Desafío

*Un Olvido Imperdonable
*Alianzas con Españoles
*Cuentas de Gran Capitán
Por Rafael Loret de Mola

El pasado viernes 26 de julio, cuando la embajada cubana celebraba el aniversario número sesenta del asalto al cuartel de Moncada, en Santiago, donde Fidel, El Ché y Camilo Cienfuegos –no confundir con el actual secretario de la Defensa Nacional, el general Salvador Cienfuegos Zepeda-, hicieron sonar los tambores de la Revolución aunque el saldo inicial no les favoreciera, en México debió darse un festejo de similares condiciones en la efemérides del seiscientos ochenta y ocho aniversario de la Gran Tenochtitlan, circundada por ríos que confluían al Templo Mayor, a un lado de lo que es hoy el Palacio Nacional; y pocas personas, infortunadamente, repararon en ella.
Esto es como si quisiera borrarse, de golpe, todo aquello que sea perfume del pasado glorioso de los pueblos de Mesoamérica que debieron someterse, bajo una crueldad infinita, a los que se decían conquistadores, españoles, y no eran sino invasores de tierras ajenas que ofrecieron a la Corona, además del oro y la plata, un inmenso territorio a causa de la tremenda diferencia de armamentos: los barbados cubiertos de acero y con cabalgaduras; mientras los pobladores infamados sólo pudieron defenderse con palos, piedras, con cuanto encontraban, defendiendo lo suyo hasta la muerte. Pero no fue aquel, como pretendieron los europeos, el fin de una cultura, ni sólo una fusión entre razas basada en la peor de las dominaciones –como si las nativas, sin voluntad, hubiesen sido violadas, aun cuando muchas de las cuales fueron tratadas como objetos nimios de placer sexual ante los sucios soldados de Cortés-; más bien, los valores espirituales de las naciones sometidas, vuelven hoy a cubrir los escenarios mientras allende el mar la monarquía de los Borbones zánganos se tambalea.
Francamente, me resulta imposible comprender, por más que me hablen de una supuesta estabilidad política, las razones por las cuales los españoles de hoy no han reaccionado ante las corruptelas evidentes de la llamada “familia real”, heredera del franquismo por origen y desarrollo, y mantienen el absurdo de contar con un rey entre parlamentarios que deciden lo concerniente al gobierno –muy mal, por cierto, desde el inicio del mandato del franquista Mariano Rajoy Brey, también señalado por su avidez por los dineros mal habidos; esto es, peor, incluso, a cuanto hizo el falso “socialista” José Luis Rodríguez Zapatero-, dentro de un ámbito en que, cada vez, se aborrece más el recuerdo de la dictadura y aumenta el número de pobres de manera escandalosa de acuerdo a los “justos” ordenamientos del Cuarto Reich, es decir la Unión Europea, con Ángela Merkel a la cabeza.
Allende el mar, los hijos de la Iberia otrora brava, miran por encima del hombro a quienes todavía consideran sus vasallos –los latinos, sobre todo aquellos que llegan con la intención de ganarse un euro-, y la bajan lastimosamente ante los franceses y demás europeos conociendo la larga historia del escarnecimiento permanente de su suelo. No hubo legión, ni los bárbaros, que no hollaran aquellos territorios convirtiéndoles en botín de conquistadores, lo que abre una dualidad tremenda entre los españoles al sentirse herederos tanto del sometimiento como del expansionismo amoral, esto es del otro lado del mar océano. De allí las tremendas distorsiones que aún perviven, en pleno siglo XXI, sobre la historia contada desde allá y la que sentimos aquí.
Alguna vez, en Madrid, un parroquiano me preguntó:
–¿Es cierto que en la ciudad de México tienen monumentos a Cuitláhuac y Cuauhtémoc, y ninguno de Cortés?
