Desafío
*¿Será o no Será?
*Las Coincidencias
*Asesinato Oculto
Costó trabajo creerlo y la expectación sobre la confirmación de la aprehensión, en la madrugada del sábado 22 de febrero en Mazatlán, de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, quien se fugó del penal de “alta seguridad” de Puente Grande, en Jalisco, en enero de 2001 cuando aún no se cumplían dos meses de la asunción presidencial de Vicente Fox Quesada, se convirtió en escepticismo y una hondonada de conjeturas sobre el destino del “capo” más buscado en el mundo, una especie de segundo Pablo Escobar Gaviria, el colombiano fundador del “Cártel de Medellín” ya legendario.
Pese a la comparación existe entre ambos personajes del mal una diferencia sustantiva: “El Chapo”, refugiado sea en las Cañadas de Chiapas o en la sierra de Durango durante trece años y un mes si bien solía salir de sus guaridas sin el menor resquemor para pasearse por el país y el mundo, nunca recurrió al terrorismo como sí lo hizo Escobar cuando desató su guerra “personal” contra la estructura gubernamental. Incluso su amenaza central, acerca de que Peña Nieto no llegaría a la Presidencia –como no llegaron tres candidatos colombianos, entre ellos el favorito Luis Carlos Galán, del Partido Laborista, asesinados por “El Patrón” de Cali-, no se cumplió aunque sí extendió los temores sobre el destino del ahora mandatario federal.
Las dudas sobre la fuga de Guzmán Loera, en 2001, implican la sospecha sostenida sobre un pago de facturas políticas con relación a la primera alternancia en el Ejecutivo federal. No es extraño. En Colombia, por ejemplo, Ernesto Samper Pizano, quien asumió la Presidencia de su país en 1994, fue acusado por recibir enormes sumas de dinero provenientes del Cártel de Medellín, rival directo del caleño, e incluso debió retirarse de su cargo en 1997 bajo el estruendo de los señalamientos sobre su presunta implicación en el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, en pleno desarrollo de su candidatura presidencial luego de unir a las oposiciones en contra de Samper.
El propio ex presidente Samper manifestó, por cierto, que temía ser apresado en los Estados Unidos, cuyo gobierno le fustigó, antes o después de su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, precisamente por los casos descritos cuyas diligencias fueron suspendidas aun cuando se presentaron infinidad de pruebas en su contra.
Por cierto, en el mismo año en que asumió la Presidencia Samper, se dieron los magnicidios de Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu en México, el primero favorito para ganar los comicios presidenciales, y la llegada de un sucedáneo, Ernesto Zedillo Ponce de León, quien fue igualmente señalado, por la prensa internacional, como recipiendario de fuertes cantidades de dinero sucio. Durante su primera y última- rueda de prensa “mensual”, en el filo de la Barranca del Cobre en Chihuahua, un corresponsal le preguntó sobre ello y el entonces mandatario, descontrolado visiblemente, respondió con una negativa con intermitente tartamudeo como se explicó en los medios foráneos. A partir de entonces, eludió confrontaciones directas con los reporteros de la fuente mientras seguían mencionándose las “similitudes” entre los “dos Ernesto”.
Desde luego es de lo más extraño que, a través de los doce años de administraciones del PAN en la Primera Magistratura, “El Chapo” y sus lugartenientes apenas fueran molestados. El golpe más severo sobre la llamada “Confederación de Sinaloa” se dio con la ejecución de Ignacio “Nacho” Coronel Villarreal, de quien se decía era lugarteniente del “Chapo”, en julio de 2010 en Zapopan, Jalisco, luego de un operativo del ejército y no de la marina como venía siendo costumbre. Pese a ello, hay testimonios, de primera mano, sobre el hecho de que el ADN del cadáver reconocido como el de “Nacho” no coincidió con las muestras del mismo en poder de la extinta Secretaría de Seguridad Pública lo que extendió el rumor sobre los “muertos vivientes” del narcotráfico en México.
Además, según investigaciones posteriores de esta MESA, Coronel ya no formaba parte del cuadro de mando de la “Confederación” y pretendía, al momento del enfrentamiento con los militares, formar su propia organización sumándose a algunos de los mayores rivales de quien había sido su jefe. Y antes de la traición fue, literalmente, sacado del círculo de fuego. ¿Acaso sirvió el episodio para asegurar sus testimonios en los Estados Unidos con un perfil distinto y la protección que se brinda a los “testigos” eminentes? Es bastante probable que así fue aun cuando oficialmente está muerto y, con ello, se cerraron sus expedientes como en otros casos como el de Amado Carrillo Fuentes, supuestamente fallecido en la clínica Santa Mónica del Distrito Federal el 5 de febrero de 1997; pese a ello, hay indicios de actividades suyas “post-mortem” lo mismo en Sudamérica, Rusia y otros sitios estratégicos de Asia.
