Desafío
*Libertad o Represión
*Patología del “Anti”
*Impunidad Vergonzosa
Hay una norma de justicia, superior a la ley entonces, esto es aunque en algunas regiones no se asuma como parte de los mandatos superiores, que exalta la libertad sólo con un límite: los derechos de terceros. En todo caso y lugar, quienes legislan y aprueban los elementos jurídicos para la convivencia pacífica saben bien que están limitados por un valor superior: precisamente los derechos humanos, naturales, entre los que resaltan, precisamente, la libertad y la justicia. En esta línea nadie tiene el privilegio de someter a su vecino ni de obligar a quienes no piensen igual a supeditarse a las conveniencias de grupos con marcada tendencia al sectarismo y bajo el pueril argumento de que conforman una mayoría. De ser así, sería evidente el vacío en los hogares y colonias cuando se convoca a una manifestación.
Por desgracia, nuestra democracia no madura, se ha quedado a la mitad de nada preñada por el presidencialismo autoritario y el parlamentarismo chantajista. Como si hubiese surgido de un contrato entre la suripanta y su cliente bajo el argumento de que así es como debe entenderse la libertad aun cuando, con ello, se dé paso a severos delitos como la trata de “blancas” y de personas varias, acicateadas por la necesidad, o peor, a los pederastas que han convertido los destinos turísticos del país auténticos paraísos para los pederastas y los adoradores del becerro de oro llamado pornografía. ¡Y hay tantos que parecen tan normales y, sin embargo, caen en los juegos sexuales más perturbadores arguyendo que con sus cuerpos pueden hacer cuanto quieran! Pero ¿y las víctimas inocentes, lo mismo las chicas “compradas” por las mafias que los menores “vendidos” por sus padres para satisfacer a los ricos de diversas partes del mundo?¿Todo vale para la satisfacción personal de cuantos pueden pagar por ello?
Aprobada la reforma para intentar erradicar la práctica de “trata de personas” –me imagino que en este caso no es razonable oponerse aunque la iniciativa haya sido engendrada por los mismos que nos hundieron con la energética-, con penas de hasta cincuenta años de cárcel para los peores predadores humanos, podría pensarse que se estrechan los caminos para estos infames; ero quizá, como sucede con el narcotráfico, la clandestinidad, necesaria por cuanto a la persecución, no erradica el mal sino sólo aumenta los precios… y las “mordidas” para solaz de la clase política en el poder, desde el alcalde necesitado de salir a flote recuperando sus onerosos gastos de campaña, hasta los operarios de Los Pinos quienes, por supuesto, jamás aparecen ni rinden cuentas precisas por su excesiva tolerancia hacia las mayores bandas multinacionales del crimen.
En la misma línea, pero en contrario, la discusión sobre la pretendida “ley de manifestaciones” entra en un franco choque de polos opuestos en los que, desde cada lado, se estima contar con la anuencia mayoritaria lo que, por supuesto, es imposible. La puesta de acuerdo, partidas en dos las opiniones generales, es muy compleja y presenta varias aristas que es necesario analizar para llegar a conclusiones felices para la sociedad en su conjunto, tantas veces marginada de las decisiones unilaterales de quienes creen que el mandato de las urnas los sitúan por encima de los demás cuando debiera ser al contrario: el mandante es el que ejerce, desde luego, la soberanía popular. Pero en este renglón, la ley y la justicia marchan de la mano… hacia el vacío de la intolerancia y el desdén gubernamentales.
Estoy convencido de que coartar la protesta sería tanto como cerrar las compuertas del dolor ciudadano y, por ende, exacerbar los rencores que, tarde o temprano, explotarían en manos de quienes, en el poder, no podrían contener la marea de rebeldía. Pero también lo estoy en que las marchas consuetudinarias, paralizantes, cerrado el diálogo de manera unilateral, sea por el gobierno o por cuantos elevan sus voces, sobre cuestiones que debieron obtener el consenso colectivo a priori, no deben extenderse de manera ilimitada ni caprichosa, al gusto de grupúsculos facciosos o de autoridades venales. ¿Cómo medir una y otra posturas extremas? Para eso debe regir el sentido real de la justicia, insisto, superior a la ley que debe ser flexible –excepto cuando de trate de aplicar reformas a una Constitución amorfa por tantos parches, nada menos quinientos setenta y cinco-, para dirimir la controversia.
