Desafío
*Un día para Roma
*Optimismo Malsano
*Ningún Periódico
Los apologistas del gobierno de Peña Nieto –ya he dicho que los incondicionales de cualquier signo conforman el peor antídoto contra la democracia-, insisten en que cuestionar al titular del Ejecutivo en ejercicio es inoportuno, irresponsable y hasta perverso por cuanto apenas inicia su despega para construir su verdadero sitio en la historia. Y concluyen releyendo un tendencioso refrán popular: “Roma no se hizo en un día”. ¿Y qué es Roma en nuestro caso?¿Una nación soberana desde 1821 y revolucionada hace más de una centuria con tendencias sociales avanzadas para su época?¿La consecuencia de un sistema inamovible que pretendió ser reemplazo de los caudillajes posrevolucionarios por la década de los veinte del siglo anterior?¿O un gobierno que celebra el centenario de su ejército olvidándose del Republicano, por ejemplo, que vibró con su victoria sobre los militares más fuertes y prestigiados de su época, en 1862, y mantuvo la integridad de la República contra viento y marea hasta la expulsión de los invasores franceses? Las falacias no causan jurisprudencia.
Es curioso: los panegiristas siempre tienen pretexto para intentar manipular la conciencia colectiva. Por ejemplo, si los perniciosos críticos, este columnista entre ellos como igualmente estuvo encerrado, según los fox –los zorros en idioma español-, en el círculo rojo de la condena oficial tras la primera, inútil y muy costosa alternancia, se atreven a cuestionar los lastres al final de cada sexenio entonces dirán, parafraseando a los resignados que niegan sus libertades de manera ominosa: “no hagas leña del árbol caído”. Con ello, claro, se blindarán a ellos mismos, y a su jefe intocable -¿para cuándo nos alcanzará la madurez política para encerrar a uno de los ex mandatarios predadores?-, de cualquier posible contratiempo a la vergonzosa costumbre de la impunidad. Sin debates, ni críticas ni protestas: todos aplaudiendo a rabiar por los sacrificios entregados a la nación.
Pero, para desgracia de tales exaltadores de oficio, no es así; menos cuando la sociedad evoluciona rápidamente y es necesario ajustarla a la dinámica universal aunque en algunas naciones –léase España- aún perviva el indecoro de sostener a una parvada de zánganos, los Borbones, ejerciendo la simbólica jefatura del Estado. Pobrecitos de ellos, de los españoles, quienes después de una sanguinaria Guerra Civil retornaron al punto cero de la historia. ¿Y nosotros? Pues no nos quedamos atrás porque luego de una prolongada dictadura de siete décadas, la llamada hegemonía priísta, igualmente volvimos sobre nuestros pasos para instalarnos en la aviesa prepotencia de quienes creen haber comprado el destino nacional.
Vaya una explicación para los despistados. En una democracia, aunque se encuentre en fase de apunte, es menester el debate y la discusión como normas esenciales para captar la voluntad mayoritaria. La propia Constitución señala que, por encima de cualquier otro poder –los tres que conforman la Unión-, debe situarse la “soberanía” que esencialmente radica en el pueblo, un término que algunos seudo intelectuales, por sentirse superiores, desechan con el mayor simplismo y alegan su caducidad porque, en el mundo moderno, deben abrirse y no cerrarse las ventanas al mundo… para que entren los consorcios de fuera y no oara que nos expandamos los mexicanos a quienes, cuando van en busca de trabajo al norte del continente, se les trata como esclavos a vista y paciencia de un gobierno que tímidamente… protesta, para luego volver a bajar la cabeza ante los grandes capitales del universo.
¿Es esto lo que quieren obviar cuantos exaltan, hasta con entusiasmo porque en ello les va sus propias posiciones, al régimen cumpleañero? Pues a tales voceros, incluyendo al oficial recientemente designado, Eduardo Sánchez Hernández, muy poco conocido en los círculos periodísticos y políticos, acaso como una remembranza del foximo y el “Tata” Rubén Aguilar Valenzuela. ¿Se acuerdan como nos carcajeábamos? Si es por esto, bienvenido sea este nuevo funcionario o bufón de Palacio. Pero que no olvide lo esencial: la sociedad moderna no puede esperar hasta tener “luz verde” para ejercer su libertad de expresión; mucho menos quienes tenemos la obligación de escribir el día a día, la crónica de nuestro presente otrora manipulada de acuerdo a los criterios imperantes en el superior gobierno. Ya no podemos seguir así aun cuando no pocos medios de los llamados “nacionales” hayan construido ya su propio maridaje con el poder público.
