Desafío

Por Rafael Loret de Mola

Como la mayor parte de los libros que se observan en las “góndolas”, al paso de quienes tienen poco tiempo para ocuparse de tales textos que no forman parte de la “canasta básica” –quizá tienen más mercado los “tiraderos” sobre las banquetas repletos de obras viejas, pero bien cuidadas y en ocasiones valiosas, a precios de ganga-, me refiero a “Ética de Urgencia” del español, claro, Fernando Savater –éste sí autor universal, no como otros-, sobre las lagunas tremendas dejadas al garete por los legisladores y gobernantes, en general, quienes viven todavía en el siglo pasado, esto es, sin entender cuanto ocurre a su alrededor, como la fuera intrínseca e imparable de las “redes sociales” –fíjense: apenas voy descubriendo su impacto-, y un nuevo mundo cibernético cada vez más amplio y menos regulado
Me impresiona la respuesta de Savater, por ejemplo, acerca de la influencia de Facebook, una herramienta de comunicación, ideada por un joven universitario, Marck Zuckerberg, en febrero de 2004, sin saber siquiera el impacto mundial que tendría. Comenzó conectando a parejas de distintos campus y terminó siendo multimillonario. Savater dijo:
–El principal problema que se plantea Internet es la veracidad. Decir la verdad o no se ha convertido en una cuestión más complicada que en el pasado. Ahora desde casa podemos hacer llegar mensajes falsos, erróneos, incluso nocivos, a conocidos y desconocidos… Nuestro poder ha aumentado, y si nos tomamos en serio la vida, también aumenta nuestra responsabilidad.
Esto es: el poder consiste, en buena medida, en la capacidad de mentir y destruir, sobre todo, en un margen más elevado que ponderar la verdad y construir. Esto lo dice el columnista. Tal significa, nada menos, que la enorme capacidad de manipulación, observada en gobiernos con distintos rangos fascistas, es una herramienta de control de masas invaluable, antes exclusiva de la clase política y ahora al alcance de cualquiera que tenga capacidad de contar con un aparato de cómputo con acceso a Internet. Es decir, la mayor parte de los jóvenes que ya van siendo mayoría en un universo en donde, al parecer, se es viejo a los cincuenta años o en el justo momento en el que le perdemos la pista a los avances en Iphone y demás que nuestros hijos y nietos manejan como antes operábamos la perinola, los dados y los juegos de mesa con el ajedrez, de sabios, en el pináculo.
Lo planteado arroja un sinfín de interrogantes sobre la nueva moral del colectivo; y las pautas acerca de la educación. Por eso, nuestros hijos parecen incontrolables cuando están atados al mundo cibernético y profundamente nostálgicos, ausentes, cuando los limitamos al respecto. Un desafío con dobles aristas en pleno desfogue d responsabilidades paternas. Ya no sirven los gritos de la autoridad porque los de ellos suenan más fuertes y exploran las dimensiones en las que la ausencia de respeto es producto de la familiaridad coloquial y los formalismos y “buenas costumbres” no sólo signos del pasado ominoso sino, peor, exhibición de tremenda prepotencia por parte de quienes someten. Los muchachos de hoy no entienden por qué deben aprender planteos caducos cuando lo que les es interesante lo tienen al alcance de las manos… aunque, muchas veces, los referentes sean brutalmente falsos. Esta es la cuestión moral inexplicablemente abandonada.
Por ejemplo, en España, desde 2008 –ya pasó un lustro y quedaron en punto cero-, comenzó a legislarse sobre un tema que, en México, nos parece aún lejano pero no lo está tanto: la necesidad, incluso la obligación, de que los escolapios se dirigieran a los mentores usando el pronombre “usted” o “vos” en el caso de algunas sociedades, en vez del “tú” que exhibe una actitud de paralelismo obviamente muy distante en la interrelación maestro-alumno. Y tal se dio porqué algún “inteligente” observador se percató de que el uso igualitario conducía a otras acciones, incluso la violencia física del alumno y las frecuentes amenazas de los discípulos que se sentían superiores a sus mentores –en muchos casos sabían más que ellos-, o protegidos por las leyes a favor de los menores que dejaban en franca indefensión a los tutores… y a los padres. El justo ejercicio para explicar “los derechos de los niños” llegó, en su extremo, a la advertencia con los puños en alto y los rostros descompuestos. Algo de esto ya pasa en México, sin duda.
