A tiro de piedra: ¿y los ciudadanos?
El elector goza del sagrado privilegio de votar
por un candidato que eligieron otros
Ambrose Bierce
Por Julian Santiesteban
No es que en algún momento la opinión ciudadana haya sido importante para la designación de candidaturas; de hecho, múltiples ejemplos históricos existen de cuando ni siquiera el sufragio definía las elecciones, pero de plano que las candidaturas actualmente se disputen sin ofrecer una visión de lo que se quiere hacer con el poder, evidencia el utilitarismo más vil del poder, para obtener más poder.
En la semana, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer que, en Quintana Roo, somos ya un millón 857 mil 985 habitantes y el padrón electoral local se compone de un millón 324 mil 735 personas; es decir, que la mayoría de los que viven en la entidad tienen o tuvieron una credencial para votar; y aun así, los aspirantes a alguna candidatura se desgastan y confrontan anteponiendo sólo lo que consideran méritos desde su perspectiva individual: Ser militante “leal”, fundador de partido, su antigüedad en el “proyecto”, pero de capacidades de gobierno y antecedentes en la administración pública nada, sobre todo por lo que, la mayoría, intenta ocultar de su pasado.
Y entonces los ciudadanos estamos condenados a elegir siempre entre el menos malo, entre el menos corrupto, el que robó menos. O a juzgar a partir de su cercanía con tal o cual personaje del pasado, porque si juzgamos a partir de los beneficios recibidos de regímenes anteriores, no hay uno que se salve. Lo importante, parece, es a cuál grupo político se pertenece, no el proyecto que se presenta. No es que sea novedad, es que los de ahora, todos, se comprometieron a no ser “iguales” a los que les antecedieron.
Ciertamente, el proceso electoral local aún está en la etapa de definición al interior de los partidos, pero ahí también es fundamental presentar lo que se ha hecho, ante los militantes. Vaya, nos hemos acostumbrado a que los políticos compitan, por ejemplo, por el porcentaje de intención de voto que tiene, como si esa intención fuera un patrimonio, como si la voluntad del electorado fuera inmutable, como si, en suma, los votos y personas fueran canicas para “jugar.”
En suma, ¿por qué tendría que ser importante desde ahora conocer lo que piensan y proyectan? Simple. Escoja el lector a cualquier aspirante a un cargo de elección popular; le puede asegurar el escribiente que, en el remoto caso de que usted identifique a alguno de ellos, será porque ya ha ocupado cargos similares, en algún momento le pidió el voto, cambió de partido o de residencia, pero ahí está, de nuevo, queriendo “sacrificarse” para que usted lo coloque en una posición que le permita el acceso al presupuesto público. Pero lo más importante, intente recordar alguna acción destacable, en beneficio de la sociedad, que haya realizado el personaje de marras. ¿Quiere más? Si el caso fuera que algo hizo el seleccionado, ¿está libre de algún escándalo de corrupción? ¿Ya entendió por qué entonces es importante desde ahora?
Sin embargo, ningún partido ha decidido preguntar a los electores su opinión para postular candidatos y, aun aquellos que aseguran realizarán encuestas para la designación, poco explican de los métodos a seguir y la certeza de que la decisión ciudadana será respetada; tendremos que esperar entonces a las campañas, cuando los señalamientos de uno en contra del otro comiencen, para poder elegir al “menos corrupto”, a la menos mala; condenados siempre a lo mismo.
COMENTARIO MORBOSO
Y a propósito de candidaturas, a semanas de que sean confirmadas las postulaciones, los desgajamientos internos en todos los partidos –o por lo menos los coaligados- son evidentes y con pocas posibilidades de verdaderas reconciliaciones, particularmente porque luego de las elecciones del 06 de junio de 2021, en menos de seis meses después iniciará un nuevo proceso electoral, el de la renovación de la gubernatura en 2022, y es ese el objetivo en el que tienen la mirada la mayoría de los que ahora contenderán.
Quieren todos ser los postulados, hay posturas hasta ahora irreconciliables y, aunque hay llamados a la concordia, por muchos es percibido más como parte de la guerra, el que llama a la paz es el que “atiza el fuego”; por ello es que, cuando las postulaciones reales lleguen, puede haber verdaderas separaciones o silenciosas revoluciones; pero lo que definitivamente no habrá es trabajo en conjunto para ganar elecciones, pues ayudar al triunfo de un candidato en el 2021, puede significar ayudarlo a que llegue al 2022, y eso equivaldría entre ellos a darse un tiro en el pie.
¿Qué ocurrirá entonces? Que los candidatos de todos los partidos, en realidad caminarán solos. Acaso los acompañará la estructura partidista, si la hay, pero no compañeros de partido. ¿Ejemplos? Marybel Villegas y Mara Lezama; Cristina Torres y Lily Campos; Jesús Pool y Carlos Orvañanos; y aun cuando caminen, la operación en contra está en marcha desde ahora. Todos están dispuestos a construir, siempre y cuando sean los favorecidos, ¡faltaba más! Así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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