Guillermo Robles

Depende de sociedad y gobierno

Por Guillermo Robles Ramírez

La cultura de donación de órganos en el país, ni siquiera ha llegado en pañales. Y lo peor de todo es que mientras hay mucha gente que están en la línea entre la vida o la muerte; muchos mexicanos a la espera de un donador.

En Estados Unidos hubo una campaña muy fuerte sobre la cultura de donación de órganos, mucho antes que España, sin embargo, su estrategia para poder hacer cultura con respecto al tema tuvo mucho mayor éxito rebasando a los estadounidenses.

En año 2013 en México apenas se había iniciado su campaña de manera novedosa o inclusive considerado como una tendencia pasajera, quedando en el olvido, pero para el crimen organizado fue un despertar en un nuevo negocio para el tráfico de órganos.

Para los mexicanos la lista de espera de un órgano todavía es muy larga, es tan larga que es como esperar que brote agua en medio del desierto.

Aunado a esto se suman obstáculos de ideologías como la religión, la idiosincrasia de cada persona o familia, así como una verdadera campaña por parte de las instituciones de salud en donde se fomente la donación de órganos, pero no en forma temporal, sino una permanente; además de la inversión en la investigación y capacitación a médicos, pero sobre todo la integración de una logística desde la obtención del órgano, traslado, y aviso oportuno para el paciente que lo requiere.

Pero siendo insistente que de nada sirve la integración apropiada de una infraestructura sino existen donadores y viceversa, tampoco sirven donadores si no se cuenta con hospitales, doctores y personal capacitado para realizar un trasplante.

Para quienes tienen la fortuna de contar con salud rara vez se detienen en reflexionar en ello y hacer algo al respecto porque hay otros que es probable solamente piensen sobre el tema y lo más lejos que pasa por su mente será lamentable y triste el hecho, pero ahí se quedará sin hacer nada pasando solamente a un tema más de conversación.

Sin embargo, para muchas personas la única oportunidad de continuar con la vida es de reducidas oportunidades ya que desafortunadamente, el número de donaciones en nuestro país es insuficiente y cada año miles de niños, jóvenes y adultos mueren en espera de un trasplante.

El 85 por ciento de los órganos provienen de un donador vivo por lo general de un familiar y solamente el 15 por ciento de donador cadavérico, cuando en otros países la situación es a la inversa.

En el caso de los donadores vivos la ley es muy clara, solamente se acepta cuando entre el donador y el donante existe una relación consanguínea o una afectiva legalmente comprobable, como puede ser que el donador sea el esposo o esposa de quien va recibir la donación.

Fue a partir de 1999 con la reforma a la Ley de Trasplante donde quedó establecido este candado para evitar obtener un beneficio económico a cambio del órgano donado.

Así mismo, la ley también señala en forma directa que todos somos donadores a menos que demostremos lo contrario, aunque siempre será la familia quien tiene la última palabra.

Se puede concluir que el esfuerzo se está realizando, pero también lo cierto es que para llegar a los niveles de España y Estados Unidos; al nuestro todavía le falta mucho, pero no es imposible llegar a esa meta si se destina más recursos a estos programas para que se pueda contar con una campaña que realmente influya en la gente, así como recursos económicos para que los hospitales cuenten con solvencia para realizar los trasplantes que se requieran y se preparen a más procuradores de órganos. Los primeros pasos se han dado, pero dependerá de la sociedad y del gobierno que estos sean lentos o rápidos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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