Así que antes de prohibir, como siempre apuntan los demagogos autoritarios, es necesario crear los canales de desahogo siquiera para avanzar un paso y con todas las dudas y sospechas que permanecen en la conciencia comunitaria. Por ejemplo, si hablamos de tantos tribunales, ¿por qué no concebir que la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y sus correlativas estatales, cuenten con un tribunal, especializado en la materia, esto es para combatir la represión, en primer lugar, pero también los excesos sectarios, con capacidad para dirimir las conflictivas que detienen el curso del país y causan estragos en millones de personas que pierden tiempo, paciencia y horas de trabajo, bajo el flagelo de quienes dicen tener derecho a interrumpir las existencias de los demás? Digamos que se trata de una interrogante que se convierte en propuesta aunque no tengamos el privilegio de dar cauce a una iniciativa de ley, restringido a los miembros de los tres poderes “autónomos” que conforman el gobierno.
Primero es la libertad y la justicia; después las normas y las interpretaciones ad hoc de la clase gobernante. Pero tal sólo podrá ser cuando el titular del Ejecutivo federal sea capaz de entender que él no es el mandante, ni en gobierno, ni, mucho menos, el estado y la nación. Sólo es un servidor público con el rango superior dentro de la escala jerárquica oficial; pero ni siquiera es el poder fundamental: el Congreso puede someterle a un juicio de procedencia, desaforarlo e incluso obligarle a presentar su dimisión; y el mandatario, en cambio, no tiene facultades, salvo las extralegales como la paranoia –el último enfermo de ella fue Victoriano Huerta-, para disolver a las Cámaras. Y este punto marca la diferencia sin sutilezas de ninguna clase.
Debate
Cunde la cursilería. Ahora en el estado de Morelos, la segunda entidad más peligrosa del país con incidencia en la ya antigua “industria” de los secuestros, se prohibieron los espectáculos circenses con animales bajo el estigma del mal trato… como si, en cada casa, no se hiciera lo propio –golpes o golpecitos-, para hacerlos obedecer al “amo” que los quiere mucho. De ser así, la buena nueva es que deberán cerrar los congresos, el federal y los estatales, en donde la parodia con animales de dos pies, afrentados por las criticas, nos llevan hacia el abismo. Prefiero llevar a mis niños al primero y que no atestigüen lo segundo, la verdad.
Antes ya, en Querétaro y el municipio de Naucalpan, se procedió de la misma forma y bajo la presión de los llamados animalistas cuyos militantes más exaltados envían mensajes de muerte a cuantos no coinciden con ellos en sus reclamos, por ejemplo, contra las corridas de toros –el otro día las mujeres desnudas con pintura roja, cuernos y catafalcos detrás más parecían las Momias de Guanajuato-, las peleas de gallos y hasta la charrería, el deporte llamado “nacional”; pero ninguno de esos protestantes, quienes quieren imponer su sensibilidad a la de los demás como si fueran entes superiores y los otros sólo bárbaros con potencial criminal, pueden justificar el cautiverio de sus “mascotas” a quienes, en ocasiones, cuidan más que a un bebé y, en otras, los mancillan y escarnecen hasta la muerte dejándolos en las azoteas muertos de frío y, no pocas veces, de hambre. ¿Lo dudan?
Pongámonos de acuerdo, sin posicionamientos extremos ni estériles ni prejuicios peyorativos por lo general. Mal tratar a un animal por capricho es abominable, inaceptable desde cualquier punto de vista. Pero que no se confunda esto con la exagerada visión de quienes, sin conocer formas ni raíces, pretenden gobernar sobre espectáculos conllevan un fin eminentemente ecológico. Por ejemplo, ¿tienen justificación los zoológicos? Por supuesto, porque son academias de ciencias naturales a donde podemos acercarnos, niños y mayores, a conocer cientos de especies que nos serían completamente ajenas y distantes de no tener estos parques, recreativos demás.
