Desafío
*Anverso de Plantón
*Las Banderas de EEG
*Marcha Democrática
Contra la marea general, me sorprendió una fotografía tomada en Oaxaca hace algún tiempo: en ella se aprecia a decenas de madres y padres de familias –quizá un millar, no más-, con sus hijos, portando leyendas a favor de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que mantiene a dos millones de escolapios fuera de las aulas en sus respectivas secciones, tres de ellas las más combativas. Otra imagen en particular, me sacudió: una niña, entre once y trece años, levantaba una pancarta que decía: “Gracias a mi maestro por luchar por un México mejor”. No niego que me costó trabajo dirigir la frase, sobre todo cuando las dirigencias de la CNTE han mostrado sus peores talantes, entre la intolerancia y la irascibilidad, para protestar contra el conjunto de la reforma educativa, cuando aprovechando el domingo pasado –que debía ser el del informe presidencial- los legisladores aprobaron la Ley de Servicio Docente con 390 votos a favor y 69 en contra, éstos de los grupos de izquierda expertos en montajes callejeros como armas d presión.
En la ley de referencia, por supuesto, se asientan dos de los principios que más han alterado a los docentes: la evaluación y el censo; lo primero para certificar sus conocimientos y poderlos impartir al alumnado y lo segundo para evitar, de una vez, las costosas aviadurías con las que “la maestra” Elba Esther Gordillo Morales cimentó su cacicazgo a través de cuatro sexenios, cuando menos. Un cuarto de siglo de vasallaje que derivó, precisamente, en la fundación de la CNTE dispuesta a oponerse al matriarcado sindical tan costoso e infortunado.
En un rápido sondeo, la mayor parte de los capitalinos manifiesta su inconformidad contra los plantones “magisteriales” si bien se conoce que, cuando menos, la mitad de los que han protestado son infiltrados de otras organizaciones anarquistas, y no mentores, financiados por algunos de los grupos fácticos que han sido limitados por la actual administración desde el importante discurso inicial, el primero de diciembre pasado, y el posterior “Pacto por México”, signado al día siguiente entre las principales fuerzas políticas del país con la incorrecta exclusión de Andrés Manuel López Obrador –dos veces cerca de ganar la Presidencia; en 2006, como sabemos, el fraude fue evidente y en 2012 hubo demasiadas irregularidades, sobre todo la derrama de fondos económicos, pero no exclusivos del PRI y su candidato-, cuya capacidad de convocatoria está fuera de toda duda. Ayer mismo volvió a demostrarlo en el Zócalo capitalino sin pretensiones de medir números y seguidores con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas quien marchó el sábado 31 de agosto luego de trece años de discreto paso por los foros académicos, literarios y empresariales, dentro y fuera de nuestras fronteras.
El hecho es que la ciudadanía, en buena parte, está irritada con los maestros disidentes. Este columnista también por cuanto han dejado a más de dos millones de niños sin clases como si en México nos empeñáramos en quedar a la cola de la preparación profesional en un mundo globalizado y altamente competitivo en materia de cultura general y en cada una de las especialidades vocacionales. Hay misiones que están por encima, incluso, de los propios intereses. ¿Qué diríamos si, de pronto, quienes trabajan en los radares aeroportuarios decidieran dejar sus asientos por ponerse en plantón dejando en el aire a miles de pasajeros?¿O que los mandos militares renunciaran en conjunto quedando al garete los soldados y la pretendida defensa de la soberanía nacional?¿Y si los médicos de cualquier hospital se salieran de éste dejando enclaustrados a sus pacientes? Es obvio que hay tareas irrenunciables, como debiera ser forjar el futuro del país encausando a nuestros niños, pobres y ricos, por las sendas del conocimiento real y no de la demagogia y el ausentismo frecuentes.
Pero, entre todos aquellos a quienes he acudido, maestros incluso, hubo uno, uno solo, capaz de hacerme un desglose distinto del conflicto magisterial que amenaza con ser una suerte de bomba de tiempo contra la estabilidad nacional. No queremos ni pensar que, en las proximidades de las fiestas patrias, el ejército comenzara a actuar para poner tras las rejas a los dirigentes y bajo blindaje a los rijosos. Las imágenes de 1968 y 1971 me siguen revolviendo el estómago; me cuesta trabajo, aún ahora, tantas décadas después, asimilar el horror que significó cortarles las alas a varias generaciones de jóvenes mexicanos deseosos de superar escollos y desprecios por parte del poder público. ¡Y ni siquiera un hálito de justicia ha llegado!
Pues bien, ese maestro, uno solo, me planteó el anverso de la moneda:
-En el país hay, registradas, doscientas treinta mil escuelas; pero sólo existen, en realidad, ciento noventa mil. Las restantes son “fantasmas” y están instaladas en casuchas viejas, predios municipales e incluso en los templos al calor del clero católico; también las hay, y cuentan, las que funcionan bajo las sombras de los árboles. Estamos hablando de casi el veinte por ciento de la infraestructura reconocida.
Pero no es sólo eso:
–De las ciento noventa mil que son localizadas físicamente, el treinta por ciento –casi sesenta milo-, funcionan con graves carencias, entre ellas la ausencia de agua potable, de baños, de drenaje… y de aulas en condiciones de operar como tales. Eso es lo que pedimos los maestros –insistió-: sencillamente que primero se evalúen las escuelas y luego loe seguimos. Además, ¿por qué no se evalúan, primero, a los miembros del gobierno?
