Guillermo Robles Ramírez

Adicción vs. Mito siete años

Por Guillermo Robles Ramírez

Me considero un hombre joven, pero sin caer en adolescencia, tampoco me considero una persona de la tercera edad. Lo mismo sucede con mi matrimonio, es decir, madura, pero sin caer en la senectud, es decir, todavía no llego a la celebración de las bodas de plata.

Se puede decir, que tengo un matrimonio joven en la que ya pasó los famosos siete años de adaptación, y gracias a Dios fue de una manera impercivible, así que por ese lado no tengo queja alguna.

Suficientes años como para observar otros matrimonios y como todos pasan sus primeros años de adaptación con discusiones bobas, pero como siempre hemos dicho mi esposa y yo, como recomendación a amistades cercanas cuando piden alguna opinión, al igual que nuestra hija, es que la clave de todo es la comunicación, que no es lo mismo los gritos, reclamos y ofensas.

En cada caso son diferentes siendo la única fórmula para poder salir bien librados, es por medio del dialogo y la negociación para poder superar los primeros siete años como la prueba de fuego para hacer funcionar bien el matrimonio.

Los tiempos han ido cambiando haciéndose cada vez más compleja la sociedad llena de comodidades, obviamente para quienes tienen el poder adquisitivo para hacerse de lujos, siendo este una variable más como un factor de discusión en los matrimonios.

Tal parece que se ha roto el mito que superado los siete años de adaptación ya se tiene más asegurado el éxito en el matrimonio, ya que un tercero en discordia se ha hecho presente en la vida de los jóvenes esposados, y no se trata precisamente del “sancho”.

            Algo que cada vez está separando más a los matrimonios jóvenes o bien a los rejuntados, es la misma tecnología. Aquellos dispositivos que son más inteligentes que el usuario porque tiene más poder que cualquiera de sus conyugues es al que le hacen más caso.

            No solo se ha convertido en la nueva “nana” moderna porque todos los chiquillos tienen el celular de la mamá o del papá, para mantenerlos ocupados, sino también, ahora a los matrimonios jóvenes en donde cada quien se encuentra sumergido en sus plataformas de redes sociales.

            No es suficiente los gritos y ofensas que los nuevos matrimonios y parejas tienen en casa sino también por medio de estos dispositivos se terminan de ofender y decir, cualquier estupidez aun estando ambos dentro de la casa e incluso compartiendo la misma mesa.

            Palabras escritas que nunca se borraran siendo aún más hirientes, y aún más difíciles de disculpar a diferencia de las palabras verbales que con una simple disculpa acompañado con: “no sabía lo que decía, estaba molesto o molesta (según el caso)”

            Ahora bien, no siendo suficiente con las redes sociales que proporciona los cada vez más complejos teléfonos inteligentes, está ahora la otra tecnología que son los video juegos que se están haciendo cada vez más populares en nuestro país.

            Apenas inicia en México este fenómeno que al menos en los Estados Unidos, se ha convertido en todo un fenómeno para los hombres de nuevos matrimonios que pueden pasar hasta más de 6 horas jugando en línea con otras amistades o jugadores de diferentes partes del mundo.

            Este problema está generando situaciones de frustraciones para las mujeres que ya no soportan la situación llegando al extremo de divorciarse, otras antes de hacer eso prefieren botar todo a la basura, provocando un gran enojo del marido puesto que se trata de equipos muy caros al igual que los juegos.

            En ambas situaciones en donde entra la tecnología en los hogares está representando cada vez un nuevo problema que no solo aleja a las parejas, sino que se están aislando a un mundo irreal dejando fuera todo dialogo y acercamiento para poder hacer perdurable el matrimonio y poder brincar los siete años de adaptación de toda pareja.

            Si bien es cierto que la tecnología se invento para servir como herramienta del ser humano, también lo es que ha sido una traición de nuestra especie en la que ahora nosotros somos no solo esclavos, sino adictos a ellos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria “Antonio Estrada Salazar” 2018) www.intersip.org