencia xenófoba del gobernador texano, Rick Perry, quien asumió que ya el tránsito de fundamentalistas se estaba dando sin aportar una sola prueba y con el propósito de llenar de elementos de la Guardia Nacional el cauce del Bravo y el muro de la ignominia.
No es ésta la política que conviene a los mexicanos. Recuérdese cómo terminó José María Aznar, en marzo de 2004, cuando los bombazos en la estación de Atocha conmocionaron a Madrid y al mundo. Y todo por haber sido alcahuete del clan Bush en sus incendiarias propuestas invasoras contra Irak en donde, supuestamente, había laboratorios para fabricar armas químicas… sin haberse encontrado uno solo. Aquella mentira, provocada por la Casa Blanca, lo hundió para siempre. Tómelo en cuenta, señor peña nieto; sobre toso usted que toma como ejemplo, tantas veces, a los consorcios hispanos ambiciosos y en ruta de asegurar la nueva conquista de estos territorios, ahora sí de México.
La Anécdota
En una reciente entrevista de televisión –“Primero Noticias”, lunes 22 de septiembre-, el ex presidente fox, además de mencionar cuatro veces a martita, la de las “muchas faldas”, no pudo evadir un cuestionamiento del público:
–¿Qué va a vender en su rancho: gasolina o “mota”?
Ello tras su apasionada defensa de la reforma energética con la consiguiente apología sobre peña nieto. Y el ladino respondió, presuroso:
–¡Las dos cosas!
En tiempos en que vender marihuana es un delito –y promover su consumo también-, ¿no es suficiente tal aserto para fincarle responsabilidad penal al ex mandatario de las botas y del cambio traicionado? ¡Ah! Olvidaba que estamos en México.
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Web: www.trinchera.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
YA SE VALE CUESTIONAR AL EJÉRCITO, CREO, AUNQUE SE CORRAN RIESGOS POR ELLO. LO HE HECHO DESDE HACE CASI TREINTA AÑOS Y AQUÍ ESTOY AUNQUE NO SIN CONTRATIEMPOS. LO INADMISIBLE ES ESPANTARSE CON LOS FANTASMAS Y LAS BRAVATAS VULGARES DE LOS UNIFORMADOS. ¡PÓNGASE LA BANDA, SEÑOR peña!
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