Julian Santiesteban

A tiro de piedra: El pacto de unidad

La democracia no es el silencio, es la claridad con que se  

exponen los problemas y la existencia de medios para resolverlos 

Enrique Múgica Herzog

Por Julian Santiesteban 

153 personajes políticos de Morena van por seis gubernaturas que se elegirán el 05 de junio de 2022. El partido asegura que ganará todas, al tiempo que dio a conocer, este sábado, que ya informaron al Consejo Nacional y a los consejos estatales sobre el registro de 56 mujeres y 97 hombres, para que sus integrantes opinen sobre los que consideran los mejores perfiles y proceder entonces a seleccionar a los cuatro mejor posicionados y, finalmente, realizar la encuesta que concluirá con la asignación de candidaturas. Aun con esas cifras y condicionantes, los que quieren el poder firmaron un compromiso de unidad en cada entidad, que luce como letra muerta, aun antes de que la siguiente etapa arranque. 

Razones hay muchas, pero destaca el escribiente las siguientes: Primero, prácticamente en todas las entidades en que habrá elecciones en 2022, el número de aspirantes es superior a la cantidad máxima a medir en la encuesta (4 en cada entidad). Hasta ahora, sobre la única entidad en que el escribiente no identificó alguna cifra de aspirantes es Aguascalientes –la única en la que, por cierto, el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, dijo tienen alguna posibilidad de ganar y en donde Morena es segunda fuerza local-, pero de Tamaulipas se difundieron 10 nombres, de Hidalgo 50 aspirantes, de Oaxaca 12, en Durango 6 y Quintana Roo son 7. Si hace la suma, apenas dan 87, es decir, poco más de la mitad; así que hay una enorme cantidad de inscritos que ni siquiera difundieron sus nombres, imagine el embrollo para reducir a cuatro en cada estado. 

Segundo, el partido encontró la manera de ocultar la discrecionalidad en la eliminación de aspirantes, trasladando la “opinión” sobre los mismos al Consejo Nacional y los consejos estatales, pero prácticamente en ninguna entidad en las que habrá elecciones en 2022 hay estructura completa. De hecho, de las 32 entidades, en 19, los comités estatales están a cargo de delegados con funciones de presidente nombrados por el CEN, de éstos 17 fueron designados por la actual dirigencia nacional; entre ellas Durango, Quintana Roo. 

La cúpula morenista, encabezada por el dirigente nacional Mario Delgado, también ha nombrado a una decena de delegados políticos, Tamaulipas entre ellos y en seis estados no hay presidente del partido y su función la ha asumido el secretario general, delegado con funciones de secretario, delegado político o un interino, es el caso de Oaxaca. Más aun, en entidades como Aguascalientes, aunque existen los órganos, la confrontación interna es tal que desde lo nacional han hecho un llamado a la concordia para, por lo menos, lograr tener un candidato para competir. El caso de Hidalgo no es ajeno a esta tendencia, pues aunque cuenta con órganos y dirigencia, desde marzo del presente año, militantes exigen su renuncia por malversación de fondos. ¡Zas! 

Por si todo esto no fuera suficiente, apenas el 04 de octubre pasado, 110 consejeros nacionales de Morena acusaron a Mario Delgado de pretender hacer inoperante al Consejo Nacional, al Congreso Nacional y los pocos consejos estatales existentes, con el argumento de que los tiempos electorales están encima. Y ahora les traslada el peso público –en apariencia- de la decisión, para que el golpeteo de los inconformes sea contra esos órganos partidistas y no contra la dirigencia que, en el proceso de 2021, quedó bastante mal parada. 

Luego entonces, es evidente que la decisión será nacional y con amplio margen de discrecionalidad desde la primera etapa, pero el partido hace como que democratiza y los aspirantes firman, como asumiendo el compromiso de unidad. Si quiere añadir un tercer elemento para inferir que ese pacto de unidad es sólo simulación, habría que considerar casos como el de Quintana Roo, en el que no hay Consejo Estatal que opine, pero además, tan sólo tres de siete aspirantes tienen representación en la estructura provisional estatal. ¿Existirá realmente “operación cicatriz” para semejante circunstancia? ¿Tendría que surgir algún candidato o candidata que logre aglutinar a la mayoría, fuera de los que hasta ahora han sido mencionados/as, no para que haya “unidad”, sino por lo menos se evite el desgajamiento mayúsculo? 

De nuevo, la decisión será nacional y muy discrecional para eliminar, en nuestro estado, a 3 de 7… ¿y si hay más inscritos de los que se han difundido? ¿Cuáles son los criterios del Consejo Nacional para determinar a “los mejor posicionados” y a los “verdaderos apoyadores de la 4T”? Ya lo veremos en la sesión del próximo 17 de noviembre de esa instancia, pero pinta para pleito y en serio. ¿Tiene alguna relevancia, después de la etapa inicial, el resultado de la encuesta? ¿Verdaderamente legitimará a los y las que sean designados/as? Y, sobre todo ¿es posible en esas circunstancias mantener la unidad a la que se comprometieron? No, la democracia interna se advierte tan endeble como la unidad; y aunque por ahora todos seguirán en la ruta trazada, la guerra es mucho más que posible, casi inminente. 

 COMENTARIO MORBOSO 

Sobre el proceso de selección en Quintana Roo, tan sólo como referencia de lo que está por ocurrir en otros cinco estados, el escribiente desea poner en relevancia varias cosas: Primero, que de acuerdo a las expresiones de los aspirantes que hasta ahora han declarado, “ni son todos los que están, ni están todos los que son”; es decir, que los que cumplieron con el procedimiento, tienen el legítimo derecho a reclamar el espacio, pero también es cierto que lo abierto de la convocatoria y las facultades –y hasta resquicios legales- partidistas, posibilitan que llegue algún “tapado/a” de último momento. 

Probablemente incomode el término, pues equipara el proceso a lo más anacrónico de la vida política nacional, pero los procederes “morenos”, como los de los demás partidos, no han evolucionado precisamente para bien; por el contrario, de las “tómbolas” al “dedazo”, de las “encuestas” a las “candidaturas de unidad” y “convenciones de delegados”, todas son siempre maneras de intentar legitimar discrecionales decisiones, pero eso sí, los que compiten saben y siempre han sabido de ello, ninguno puede decirse sorprendido, menos aún, traicionado. Todos hacen lo mismo desde el poder, como se quejan de antidemocracia los no favorecidos. 

Así, son siete quintanarroenses que aspiran a la candidatura de Morena, siete que lo han revelado; pero hay una acotación importante: si el partido no revela la lista de todos los inscritos, por lo menos entre los que reconocieron haberse enlistado, nada evitará que haya un octavo y que sea el “ganador” o “ganadora”; eso mismo para las otras cinco entidades. ¿La encuesta? Parece ser lo de menos. La ruptura no llegará al final, sino desde la primera depuración. Ante ello ¿demandarán los aspirantes esa transparencia, o todo es parte de una maquinación mayor? Lo sabremos antes de que concluya noviembre, y, muy probablemente, este miércoles 17, en la sesión del Consejo Nacional morenista; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima. 

Deja un comentario