Peña no va bien y lo hemos subrayado. De sus trece decisiones presidenciales con las que pretendió iniciar, con fuerza, su gestión… no se defienden ni el diez por ciento de las mismas. Quedaron en esbozo como si se tratara de compromisos sexenales y no de acciones con inmediatez de tiempo para renovar la estructura del gobierno que llegó a ser agobiante bajo la sombra del pobre calderón quien ahora se mueve con mayor intensidad a cuando ejercía el poder o pretendía hacerlo. Quizá nunca debió pasar de su verdadera vocación: la de ser un dirigente ultraderechista de su partido, persignándose cada día como los fariseos a quienes Jesús expulsó del Templo. De no haberlo señalado a tiempo, como lo hizo este comunista desde el primer momento y alguno más aunque de vez en cuando, ¿cómo podrían juzgarnos nuestros lectores, radioescuchas y televidentes? Sencillamente careceríamos, como muchos carecen ahora, de cualquier signo de autoridad moral, fundamento del prestigio en el horizonte del periodismo que no se somete a las líneas de Los Pinos.
En la misma dirección, ahondamos en el discurso inicial del señor Peña, el primero de diciembre de 2012, considerándolo una demostración de fortaleza ante los poderes fácticos y saludando, además, algunas bienaventuranzas como el indicio de terminar con los cacicazgos magisteriales y reconstruir a los olvidados ferrocarriles mexicanos. Nada más falso. La iniciativa de reforma educativa se convirtió en pretexto para la protesta callejera de los disidentes que no quieren ser evaluados ni censados para no perder sus prerrogativas, sobre todo la de las aviadurías, y exigir dinero –ciento quince millones de pesos-, y nuevas plazas –nueve mil- para retirar los plantones en la ciudad de México y en buena parte de las capitales estatales. Y de los trenes… mejor nos olvidamos como ya afirmó José López Portillo durante su contraproducente gestión. Así, por el estilo, la mayor parte de las tales decisiones iniciales. Una vergüenza.
Y que no se nos engañe con el sambenito del tiempo: aún faltan cinco años para cumplir, alegan. No, señores: se trataba de los enunciados del arranque…y éste ya terminó. ¿O acaso vamos a estar comenzando durante cinco de los seis años o acaso el sexenio entero hasta consumarse éste en medio de las bataholas naturales de la sucesión? Pero, además, existen razones de fondo para ejercer la crítica porque sin ésta no cabría ni podría explicarse la vida democrática.
Si hablamos de soberanía popular, como se establece en la Constitución, tendríamos que ponderar un hecho incontrovertible: para ejercerla se requiere del análisis permanente con el propósito de evitar desviaciones, marchas hacia atrás o abiertas traiciones en contra de los intereses del colectivo. Para los panegiristas de quienes hemos hablado, basta con el aval del sufragio para que el grupo gobernante haga cuanto quiera; no es así. ¿Cómo, entonces, puede imponerse una iniciativa de reforma energética que jamás estuvo contemplada en la campaña por la Presidencia y ni siquiera formó parte de las decisiones del arranque, la mayor parte de ellas incumplidas apostando a la amnesia colectiva? Precisamente para eso debiéramos servir los periodistas: para recordar y animar la memoria en contra de las manipulaciones oficiales aunque los costos suelen ser, por desgracia, muy altos. Lo son en el caso de este columnista.
A lo largo de su primer año, el curso del mandatario en ejercicio ha sido reprobado. Así, sin ambages, y pese a algunos aciertos como el finiquito de la “maestra” Elba Esther Gordillo Morales y la plausible reacción ante las catástrofes naturales previstas cada año; lástima que se sigan eludiendo las soluciones de fondo y se brinde protección a los grandes cómplices del establishment que construyeron carreteras sin protecciones y edificaron en zonas poco firmes como siempre. ¿No existe responsabilidad penal alguna para ellos ni para los que pudieron estar detrás de las explosiones en el edificio B2 de PEMEX el jueves 31 de enero de este año que se encamina a su fin?¿Qué debe suceder para que despierte usted, señor Peña Nieto, a la realidad?
