Desafío

*Vida de Sarcasmos
*Tesoros de México
*¿Empresa o Patria?

El presidente enrique peña nieto, como buen adicto a la televisión y mediático como el que más, dejó llevar sus ilusiones hasta el grado de solicitar a la selección nacional, el “tri”, eufórico, como cualquier niño de primaria y acaso de secundaria –es decir quienes aún no saben, a ciencia cierta, la concatenación de frustraciones que hemos eslabonado los mayores tras cada Mundial de fútbol, siempre creyendo, siempre animando, siempre llorando cuando se pisotea el nombre de México-, traer a casa “el trofeo”, esto es la Copa FIFA –imposible de ganar ni acumulando campeonatos para exhibir con ello la dimensión de la avaricia de la dirigencia futbolera amafiada-, con la estrella consiguiente en la amada camiseta verde. 
Casi siempre, el exceso de expectativas, guiadas por el afán mercantilista sobre todo de las cadenas de televisión y sus anunciantes intocables, desemboca en hondas depresiones multitudinarias cuando se observa la impotencia, la desesperación y el rostro alicaído de once jugadores absolutamente superados por quienes, de plano, suelen burlarse de nuestra impotencia –como los argentinos y ya no tanto los brasileños-, pese a las derramas millonarias generadas en nuestro país y destinadas al deporte con mayores coberturas y audiencias. De hecho, fuera del balompié, propagado con una intensidad escalofriante –a cualquier hora pueden sintonizarse, en la televisión de paga, encuentros diversos en todo el mundo haya o no temporada-, ninguna otra actividad física interesa al gran público salvo cuando llegan los Juegos Olímpicos, sus ceremonias de inauguración y clausura, y algunas especialidades atractivas… cada cuatro años. 
Pues bien, ignoramos si la declaración efusiva del presidente le salió del corazón o fue sólo un demagógico intento para hacer creer en la utopía, como cada que llegan los eventos deportivos universales. De hecho, coleccionamos, en los distintos mundiales, sólo un sitio en la retaguardia: nuestros equipos son los que suman el mayor número de derrotas y de goles en contra, además de que se ha acudido a casi todos ellos –sólo nos superan Brasil y Alemania-, sin siquiera haber llegado a una semifinal ni cuando corrió en balón en los estadios mexicanos en 1970 y 1986. Por ello, la pregunta y la apoteosis de circunstancias en Los Pinos debería revertirse: ¿es plausible gastar tanto en el fútbol, por todos los canales de egresos, con tan patéticos resultados?
No es tarde para encontrar culpables –por lo general se señala a los técnicos para cubrir las espaldas de los empresarios quienes exigen cuotas dentro de la selección, cuenten o no con jugadores de excepción-, ni para tratar de corregir la brutal inercia acumulada. Pero de esto se han ocupado tanto los cronistas deportivos, cuando pueden exhibir algún rasco de independencia, que no queremos caer en el lugar común. Lo trascendente es la parafernalia oficial para hacer suyas las imágenes optimistas y tomar distancia y olvidar los continuos fracasos. Porque, sin duda, a los mexicanos nos cuesta una barbaridad mantener este deporte, sea cubriendo los estadios o instalados detrás de los televisores para hacerles el caldo gordo a los patrocinadores. 
Una vez más, peña nieto se situó fuera de la realidad; desde luego, esta constante ya no asombra a nadie. Sin embargo, bien haría en encaminar los muchos millones que nos cuesta el fútbol hacia la creación de escuelas de este deporte de las cuales salgan las bases de los futuros equipos y no seguir menguando el ánimo de la colectividad con exhibiciones mediocres, insultantes incluso. Otra cosa: ¿por qué se ha destacado en los mundiales llamados “sub-17” y luego los futbolistas jóvenes desaparecen en cuanto se hacen mayores, salvo algunas excepciones confirmantes de la regla? En esta interrogante puede encontrarse el núcleo de la cuestión: como en política, el exceso propagandístico eleva hasta las nubes a protagonistas de escasas luces y pobre preparación.
