¡Ciérrale¡  a la boquita

Hay quienes dicen que lo hacen por simple placer, otros por gusto, y también hay quienes los disfrutan. Pero se podría decir que bíblicamente alcanza la categoría de gula, la ingesta de alimentos sólo por el placer de hacerlo.

No piense mal para algunos lectores que se fueron en la finta en la primera línea, sino se trata de un problema que en los últimos tiempos se ha detectado cómo ha crecido la población acompañada de una enfermedad que los especialistas llaman obesidad.

Estudios que han hecho diferentes organizaciones no gubernamentales han definido que México ocupa el primer lugar en obesidad infantil y adulta, así como el primer lugar en diabetes infantil.

Si estar panzoncito desde niño para algunos era motivo de salud, en los tiempos contemporáneos esto ya es preocupante y motiva ir al origen de esa enfermedad para aterrizar en una teoría que los estudiosos determinan como un vicio.

En el mundo de los pobres se les llama tragones; en el de los ricos primero alcanza la clasificación de excéntricos comedores compulsivos que para el caso es lo mismo, una enfermedad provocada por un estado de depresión en el que quienes sufren este padecimiento el hecho de comer pasó de satisfacer una necesidad física para convertirse en una enfermedad que los lleva a ingerir cada vez más cantidad de comida no para saciar su hambre, sino para llenar su vacío.

Se trata de una etapa emocional en que las personas encuentran un refugio a sus problemas, incluso existenciales en las constantes visitas al refrigerador y una vez que éste vicio se apodera de sus voluntades no hay forma de dar marcha atrás.

Se convierte de pronto en ese hábito que rompe con todos los padrones de conducta en el hogar para llevarse, de manera cada vez más constante, el alimento a la boca como parte de esa obsesión; aquí ya no se come para vivir, se vive para comer.

Quien pareciera ser sólo un simpático goloso, de pronto pudiera convertirse en el receptor de enfermedades relacionadas con la obesidad, pero antes habría que convencer a esa persona que tiene un conflicto para manejar todas las situaciones que le son adversas o tienen que ver con alguna problemática, muchas veces real, otras imaginarias, pero en cualquiera de los casos existen los métodos para escuchar y atender a quienes arrastran este problema.

Para lograr la recuperación, lo primero es tener conciencia de que se come de una forma desordenada y que esto traerá implicaciones en perjuicio de la salud más allá del peso, de la imagen corporal, de la confianza y de la autoestima.

Los mexicanos estamos acostumbrados a querer recargar todas las responsabilidades a las instituciones de gobierno y en este caso tanto las Secretaría de Salud, así como la Secretaría de Educación, no son los responsables sobre la obesidad en nuestro país.

Ellos ya hicieron su parte siendo un poco más tangible el de la Secretaría de Educación al no permitir la venta de comida chatarra dentro de las instituciones educativas, así como la presentación de alimentos y bebidas más chicas. Pero esto no funciona mientras que los padres de familia les den a sus hijos más dinero para que compren más cantidad, hay otros quienes los mandan con lonchera de pura comida chatarra y alimentos de harina.

Por el otro lado a lo que concierne a la Secretaría de Salud, han tenido permanente tanto publicidad para concientizar sobre la buena educación e información sobre los alimentos que deben de ingerir para evitar la obesidad o bien para combatirla al igual que una programación de actividad física como el caminar o cualquier otra. El problema de ello es que nuestra sociedad está tan acostumbrada a alimentarse mal que desde el momento que les prohíben la ingesta de refrescos, harinas, sales, y todo aquel alimento exceso en grasa, lo consideran como una dieta, es decir, confunden el alimentarse bien con una dieta para salir a lucir el cuerpo a una playa y la resistencia de dejar los antojitos mexicanos como los tacos y chicharrones entre otros más de nuestra gastronomía cultural  considerados  equivocadamente como la buena alimentación.

Todo se puede, pero las cantidades de ingesta de comida, aunque sea de puras frutas y verduras también engordan, así que más vale que le cierres a la boquita para que puedas vivir más sano y más años. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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