Chito, la vida da muchas vueltas

¿Alguna vez ha escuchado que la vida da muchas vueltas?. Sin responder a la pregunta seguramente la mayoría de las personas dirían que sí. Los modos podrán variar de como lo ha escuchado, algunas veces en forma de reclamo, otras de despecho y pocas veces como un consejo.

La gente que se cree y está convencida de ser perfeccionista, muy a pesar de que no existe ser humano perfecto en el mundo o al menos en el terrenal, y las personas que más exigen sus derechos son en lo general los que menos ejercen la rectitud y al final son las víctimas más vulnerables a quien aconsejo y recomiendo el refrán: La vida da muchas vueltas.

Todo esta referencia es por una persona a quien en lo personal conocí y a quien a la fecha aún lo respeto sin rencores y al quién en algún tiempo siempre le reconocí su trabajo como un excelente reportero, vestigio profesional consumido por su propio egoísmo y perfeccionismo que lo dejó miope para verse a sí mismo que lo que en alguna vez tanto criticó, con tristeza veo que pasó a ser por desgracia personaje de sus propias críticas.

Me refiero al caso aislado al potosino de Zitamar Arellano Trueba, más conocido por los parientes, amigos y enemigos como “Chito”, quien por cierto antes de ser funcionario público del Ayuntamiento de Saltillo, en la Dirección de Comunicación Social, trabajó durante años para la Agencia de Noticias SIP, empresa de la que percibió un sueldo más que suficiente que para mantenerse sino para tener un estilo de vida no con lujos, aunque si superior al promedio profesional en su ramo permitiéndole vacacionar en cruceros por el Caribe, a los Estados Unidos, entre otras necesidades como crecimiento personal a quien como dicen por ahí cada quien sabe cómo gasta su dinero, pero reconociéndole que en su caso siempre fue todo para su familia.

En esa época muy a pesar de discusiones que siempre dejaban algo constructivo por ambas partes, aunque Zitamar Arellano siempre tuvo una fijación sobre el concepto de que conocimiento es poder y la honestidad profesional era su marco de oro como principio de la moral.

Siempre cuestionó la falta de honestidad y transparencia en que se manejaban los funcionarios públicos a quien no simpatizaba cuestionándose el por qué les permitían sacar dinero sin una transparencia correcta o acompañado de una justificación como el comprobante de gastos y sobre todo aquellos funcionarios que hacían que trabajaban percibiendo sueldo de nuestros impuestos.

Es así que en su tiempo cuando trabajó como reportero por iniciativa propia ingresó a un curso de transparencia pública en el ICAI capacitándose para poder exhibir por medio de éste organismo lo que a su óptica le parecía mal llenando un montonal de solicitudes para saciar su sed de injusticia pidiendo cuentas.

Hay que reconocer que se hizo muy diestro en ello puesto que después empezó a dar cursos en la misma materia y obviamente sin avisar al negocio en donde trabajaba del siempre dio la dirección de la empresa para que el ICAI respondiera cada una de sus dudas, en lugar de proporcionar la dirección de su casa puesto que era lo más lógico y correcto de hacer porque se trataba de algo personal, pero bueno hay gente que le gusta saludar con sombrero ajeno para que sus solicitudes tuvieran más eco.

Su pasión por la transparencia lo llevó a que perdiera el control de sus tiempos invadiendo los horarios de trabajo motivo por el cual perdió su fuente de trabajo reconociendo él mismo que se había dejado llevar por sus inquietudes personales.

Después de años que no se sabía nada de él ni como reportero o periodista de alguna casa editorial periodística como la generación espontánea apareció como Director de Comunicación Social en donde su trayectoria fue tan efímera como el de un cometa para ahora verse envuelto en lo que tanto criticó alguna vez sobre la falta de transparencia siendo ahora requerido por el mismo organismo en donde metió muchas solicitudes de transparencia, es decir, en el ICAI en donde se le está pidiendo a Zitamar Arellano Trueba, la comprobación de una empresa moral o al menos así es la leyenda que vienen en sus facturas de cobranza a servicios que presta en la Presidencia Municipal de Saltillo el cual si hubiera aplicado su concepto de conocimiento es poder, muy bien sabe que la simulación de actos es un delito además de la simulación de una empresa con personalidad física moral implica una falta administrativa ante hacienda.

En donde dejó su honestidad para seguir cobrando un servicio inexistente en el Ayuntamiento y aún más pretendiendo ser alguien que no es, es decir, haciéndose pasar con la envestidura del alcalde contestando las redes sociales que tiene dándole respuesta a ciudadanos engañándolos mientras detrás de esa pantalla el que contestaba haciendo funciones de alcalde era el mismísimo Zitamar Arellano Trueba, el cual dado por sus servicios el percibir 63 mil 800 pesos para estar en el Facebook y Twitter es un sueldo muy ostentoso para hacer nada más eso.

¿Qué pasó con esa persona que tanto criticaba a funcionarios deshonestos que cobraban sin trabajar? Ahora su situación es peor de aquellos quienes criticaban porque ni es funcionario público y eso sí cobra como si lo fuera y sin hacer nada.

Pero la vida es muy sabia en donde da vueltas y sin saber en dónde te podrás encontrar y ahora es cuestionado por aquella institución a que tanto tiempo le dedicó anteponiendo su fuente de trabajo. Ahora qué enseñanza de honestidad podrá pregonar sin ninguna calidad moral que lo respalde.

La verdad, es muy duro ser víctima de su propia ratonera y sin valor ético que enseñar, no solo a las amistades sino a su propia familia. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013)

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