También es cierto que el uso incesante de nuevas tecnologías –digamos el “twuitter” que ya tiene varios años de ir en evolución impresionante-, aísla a quienes las usan a grado tal que es preferible comunicarse por esta vía que incluso el contacto personal. A este columnista le ha pasado ya varias veces que los jóvenes, cuyas invitaciones a disertas aceptamos, se sienten obligados a cenar con el conferencista… pero sin soltar sus aparatos cibernéticos y sin prestar gran atención a cuanto se diga sobre la mesa; lo mismo sucede en los auditorios cuando el menos escuchado es quien está en el uso de la palabra mientras los universitarios no pueden desprenderse de sus aparatos cibernéticos para conocer que su novia (o) está en otra clase, a un kilómetro de distancia, haciendo exactamente lo mismo. Ya se enterarán luego, por la misma vía, de lo que pudieron captar en directo.
Algunos colegas tal actitud exaspera; a mí, en lo personal, me sorprende e inquieta. Antes era fascinante que las reacciones de los jóvenes ante una sentencia política a su alcance se hicieran extensivas al momento; ahora, incluso cuando se trata de una broma, es difícil sacarlos del marasmo de la pantalla electrónica en donde –me aseguran- está cuanto les puede ilustrar. La cuestión de fondo sigue siendo si se dice o no la verdad en línea, o simplemente se divulgan mentiras especulativas, desde un hecho mal interpretado, en un ejercicio que les supone convertirse en reporteros repetidores de lo que reciben sin la menor verificación. Una oleada nos está cayendo y no hemos entendido que estamos mojados hasta la médula… desde la cabeza. No mal interpreten las jóvenes mujeres con tendencias hacia la precoz excitación.
Debate
La otra moral tiene que ver con la política y las negociaciones soterradas que dejan a los votantes en calidad de invitados de piedra. En muchos casos, ayer mismo, los linchamientos mediáticos se dan con tal alevosía que sólo los ingenuos pueden caer en la trampa; por ejemplo, la imagen del priísta bajacaliforniano, Fernando Castro Trenti, retratado al lado de Jorge Hank Rhon, barón ahora para hacerse más visible, quien financió buena parte de la campaña del supuesto aliancista, Francisco “Kiko” Vega de Lamadrid, ex alcalde, pero panista, de Tijuana, un cargo por donde ya pasó también, si bien como priísta, el segundo vástago del célebre profesor de Santiago Tianquistenco. Otra vez, las simulaciones en su más alto nivel.
Nuestra democracia va muy atrasada. Tanto que cuando el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, mandó una iniciativa para controlar el “terrorismo cibernético”, que también lo hay considerando que cualquiera puede alertar a la población diciendo que se está tiroteando una escuela como sucedió en el puerto jarocho con el pánico consecuente, saltaron los cibernautas arguyendo que su espacio era intocable y que debiera preservarse, a cualquier costo, la libertad: olvidaban una máxima sagrada en el Derecho: la libertad individual cesa en donde comienza la de otros. Y estos otros merecen el privilegio d la tranquilidad por encima de quienes juegan a causar el mal, o destruir, con el arma inocua de un tablero de computadora.
Los tiempos de elecciones son una oportunidad, sin duda, para el ejercicio de la anarquía cibernética; y lo será hasta que los legisladores se animen a reglamentar la vida contemporánea sin mantenerse atorados en el pasado.
La Anécdota
¿Y para cuándo va actuar la Secretaría de Comunicaciones, ahora bajo el mando de Gerardo Ruiz Esparza, contra los asesinos con ruedas –los tráilers y contéiners de doble remolque, que no sólo destruyen el asfalto sino siegan, cada día, cada semana, muchas vidas sobre las carreteras en un grado mayor a las víctimas del narcotráfico y la guerra entre las mafias?
Lo hemos dicho, cien veces, sobre todo después del horror entre Santa Clara y Xalostoc, Ecatepec, cuando un tráiler incendió al bordear una esquina desbarrancándose sobre una decena de casas, muriendo veinticuatro personas, y nadie hace caso. Y es que los intereses, los de los Hank entre ellos, están por encima de las leyes y los legisladores. ¿Entendemos?
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoocom
EL INTERNET SE EXTIENDE; LOS LEGISLADORES SE ACHICAN. LO HE DICHO EN OTRAS OCASIONES: LOS PARTIDOS Y SUS DIRIGENTES, LA CLASE POLÍTICA EN GENERAL, LE ESTÁ QUEDANDO MUY CHICA A UNA CIUDADANÍA QUE DEMANDA RESPUESTAS Y NO CITAS EN LA TRIBUNA; HECHOS Y NO PACTOS CON LOS QUE SE CHANTAJEA EL PRINCIPIO FUNDAMENTAL DE GOBERNABILIDAD. ¿ESTAMOS O NO EN UN ABISMO?

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