Bashar al-Assad. presidente de Siria hasta 2021
Damasco, 5 jun (PL)Tal como era previsible dada la actitud de los ciudadanos que acudieron masivamente a votar en los primeros comicios presidenciales multipartidistas de la Siria moderna, el actual mandatario Bashar al-Assad recibió esta semana el apoyo mayoritario de los electores.
Tras obtener el respaldo de 10 millones 319 mil ciudadanos, cifra que representa el 88,7 por ciento de los votos válidos, al-Assad será en consecuencia el presidente de Siria hasta el 2021.
Sus dos oponentes en las urnas, Hassan Abd-Allah al-Nuri y Maher Abed al-Hafiz Hayyar, obtuvieron respectivamente el 4,3 y el 3,2 por ciento de los votantes.
En total, la participación en las elecciones presidenciales sirias, tanto en el exterior como dentro del país, fue de 11 millones 634 mil 412 electores, para un 73,42 por ciento de los ciudadanos con derecho al voto, de acuerdo con el portavoz del Tribunal Constitucional Supremo, Majid Khadra.
Al respecto, delegaciones parlamentarias, personalidades y organizaciones no gubernamentales que acompañaron el proceso electoral, anunciaron en Damasco que éste se desarrolló de forma clara y democrática, a pesar de los intentos de los armados de impedirlos.
En efecto, durante toda la jornada del pasado 3 de junio, los grupos de extremistas islámicos que operan en las cercanías de la capital lanzaron más de 50 cohetes y proyectiles de mortero contra diversos barrios, a pesar de lo cual la asistencia a los colegios electorales no se resintió.
Tarde en la noche del 4 de junio, al conocerse la victoria de al-Assad, multitud de personas salieron a las calles de ciudades y poblados de toda Siria a celebrar el triunfo, mientras miles de damasquinos manifestaron su regocijo con fuego de armas automáticas de todos los calibres, cuyos disparos resonaron por más de tres horas.
La votación en todo el país se realizó en locales donde estaban habilitados cubículos que garantizaron la privacidad del voto, en tanto urnas plásticas translúcidas permitieron atisbar su contenido en todo momento.
Mientras, las boletas, con un diseño general similar, presentaron variaciones en cuanto a la ubicación de las fotos de los tres candidatos, de manera que nadie pudiera argumentar ventaja o desventaja en la percepción de los electores.
De hecho, el triunfo de al-Assad era esperado tanto por partidarios como enemigos, lo cual movió a que de antemano varias naciones occidentales como Estados Unidos o Francia anunciaran que no reconocerían los resaltados de las elecciones.
Tampoco la oposición asentada en el exterior, creada y financiada por los enemigos de Damasco, considera legítimos los comicios, por el hecho de según la Ley Electoral quedaron excluidos, quedando sin posibilidades de hacerse con el poder.
Por otra parte, para el pueblo sirio la candidatura de al-Assad resultó imbatible, ya que, al decir de un damasquino trabajador de los medios de información, de su posición hablaba por sí sólo el avance del Ejército en el terreno sobre las posiciones de los extremistas islámicos.
Y es que la guerra en Siria ha tenido un efecto contrario a los deseos de la oposición, pues al polarizar los criterios políticos ha conducido a personas que anteriormente eran contrarias al actual Presidente a apoyarlo ahora en las urnas como la alternativa más segura frente al terrorismo.
Criterios recogidos por Prensa Latina a pie de urna mostraron una clara tendencia por Bashar al-Assad.
Voto por él pues es el único que me va a devolver la seguridad en que vivíamos antes del conflicto, confesaba una estudiante universitaria, mientras otra siria, quien se confesó opositora, también optó por al-Assad ya que «es la única manera que tengo de ir en contra de (Barack) Obama».
Sin embargo, el apoyo mayoritario no se hizo evidente únicamente en las opiniones verbales, sino por el gran porciento que escogió hacer visible y público su voto marcando la boleta frente a todos.
Incluso, se dieron casos como el de un anciano, elegante y de recia compostura, quien en el centro de votación instalado en la Escuela Laica de la calle Bagdad, en Damasco, se pinchó un dedo para imprimir su huella con sangre bajo la imagen de al-Assad en la boleta.
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