Desafío

*Bueno, ¿Votamos?
*Cónsul Represor
*Nos Apeñandamos

JUEVES 21 de Mayo de 2015

Es curioso, entre los diversos contertulios que un periodista tiene, no se barajan nombres de candidatos ni escenarios partidistas en donde quieren concentrar las dirigencias la voluntad general como lo han hecho siempre; pero ahora, el interés colectivo, tal y cual lo percibo, se centra en si debe o no votarse ante la sensación de que ninguna de las opciones que se nos presenta –con tres nuevos institutos en el palenque comicial-, nos convence ni aglutina.
Por principio de cuentas la visión del sufragio como obligación y no como un derecho democrático, confunde y convierte la necesidad de expresar la propia voluntad en un latigazo, precisamente, contra la libertad. Una conducta cercana a los tiempos de la esclavitud desarrollados aún en las Baja California –también la del Sur-, con peones llevados desde la Tarahumara o Oaxaca en una compraventa de miseria bastante peor a la trata de personas.
Visto como derecho el voto la perspectiva cambia… pero no conviene a la manipuladora clase política. Por eso se divulga la obligatoriedad de cada quien, de acuerdo a la ley, podría perder sus derechos de ciudadanía si seguimos a la letra los artículos 36 y 38 de la Carta Magna; en la práctica los ordenamientos se pulverizan: ningún mexicano, hasta la fecha y seguramente en las jornadas subsecuentes, no ha sido ni será sancionado por no acudir a las mesas electorales. Sería tanto como caer en los excesos de los autócratas, digamos como el venezolano Nicolás Maduro Moro en Venezuela que, como Porfirio Díaz Mori –casi Moro-, apehende a sus opositores antes de enfrentarlos asegurándose la perpetuidad antidemocrática.
El gobierno mexicano tiene modos bastante más sugerentes y efectivos que la represión directa aunque ésta también es aplicada en casos extremos, y ahora más porque se culpa de cualquier “desaparición” a las mafias criminales exentando a las políticas. Por ejemplo, se ha inventado una campaña, bien introducida a las redes sociales, para “demostrar” la ineficacia de los votos nulos asegurando que al segregarse en las mesas electorales sólo contribuyen a doblar los porcentajes obtenidos de los partidos. Esto es falso y el vocero de la historia es tan desconocido como el propio relato truculento inventando por los consejeros presidenciales, Aurelio Nuño Mayer y la exquisita Alejandra Lagunes Soto Ruiz –la niña verde, por sus ojos y su filiación aparente-.
No encuentro ningún referente legal para semejante interpretación; tampoco un currículum largo y acreditado para el vocero que ha logrado más de dos millones y medias de visualizaciones a través de las contaminadas redes sociales; por fin, los dirigentes políticos optaron por encajar los dientes en el espacio que había sido el más cercano a la libertad de cuantos se han abierto como vehículos de comunicación. Y a los crédulos les repito lo que ya comenté acerca de por quién debe creerse en una perspectiva tan cerrada y sucia como la de la política mexicana: es necesario conocer si quien habla o divulga pensamientos cuenta o no con autoridad moral, acreditada por la congruencia y el actuar durante décadas o, si se es joven, con suficiente definición de pensamiento.
Dicho lo anterior, el dilema puede reducirse aunque no parece sencillo: si ningún partido nos convence, y con ello sus candidatos, se tiene el legítimo privilegio democrático de abstenerse o anulas el sufragio, en todo caso. ¿Por qué lo digo? Porque son más, mucho más, quienes se sienten decepcionados por el establishment y los supuestos opositores que luego, tan a la ligera, se convierten en aliados de sus contrincantes extremos con tal de ganar algunas migajas indignas del poder. En la convocatoria a favor del sufragio parece olvidarse las enormes decepciones colectivas luego de las fraudulentas elecciones de 2006, cuando felipe calderón usurpó el poder como igualmente lo hizo carlos salinas en 1988, las contaminadas de 1994 –cuando la Casa Blanca “votó” antes que los mexicanos- y 2012 al dar cauce a la desesperación priísta por la cercanía de la izquierda y su icono, al grado de pretender convertir la jornada electoral en una mala subasta a cambio de despensas y monederos –la práctica ha ido tomando vuelo entre distintos partidos en este 2015-.
El hecho es que Andrés Manuel, abanderado de los más recalcitrantes enemigos del sistema político –lo que no está mal-, no ha sido capaz de hacer valer sus presuntas victorias en 2006 –cuando, de hecho, ganó y le fue arrebatada la victoria mediano la operación de laboratorios clandestinos en tres o cuatro entidades claves para modificar en un millón los votos emitidos-, y en 2012 cuando no detectó a tiempo la estrategia de los obsequios amorales y fue vencido por cuatro puntos porcentuales, acaso los hijos de la ignorancia, los mismos que en esta ocasión se dejan convencer de la insuperable responsabilidad de acudir a las urnas… para enterrar en ellas los papeles que supuestamente contienen la expresión de la voluntad popular.
¿Por qué en el tercer intento, posiblemente en 2018, y en estas intermedias tan contaminadas ya por la basura proselitista y la abierta guerra sucia contra candidatos de otras filiaciones, tendría que ser de otra manera reconociéndose a López Obrador como el líder necesario de acuerdo a lo estipulado por MORENA, el único partido que no exhibe a sus candidatos actuales sino sólo la figura de su fundador en una extraña interpretación de lo facultado por el INE, la Gestapo política? ¿Lo habían pensado?