No podía ir más allá de las hipocresías con las que exaltan a quienes, con mayor belicismo desarrollado, utilizaron la intriga y el horror de la viruela que cercenó más vidas que los aceros de los invasores, se dijeron conquistadores y son llamados dioses, así, sin recovecos, nacidos en Extremadura; de haber sido así, claro, también habrían sido inmortales como lo son Quetzalcóatl-Kukulkán y otros más que superan, como Tláloc o Coatlicue –los descubiertos en la era moderna bajo toneladas de barro, igual que las cabezas olmecas que dan brillo a los museos de antropología de Villahermosa y, sobre todo, Xalapa-, a los amuletos de quienes se amancebaron bajo estos aires para aprovechar la fuerza de su superioridad armamentistas. ¡Falso que trescientos españoles pudieran con miles de indígenas, como suelen repetir los ominosos xenófobos y los malinchistas! Más bien, los guerreros aztecas, por ejemplo, no pudieron remontar el peso de la leyenda ni el de los arcabuces ni las caballerías; tampoco, sobre todo, la traición de quienes se sentían explotados por el imperio del Anáhuac. Mucho menos, el de las enfermedades desconocidas que, para desgracia nuestra, se quedaron a diferencia de la infamada “influenza porcina”, en 2009, que colocó a México como un nuevo Valle de los Leprosos.
Pese a ello, no puede negarse que la mala propaganda cubrió sus fines situando a México entre las naciones tercermundistas urgidas del “rescate” de los consorcios internacionales que desplazaron a los empresarios mexicanos comprando, además, muy barato. La violencia baja los costos pero no disemina las ambiciones. Y, por supuesto, en las últimas crisis económicas en Europa, no nos cansaremos de repetirlo, los remanentes de las sucursales mexicanas fueron estelares como antes lo fueron el oro y la plata intercambiada por vidrios de colores en el mayor embuste de la historia. No hay ninguna modificación moral al respecto entre el pasado y el presente.
Mientras tanto, los zánganos monarcas españoles celebran el 12 de octubre, para nosotros el “día de la raza” siquiera para exaltar nuestros orígenes cada vez más olvidados, como la fecha en que celebran “la hispanidad”, esto es la llamada conquista –que no fue de México, debe aclararse, sino una invasión desproporcionada contra las naciones de Mesoamérica-, sin el menor pudor histórico y considerando, no sé por qué, que guardan aún algún tipo de autoridad moral sobre nosotros. ¿La tienen quienes nos saquearon, violaron, mataron y esclavizaron a los pueblos indígenas al grado de dejarlos marginados, como una bomba de tiempo que de vez en cuando se enciende, posiblemente como ahora, para recordarnos a todos que esos “indios” son tan mexicanos como cualquiera otro que se nombre igual?
El hecho notable es que, en el aniversario de la edificación de la magnífica Tenochtitlan, que dejó con la boca abierta a Cortés entre los grandes volcanes, el Popo y el Ixtla, por donde pasaron las tropas de los soldados metidos en armaduras de hierro y con el flagelo de los aceros en las manos, fue patente, para mí, la existencia de un mundo paralelo que no reconoce hechos infames ni interpretaciones sesgadas, sino simplemente ofrenda sus valores espirituales –aquellos que curan el alma cuando más lo necesitamos-, como el valor sustantivo de su permanencia y el grito, que cala cada vez más alto: ¡México!¡México-Tenochtitlan! Los mexicas no se han ido porque sin ellos este suelo que pisamos y en el cual creemos –como diría el “bate” Ricardo López Méndez en su inolvidable “Credo”- “porque escribe su nombre con la equis que lleva algo de cruz y de calvario”. De allí la importancia de sustituir, más que por efectos fonéticos por una inclinación mal sana a la colonialización, la “jota” por esta equis que nos marca el espíritu y nos conduce a nuevos campos de batalla en donde habremos de seguir siendo, simplemente, espíritu, el alma colectiva que se alza contra cualquier inclinación materialista. Por eso hemos resistido los golpes bajos de la ingerencia del norte y hasta las traiciones de quienes se sienten tan aparte que no les interesa vender a su propia patria; pero no darían a nadie a sus hijos, como si estos fueran sagrados por encima de la fuerza de la conciencia. México es nuestra sangre, y la sangre nuestra fuerza –como repitieron durante la presentación magnífica para conmemorar el aniversario del nacimiento de la prehispánica ciudad modelo con participación notable del grupo Cosmodanza, que no cobró un centavo, del grupo “Tribu” que rescata los sonidos, y del excepcional canta-autor, éste sí de a deveras y no empeñado en baladas cursis, Gabino Palomares quien le cantó al “Tlatoani Cuitláhuac” con el corazón en la mano-.