Por la misma razón, claro, hace largo tiempo que los “mejores” egresados, incluso con doctorados en las universidades anglosajonas, no aterrizan en el sector público y prefieren integrarse al privado con sueldos altos, no auditados jamás, y prestaciones superiores poco fiscalizadas. En el paraíso de las simulaciones, por supuesto, bien conviene ser ejecutivo intocable que funcionario bajo la lupa en medio de la batahola en la que se ha convertido la vida institucional de la República, cada vez más cerca de Wall Street y lejos de Dios… aunque me disgusta parafrasear a Don Porfirio quien nos llevó a uno de los mayores derramamientos de sangre entre hermanos por el capricho de sostenerse en el poder; toda sus obras materiales quedaron inundadas de dolor e impotencia.
En una línea similar de ideas, no quiero pasar por alta la indignante protección que ofrece la alta jerarquía eclesiástica a los criminales con sotanas, no sólo los pederastas, que no son mayoría, es cierto, pero cuyos escándalos han mermado sensiblemente el fervor de muchos de nuestros compatriotas. Alguna vez, un monje franciscano, en el queretano Convento de la Cruz, me lo dijo muy claro:
–La realidad es que los pederastas son unos cuantos… pero a todos se nos estigmatiza porque no se procede contra aquellos con el rigor necesario.
–¿Me dice usted que debieran ser procesados?
–Por supuesto. Han abusado de su autoridad moral, de su misión eucarística… y tienen mayor responsabilidad por ello.
Concordamos plenamente. El otro lado de la moneda, el anverso que llega al cinismo, lo podemos captar en una sentencia indignante del Obispo en retiro de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva, quien al pronunciarse sobre una denuncia en su contra por fraude procesal, expresó:
–¡No, hombre! Falta un largo tiempo para que en México se meta a la cárcel a un jerarca de la Iglesia. Las sotanas pesan mucho. 
Lo grave es que siguen apareciendo no sólo los casos de pederastas que se refugian, de manera indigna, en su ministerio religioso sino de superiores que optan por proteger a los abusadores sexuales, casi como un deber, con tal de no “desprestigiar” a la Iglesia de Roma o evitar indemnizaciones millonarias –lo menos que puede exigirse en estos casos de depravación en un mundo al revés-, como si la pobreza, estimulada sabiamente por el Papa Francisco, no fuera sino un referente bíblico sin continuidad en la praxis. Esta circunstancia estremece incluso a cuantos no están dentro de la feligresía y les indigna. 
Hace unas semanas conocimos el ominoso caso del cura EDUARDO CÓRDOVA BAUTISTA –lo escribo con mayúsculas para que resalte del texto y sea siempre señalado-, quien abusó de cientos de niños durante tres décadas con la tolerancia del Arzobispado de San Luis Potosí y está ahora prófugo, seguramente refugiado en algún monasterio o templo –esto es resguardado otra vez por sus pares-, luego de ser excluido del sacerdocio e incluso denunciado, ahora sí, por el propio abogado de la Diócesis como una muestra de la voluntad de la jerarquía por terminar con estos demonios que se hacen pasar por ángeles: el sujeto les decía a los niños entre 13 y 16 años que para reducirles la tensión era necesario que les diera un masaje; y de éste pasaba a narcotizarlos y sodomizarlos. Pecados tan grandes como la Cruz que debió cargar el Redentor para expiar los dolores del mundo. 
No sé cuantos pederastas con disfraces de religiosos existen alrededor nuestro, no digamos en el mundo. Pero estoy convencido de que no deben ser ajenos a la estricta aplicación de las leyes ni debe consentirse que se escondan en los sótanos de los conventos hasta con salidas secretas hacia el exterior. Si van a estar en recogimiento permanente…que lo estén en las cárceles, incluso de alta seguridad, conscientes del tremendo daño infringido a la sociedad y a los fieles que creen en ellos como “buenos pastores” sin percatarse hasta donde llega la felonía de los mismos, capaces de destrozar vidas –la de las víctimas y las de sus familias-, sin el menor agobio de conciencia. ¡Y se dicen salvadores de almas!¡Por favor!