Abstenerse o anular el voto, insisto, es un derecho, como tal es el acudir a las urnas. No es admisible, vuelvo a insistir, que se convierta en una obligación el acarreo hacia las mesas comiciales, cual si se tratase de siervos llevados por sus “amos” a las crujías, y esta premisa debe corregirse porque, además, es LETRA MUERTA. A nadie, en toda la historia política del México independiente, se ha sancionado por NO VOTAR.
De este precedente surge, entonces, la interrogante de mayor peso: ¿abstenerse o anular los sufragios? Lo segundo, ya lo explicamos, tiende a beneficiar a los partidos porque se aparenta, con una gran afluencia, un gran interés participativo como refrendo a una democracia simulada. Grandes “colas” ante las casillas ponen en el aparador de lo positivo a un gobierno despeñado que se congratularía ante el mundo con una demostración democrática derivada de la participación cívica… aunque sea falso que se sumen los anulados a los porcentajes de los partidos. Esto no es así si se cuenta con funcionarios honorables; si éstos son mezquinos y corruptos entonces tampoco nada tenemos que hacer ante ellos.
Abstenerse es una manera –quizá no la más adecuada para muchos, sobre todo los comprometidos con un partido o un candidato, lo que es absolutamente respetable-, de deslegitimar no sólo el mandato de los “electos” con minorías de votantes sino al sistema en general, al presidente en funciones y a un gobierno que extiende sus tentáculos hasta los opositores venales y los gobernadores que llegan a sus cargos con la mezcolanza de las alianzas turbias para quedarse después en el limbo.
Sólo en el caso de algún candidato independiente, así hayan sido formados en el PRI o el PAN y abrevado con ellos de cargos públicos, podría entenderse la congruencia de rechazar a la partidocracia en busca de alguna alternativa. No los convoco para ello; simplemente sugiero la opción como una forma de combatir al estado de cosas.
Desde que tengo dieciocho años –hace ya muchas décadas-, no he dejado de votar por convicción democrática y a pesar de las muchas decepciones atesoradas. No pude sufragar por mi padre porque no había cumplido la edad necesaria, en 1969, pero me hubiera encantado hacerlo porque, me consta, salió con las manos limpias y el corazón bien dispuesto a defender cuanto creía en su retorno al periodismo luego de ser gobernador de Yucatán, el mejor de cuantos han pasado por la misma oficina de cuantos he conocido. Todos los demás por quienes he votado me producen, en este momento, una suerte de urticaria incontrolable… y eso que no voto por el PRI ni puedo hacerlo por la derecha por convicción ideológica.
Siempre he votado, pero esta vez, a fuerza de ser sincero, me lo estoy pensando seriamente. Ya les diré en los próximos días.
Debate
Las amarguras se convierten, tantas veces, en una colosal fuerza que conduce a la misantropía, el odio hacia la propia especie. Tal es el caso de Carlos Jiménez Macías, potosino, tres veces diputado federal, ex secretario de la CNOP, senador y actual cónsul mexicano en Chicago, Illinois.
Su drama personal comenzó hace seis años cuando, como precandidato al gobierno de su entidad, quedó rezagado hasta la tercera posición con los consiguientes daños a su partido tras la apoteósica victoria del panista Fernando Toranzo Fernández quien ahora, aplicando la metodología del priísmo hegemónico, pretende “dejar” en la silla a su correligionaria, Sonia Mendoza Díaz, de gris carrera. Basta una desviación para que la senda se vuelva oscura e impenetrable.
Pues bien, desde Chicago me informan, los compañeros de los programas de radio en español, que el cónsul Jiménez se entromete y los presiona, compra espacios y pone en jaque a los empresarios… con las mismas perversas presiones que son tradiciones en México. Yo no sé si las autoridades estadounidenses están enteradas de las violaciones constantes a la ley de allá por parte del priísta Jiménez Macías, de patullas y barbas semejantes a las de uso cotidiano durante el porfiriato, pero es un hecho que actúa bajo el supuesto de evitar que se ensucie “la imagen” de nuestro país cuando nadie puede frenar ya el desprestigio de peña nieto y su gabinete de pacotilla.
Ya llegamos a los terrenos diplomáticos también para deshonra de nuestros supuestos representantes quien, además, cuentan con funciones de ministeriales para fincar delitos a los nacionales que viven fuera. Con una interpretación burda, la represión toma forma.
La Anécedota
Caramba, me duele admitirlo pero no tengo otro remedio: me apeñandejé. Al transcurrir de una grabación para la radio de Chicago, mencioné la extraña captura de “El Chapo” en Mazatlán, confundiéndola con la capital de Sinaloa, Culiacán. Por fortuna rectifiqué y no dejé de expresar la vergüenza de que nuestro presidente no conozco las entidades del país. Pero luego, quizá por la hora, volví a tropezar y tuve tres oportunidades para situar correctamente la fecha del 5 de mayo de 1862 como dl día en que “las armas nacionales se cubrieron de gloria”.
De tanto atestiguar barbaridades, me estoy apeñandejándome. Por favor, no me dejen; que se me anude la lengua y se hunda el paladar antes de parecerme a este grotesco, ignorante, inculto y torpe personaje. ¡Sálvenme!
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
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EL VOTO YA NO ES EL ÚNICO CAMINO PARA CAMBIAR DE JINETES. SE HA VUELTO DEMASIADO SINUOSO POR LAS FARSAS MONTADAS AYER Y LAS QUE SE PREPARAN PARA EL 7 DE JUNIO. SIGAMOS DE CERCA EL CASO DE NUEVO LEÓN PARA OBSERVAR SI, EN SERIO, HAY OTROS CAUCES POR ESTA VÍA. DE NO TENERLOS, ENTONCES RECUPERAR LA SOBERANÍA POPULAR SERÁ MÁS COMPLEJO Y DOLOROSO.

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