Este último punto fue aireado por Cuauhtémoc Cárdenas durante su marcha, en tono francamente demagógico –una condición que, por primera vez, observé en él-. Es evidente que a los presidentes y gobernadores se les evalúa a la hora de votar por ellos; en todo caso sería necesario calificar sus actos, precisamente para ello debieran servir los tales informes, antes de frivolizarlos. Pero, eso sí, los miembros del gabinete y demás acomodaticios, deben ser sometidos al aval del Legislativo, como los diplomáticos en trance de convertirse en embajadores –e incluso cuando se dejan “colas” del pasado, como en España, donde permanece el calderonista empedernido, Francisco Ramírez Acuña, al frente de la legación-. No se hace al considerar que los mandatarios deben mantener cierta discrecionalidad en sus actos; pero la democracia y la evolución de la sociedad dicen ya otra cosa; y no son pocos los casos de ineficacia superior con el mantenimiento de los peores por obra y gracia de las complicidades sedentarias.
Lo sabemos todos, pero deben darse a las cuestiones de alto contenido estratégico su verdadera dimensión. De otra manera la credibilidad siempre estará a la baja para desprecio de la clase gobernante; de hecho, ¿quién se salva del juicio negativo de la historia en la última centuria? Hagamos cuentas y nos sorprenderemos por la manera cómo llegaron al poder algunos candidatos que fueron populares y cómo lo dejaron. El ejemplo más vívido y cercano es el de Fox.
Otro punto en materia de educación: de los treinta mil jardines de niños que existen en el país bajo la férula de la Secretaría de Educación Pública, sólo hay plazas para diez mil conserjes –esto es quienes asean, cierran y abren puertas y tienen la responsabilidad de cuidar a los chiquitines-, con un tremendo déficit de dos tercios. Lo peor de ello es que la responsable, la SEP, ni siquiera menciona estos datos sino los ignora de manera alevosa, ruin, mientras los padres de familias viven a expensas de miles de milagros al día.
Por supuesto, lo relatado no es el meollo de la protesta magisterial sino los argumentos para justificarla a destiempo, a posteriori diríamos, luego de la ocupación de la ciudad de México y los desquiciamientos que ello genera. Cuidado: los automovilistas ya están tan irritados que en varias ocasiones han obligado a los manifestantes a subirse a las banquetas para continuar con sus caminatas, lo que puede desatar, en cualquier momento, una verdadera rebatiña de incalculables consecuencias. Y no habrá cordones de policías para impedirlo, por desgracia. México está en el filo de la navaja… y los grandes consorcios del exterior se frotan las manos: podrán seguir comprando barato hasta consumar la reconquista contando con que se enfrentarán a miles de mexicanos sin cultura, sin bases académicas, sin manera de confrontarlos ideológicamente. ¿Eso es lo que quieren los “patriotas” alejados de sus salones de clases?
Debate
Nadie puede negar que una de las peores condiciones para el desarrollo educativo en México es la ausencia notable de un Programa Global de Estudios. La anarquía al respecto induce a que los colegios particulares tengan sus propios planes de estudios que, en muchos casos, incluso riñen con los conocimientos básicos de nuestra historia, sobre todo cuando están regidos por congregaciones religiosas, tales como jesuitas –ahora tan de moda por el Papa Bergoglio, maristas y Legionarios de Cristo-, en los que se infama todavía a la Reforma juarista
De hecho, sólo tres secretarios de Educación se ocuparon del tema: el “maestro de América”, José Vasconcelos Calderón, Jesús Reyes Heroles y Fernando Solana Morales. Los demás se la han pasado calentando el escritorio del primero y algunas “maestras”, jovencitas muchas de ellas, deseosas de plazas a cambio de cuanto sea factible. Allí mismo, incluso. Y no hablamos de otros, como el actual Emilio Chuayffet Chemor, con otras tendencias personales a las descritas. Y espero que la Suprema Corte de Justicia, tan democrática, me permita expresarlo sobre los léxicos prhibidos…como en los tiempos del Marqués de Sade, cuyos texto0s, al fin y en contra de las conservadoras ideas de su época, sí pudieron publicarse sin pasar por la censura de las editoriales con capital español. La reconquista comienza dominando lo que se lee.
La Anécdota
Para cerrar el círculo de la supuesta democracia que exhalan las marchas y los plantones, se reprodujo un dato contundente, estremecedor, que riñe mucho con el tema de las convocatorias políticas callejeras en las que se refugian algunos que se consideran poco menos que redentores en potencia. O mucho más.
Allí les va:
–El 76 por ciento de los mexicanos –una proporción mayor a la de los votantes que de verdad acuden a las urnas y no usan sólo su credencial del IFE para presentarse-, ¡jamás han acudido a una marcha, alguna manifestación o un plantón!
Esto es, tres de cada cuatro. Una mayoría más que absoluta. En democracia, tal estadística ¿debe o no contar a la hora de evaluar a los marchistas de todo el país?
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WEB. www.rafael-loretdemola.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
MÉXICO YA NO ES UNA NACIÓN DE PÁRVULOS INCAPACES DE EVALUAR LOS HECHOS; NO NECESITAMOS QUE NADIE LOS DIGIERA POR NOSOTROS COMO PRETENDE LA OFENSIVA, POR INTENSA, PROPAGANDA OFICIAL. TODOS DEBEMOS ANALIZAR CUANTO OCURRE PARA SABER, SIQUIERA, EN DONDE ESTAMOS PARADOS. AHORA Y NO MAÑANA CUANDO YA NO HAYA REMEDIO.
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