Lo mismo va para los seres humanos. A ver si me explico. A quien se le priva de su libertad ilegalmente se le llama secuestrado; pero a quien está en la cárcel por haber cometido algún delito se le conoce como sentenciado y purga, con su prisión, sus culpas contra el colectivo. Son dos escenas completamente distintas como las que pretenden justificar los animalistas: no quieren circos pero ellos sí que pueden tener en casa, en cautiverio, a sus mascotas; rechazan los razonamientos de cuantos no piensan igual con la suficiencia propia de los fascistas y niegan cualquier resquicio de razón a los defensores de tradiciones, incluso culturales de primer rango, porque exacerban los supuestos agravios contra los seres irracionales a cambio de despreciar a los racionales; esto es colocando a los primeros a la par con los segundos lo que resulta poco ético y obviamente desproporcionado.
En lo personal me molesta dedicar estas líneas a tratar este tema cuando vivimos entre agresiones violentas, en crecida, a mujeres y hombres en cada uno de los rincones del planeta, sin excepción. Por ejemplo, a diferencia de las organizaciones animalistas, ¿cuántas hay destinadas a perseguir a los pederastas y las redes internacionales de abusadores de niños?¿O a quienes, en nuestras narices, comercializan con las personas como se hacía con los negros del África para nutrir de esclavos a los Estados Unidos en fase de desarrollo? Todavía hoy, ¿cuántos de estos animalistas sientan a sus mesas a sus servidores domésticos en vez de tener a sus perros trepados en un sofá?
La patología de los “antis” comienza, sólo comienza, en este punto.
La Anécdota
Se exige denunciar a zedillo por cuanto a la manera como desmanteló el sistema ferroviario nacional ahora en manos de transnacionales por él privilegiadas y por una nueva compañía, Ferromex, perteneciente al “Grupo México”, cuya principal accionista es Sara Mota-Velasco, conocido por las condiciones infrahumanas a las que someten a sus trabajadores mineros.
¿Para cuándo este enjuiciamiento y los demás?¿A salinas debe indagársele por la barbarie de 1994 y su posible intervención, debajo del agua, en la aparición del EZLN que le sirvió para sus reacomodos políticos?¿A los fox por la paralización del país y la pérdida del prestigio diplomático amén del recrudecimiento de las persecuciones contra periodistas?¿Y a calderón por la guerra por él iniciada –con más de cien mil muertos-, la destrucción de una economía que presumía de estar “sana” y la suprema demagogia con la que justificó la usurpación del poder?
Puras minúsculas: ¿para cuándo, señor peña nieto, de verdad, terminarán los intocables?
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WEB: www.rafael-loretdemola.mx
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
RECUÉRDESE SIEMPRE: NO EXISTE LA LIBERTAD ABSOLUTA. ÉSTA TERMINA EN EL PUNTO EXACTO EN DONDE COMIENZAN LOS DERECHOS DE TERCEROS. NO ES DABLE USAR EL JARDÍN DEL VECINO, ADUCIENDO QUE SOMOS LIBRES, PARA CONVERTIRLO EN INODORO NATURAL. TAMPOCO DEBIERA PERMITIRSE IMPONER A LA SOCIEDAD REFORMAS, CONTRARIAS A LOS DERECHOS NATURALES Y A LA CONCIENCIA GENERAL, SIN EL MENOR CONSENSO. ESTO NO ES DEMOCRACIA SINO SU ANTÍTESIS, LA DEMAGOGIA AUTORITARIA. POR ESO ES MENESTER, AHORA MISMO Y NO MAÑANA, REVISAR HASTA DÓNDE PUEDEN Y DEBEN LLEGAR NUESTROS GOBERNANTES, EL PRESIDENTE, EL CONGRESO Y EL PODER JUDICIAL. PRIMERO, JUSTICIA; DESPUÉS, LA LEY.
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