Mientras tanto, el ex mandatario cobarde, quien presidió al sexenio de la violencia, calderón, se pavonea presumiendo de ser un “intocable” más. ¿No que habían desaparecido éstos de la perspectiva como anunció el señor de Los Pinos? Por lo que vemos a la rémora priísta se han sumado los corruptos del panismo… y van juntos con no pocos perredistas que han hecho de las suyas aliándose con el narcotráfico como en el caso de Michoacán, en concreto. ¿Cómo creer en el desarrollo de los partidos con tales saldos?¿O debemos calarnos la boca para complacer al nuevo vocero presidencial?
Debate
Quisiera ser optimista, pero el pudor me asalta. No puedo serlo, sencillamente, porque en mi condición de analista no veo perspectivas felices. Hace tiempo sostengo, y por desgracia los hechos me han dado la razón que ver las cosas color de rosa en nuestra época es la mejor manera de exaltar la demagogia cuando las bienaventuranzas, sin fondo, se extienden a la política. Hoy estoy más convencido de ello que nunca.
La administración de Peña Nieto para reencontrar el camino andado y desorientado, perdido en no sé cuantas veredas intransitables y rebosantes de asechanzas, cuando menos medio gabinete debería ser retirado, comenzando acaso con los elementos de mayor trascendencia dentro del mismo, por ejemplo los titulares de Gobernación, Hacienda y Relaciones Exteriores; y luego seguirse con los mandos militares cuya aportación ha sido tan insulsa como obviar que antes del terrible 1913, el año del “chacal” Huerta, México, como nación independiente, ya tenía su propio ejército y ya había ganado algunos hechos de guerra de la mayor importancia. Pero la desmemoria y la actitud tendenciosa de algunos tiran la verdad por la borda con el mayor simplismo imaginable. Y no se trata de ser optimista o pesimista para comprenderlo.
Por ello, y mucho más, reprobamos, sin ningún tipo de recoveco, la actuación de Peña Nieto a lo largo de su primer año de gobierno. Y está más cerca del cero que del cinco, sin olvidar algunos aciertos, pocos si bien significativos, como destrabar la llamada “ley de víctimas” y acelerar la pensión a las jefas de familia… aunque sea discutible la suma de un millón setecientas mil beneficiarias. ¿Y la “cruzada por el hambre”? Pues resultó una efímera pasarela para Rosario Robles Berlanga y la débil pluralidad del régimen en curso.
La Anécdota
Aun en los tiempos de mayor autocracia, la crítica ha sido contrapeso excepcional. Lo fue cuando los hermanos Magón, anarquistas convencidos en el preámbulo de la Revolución, pusieron el dedo en la más honda llaga del porfiriato; y lo mismo cuando Ignacio Ramírez Calzada, “El Nigromante”, se proyectó como el fundador de la República liberal adelantándose a su época. Sin los señalamientos que surgen de las voces del colectivo, la autocracia jamás hubiera dejado paso a la democracia.
De allí que se explique la s3entencia de Díaz Ordaz:
–Los mejores días, para mí, son aquellos en los que no salen los periódicos.
Incluso bajo un mando autoritario, las líneas ágatas molestan, incomodan, incluso afrentan a las mentes ególatras. Para eso sirve la crítica.
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Web: www.rafael-loretdemola.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
NO SE TRATA DE DENOSTAR NI DE ADELANTAR VÍSPERAS. EL MÉXICO DE HOY, PARA EL MAÑANA, DEBE CONSTRUIRSE CADA DÍA. HE AQUÍ EL SENTIDO DE LA CRÍTICA COMO CONTRAPESO A LOS ABUSOS DE PODER. LO HE MENCIONADO HASTA EL CANSANCIO: CALLAR, CUANDO DEBIERA GRITARSE, NOS REDUCE A LA CALIDAD DE IRRACIONALES, CARENTES DE ARGUMENTOS Y DE FUEROS HUMANOS.
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