Vibré con ellos como vibro ahora, con la creencia infalible de que estos valores no nos serán jamás arrebatados por muchos “Walmart” que pretendan construir sobre los pasos de nuestros ancestros. Pongamos el punto final. Por México.
Debate
Los socios del presidente Peña Nieto, y él mismo, mantienen los mismos nexos comprometedores con varios consorcios de origen hispano, específicamente en el renglón de las telecomunicaciones y los energéticos. Y esto debe tomarse en cuenta a la hora de refrendar la iniciativa presidencial sobre el segundo punto, máxime cuando se insiste en que el propio mandatario ha trazado buena parte de su plan de ruta, precisamente, gracias al aliento de los capitalistas de más “caché” en la península ibérica.
Por supuesto, España ha encontrado las plusvalías con una rapidez asombrosa, sobre todo desde 2008, cuando el presidente de BBVA-Bancomer, Francisco González Rodríguez –y olé-, reconoció que el sesenta por ciento de sus utilidades provenían de México; esto es, de no haberse fusionado con un banco saneado, Bancomer, que pudo hacerlo con Banamex para formar un frente mexicano, nacionalista, con seguridad el quebranto –por la nimiedad de los réditos a favor-, hubiese sido de escándalo. Y lo mismo puede decirse de Santander, el banco de Emilio Botín administrado en México por Carlos Gómez y Gómez quien se desprendió de su propio banco para rendir culto a los españoles como lo hiciera igual el emperador Moctezuma, aunque éste guiado por la esperanzadora luz de la paz… imposible cuando uno de los bandos pone la ambición por encima de Dios.
El caso es que es evidente el contubernio entre los capitanes hispanos y sus cómplices en el gobierno. Ahora, ¿comprenden los amables lectores el sentido de nuestra lucha por recuperar el mercado editorial mexicano de las garras de las empresas hispanas? Es nuestra cultura, nuestra tierra, nuestra sangre, las que están de por medio. ¿O aceptaremos, sentados en la barandilla, que se consume la reconquista?
La Anécdota
Durante los festejos por Tenochtitlan, el pasado 26 de julio, uno de los organizadores me confió al oído:
-Hay un presupuesto de nueve millones de pesos para este evento… y nadie sabe quien los tiene. Los danzantes van gratis; los grupos musicales bajo salarios muy bajos, a pesar de su categoría. ¿Quién se queda con el botín?
El hecho, notable y por eso lo asiento aquí, es que las ceremonias, muy hermosas, que contemplaban un espectáculo multimedia con uso de las pantallas electrónicas, no pudo celebrarse en el zócalo porque permanecen allí, sin motivo y a destiempo, algunos “mentores” del CNTE que sólo saben de paralizaciones y no avizoran el futuro… ni el pasado.
¿Es esto tolerable en un país democrático en el que las mayorías nos sentimos ajenos a las decisiones del gobierno de la República?
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
HOY ES EL DÍA: CUALQUIERA QUE DESEE ENTRAR AL “CHAT” CON EL AUTOR DE “DESPEÑADERO” –A PARTIR DEL PRÓXIMO VERINES 9-, QUIEN ESTO ESCRIBE, LE BASTARÁ CON INTEGRARSE A LA PÁGINA WEB: www.rafael-loretdemola.mx DESDE ELLA PODRÁN SEGUIRNOS O INTERVENIR EN EL DEBATE, QUE SE ANTOJA SABROSO, A LAS CINCO DE LA TARDE Y HASTA QUE EL CUERPO AGUANTE. ESPERO CONTAR CON LA VENIA DE USTEDES Y, SOBRE TODO, CON SU SOLIDARIO EMPEÑO EN ELEVAR LAS VOCES EN UNJA SOLA EN PRO DE LA LIBRE EXPRESIÓN.

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