Debate
La “tranquila” aprehensión de Guzmán Loera tiene parecido con la que se dio en el caso del célebre “capo de capos” del Golfo, Juan García Ábrego, en 1997. A éste se le atrapó a ochenta kilómetros de Monterrey en un camino vecinal sin que ofreciera ninguna resistencia. Un testigo presencial del hecho manifestó que, al momento de ser interceptada su camioneta, el narcotraficante, adiestrado por Juan Nepomuceno Guerra –con fama de ser no sólo protector del “cártel” sino con una larga historia que le señala incluso como copartícipe en el asesinato de John F. Kennedy en Dallas, en noviembre de 1963, al dar refugio a los otros tiradores, además de Lee Harvey Oswald, quienes pudieron huir-, simplemente descendió del vehículo y lanzó una pregunta:
–¿Para qué tanto movimiento si estamos todos de acuerdo?
Luego, García Ábrego fue extraditado a los Estados Unidos bajo el supuesto de ser nacional de ese país –mediando una partida de nacimiento falseada-, y encarcelado, en apariencia, en una prisión de Colorado. Por cierto, meses después, en diciembre de 1996, fueron asesinados en su domicilio el ex asesor de la procuraduría del Distrito Federal, Fernando Balderas, su esposa, Yolanda Figueroa, autora del libro “El Capo del Golfo” –Grijalbo, 1996-, y sus tres hijos. Yolanda nunca negó a esta MESA, días antes de ser ultimada, que su esposo era quien había sido la fuente principal de sus informaciones sobre la vida y actividades del mafioso de quien poco se ha sabido desde entonces. La extradición puede ser también una forma de protección permanente a cambio de los informes que puedan proporcionarse para debilitar al gobierno mexicano y a sus principales dirigentes al paso del tiempo.
En condiciones similares, la “entrega” simulada de Guzmán Loera abre una serie de interrogantes sobre las condiciones cómo se produjo y, sobre todo, acerca de quienes, en realidad, participaron en la estrategia. Suena poco lógico que el hombre más buscado por el FBI, luego de la muerte de Osaba bin Laden, el 2 de mayo de 2011 en Pakistán, no tuviera un equipo de guardias listo a repeler a los miembros del ejército poniendo a salvo a su patrón. Sólo se entiende, como sucedió con García Ábrego, si el aseguramiento del personaje hubiera sido plenamente concertado, con oportunidad además, para realizarse luego de la Cumbre de Toluca.
La Anécdota
No se olvide que, en los inicios de la gestión de Felipe Calderón, también se intentó “negociar” con los jefes de los cárteles. “El Chapo” era la figura clave para unificar y presentar un solo bloque de narcotraficantes. De allí la denominación de “Confederación” como rebautizó al otrora “cártel de Sinaloa”, el de mayor cobertura e importancia tras las infiltraciones sufridas en los de Ciudad Juárez y Tijuana, bifurcados a través de grupos más radicales, como los “Zetas”, listos a combatirse entre sí para romper cualquier posibilidad de acuerdo.
Es necesario subrayar que el “comisionado” de Calderón para la tarea de la puesta de acuerdo, que sirviera para reducir los aterradores índices de violencia en el país –ni sombra de lo que ocurre hoy en día-, fue Juan Camilo Mouriño Terrazo, cuyo accidente aéreo, el 4 de noviembre de 2008 –en la misma jornada cuando fue electo Barack Obama como presidente de los Estados Unidos-, sigue llamando a suspicacias por cuanto el hecho de que se impidió a la Procuraduría General realizar cualquier tipo de pesquisas por órdenes superiores. Detrás de ello, encontramos al entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez Kuenzler, actual director general de la Bolsa Mexicana de Valores –antes fue secretario de Energía durante el mandato presidencial de Ernesto Zedillo-, quien confió a esta MESA, directamente:
–Fui yo quien pedí al presidente Calderón que se alejaran las procuradurías del lugar del accidente –de Mouriño-. Lo hice para evitar que se criminalizara un suceso que no fue sino un desgraciado accidente.
Pero, incluso, él mismo meditó al respecto:
–Al principio, ni mi madre me creía…
Y, para muchos, no se trató de un incidente cualquiera sino de un aviso con el que se rompieron las intenciones iniciales para dar cauce a la llamada “guerra de Calderón” que todavía se mantiene luego de sembrarse ciento quince mil cadáveres y contabilizarse más de treinta mil desaparecidos hasta la actualidad.
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Web: www.rafael-loretdemola.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
Todo lo narrado nos lleva a una espinosa conclusión, fundamentada por cuanto se ha explicado: la caída del “Chapo” tiene mucho mar de fondo y es obvio que dará lugar a un reacomodo de fuerzas, entre los cabecillas de los cárteles con mayor territorialidad, o bien con el propio Guzmán Loera operando desde su celda… como hizo Escobar Gaviria, en Colombia, los meses que se mantuvo en la fortificada cárcel llamada “La Catedral” en donde no había más presos que sus custodios a sueldo.
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