Para ellos, nos parece, debiera darse una mayor, elevada coercitividad por las dimensiones de las afrentas y el abuso de sus jerarquías –en distintos niveles, incluso algunos cardenales infames-, para honrar con ello, esto es con la verdad y la justicia, al Supremo Señor del Universo. Cualquiera otra cosa sería quedarse a la mitad del río provocando con ello la reincidencia o la extensión del mal en una época en la que parecen tener más derechos quienes pertenecen a los movimiento lésbico-gays, en ausencia de una verdadera igualdad. No se trata, nunca se ha tratado, de pasar de una desigualdad a otra. ¡A legislar, señores diputados y senadores… aun que no llegue la orden de Los Pinos!
Debate
Nos sentimos abrumados. No sólo estamos en vísperas d un saqueo de petróleo, además de vivir en una recesión negada por el secretario de Hacienda mientras se llevan nuestros dólares para consolidar el euro los consorcios españoles, sino que ahora, además, se atenta contra el patrimonio histórico y cultural de México. Imagínense; en este momento se construye en San Miguel de Allende una tienda Coppel, una cadena inmensa de muebles creada en Culiacán –donde se apiñan los narcos por cierto-, en 2005. Con ello, por supuesto, se trastoca el área protegida por la UNESCO por el mero permiso del alcalde, Mauricio Trejo Puerco, un priísta muy afín –en lo afectivo- al coordinador de la bancada panista en la Cámara baja, Luis Alberto Villarreal García. Sólo señalo el dato para exponer que se podría evitar la catástrofe con la debida intervención de las fuentes federales. 
¿Cómo es posible llegar a este nivel de miseria humana? La depredación de una ciudad única, con reminiscencias del siglo XVI, una verdadera joya de la gran corona de México llena de deslumbrantes muestras de incalculable valor histórico, no es cosa que deba desestimarse, como tampoco puede permitirse el absurdo de pretender derribar el Polifórum de Siqueiros, en la ciudad de México, si bien en este caso parece haberse detenido el procaz propósito. 
Sólo falta que la estrategia sea dejarnos sin valores, ni huellas de nuestra cultura, sin idiosincrasia por supuesto, para acelerar nuestra paulatina desintegración y asimilar las reformas degradantes que, sin duda, acabarán por depauperar más a los mexicanos. Es indignante, además, la pasividad de quienes cuentan con poder para detener estas atrocidades y optan por tomar distancia, acaso porque soterradamente los convencieron por los métodos ignominiosos habituales, sin el menor apego por la representatividad popular. ¡Salvemos a San Miguel de Allende de la voracidad comercial y la d la clase política!¡Hagámoslo ya!
La Anécdota 
Unas semanas antes de tomar posesión como jefe de gobierno del Distrito Federal –lo que ocurrió en diciembre de 2000-, Andrés Manuel López Obrador, cuando aún se podía conversar con él tranquilamente en un restaurante del sur de la ciudad –en aquella ocasión fue en Los Almendros de Insurgentes en donde se interpreta la cocina yucateca-, me dijo en corto:
–Lo que más me preocupa de Fox –en condición de presidente electo entonces-, es que no tiene ninguna formación nacionalista. No es como tú o yo que abrevamos en la doctrina de la posrevolución. Para él, México es una empresa tan grandota como su estatura física. Nada más. Y nos será muy difícil entendernos.
Los años le dieron, en este rubro, la razón.
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Web: www.rafael-loretdemola.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
BASTA YA DE TOLERAR EXCEPCIONES EN UN PAÍS QUE DEMANDA JUSTICIA CLARA, IGVUALITARIA, EXPEDITA. ¿NO NOS HAN DICHO QUE NO HAY INTOCABLES? PESE A ELLO, LAS SOTANAS, LOS BIRRETES Y LA COLECCIÓN DE BANDAS TRICOLORES, SON COMO UN MURO INEXPUGNABLE QUE ES NECESARIO DERRIBAR DE UNA VEZ POR TODAS. YA MISMO. NO HAY PRETEXTO QUE PUEDA JUSTIFICAR LAS ACCIONES DE LOS CURAS PEDERASTAS, DE LOS JUECES VENALES Y DE LOS EX MANDATARIOS ENRIQUECIDOS. CONTRA LA REALIDAD NO HAY RÉPLICA.

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