Guillermo Robles

Y pobres siguen igual de “fregados”

Por Guillermo Robles Ramírez

Recuerdo mi infancia una pequeña miscelánea, conocidas también en aquel entonces como abarrotes o “tienditas de barrio”, en donde me encantaba acompañar a mi abuela materna para comprar los víveres del día.

            Algunas personas que vivían en el “barrio”, o al menos así eran conocido en aquel sector de la ciudad que como dirían algunos, “allá en la orilla”, y literalmente así lo era porque el crecimiento de la ciudad hasta ahí llegó.

            En una casa que pertenecía de mi abuelo materno, quien fue soldado del ejército federal, ubicado sobre la calle García Carrillo y casi con esquina a la calle 6 de Octubre, a pocas cuadras de lo que ahora se le conoce el Blvd. Independencia siendo en aquel entonces puro terreno puesto que todavía el crecimiento de Torreón carecía de esa avenida tal cual se conoce como hoy.

            Esas “tienditas de barrios”, en donde se recibían beneficios gubernamentales de aquellos años consistente entre otros artículos, leche en polvo en envases de cartón que luego esos beneficiarios vendían entre las familias de mi querido terruño Torreón, Coahuila. También conocido como la capital de la mayor economía de los 38 municipios, gracias a ser el punto estratégico de la Comarca Lagunera, por su entonces enorme potencial en la agricultura y explotación ganadera, particularmente lechera.

            Esas operaciones comerciales de vender la leche en polvo por las familias de menores recursos del barrio, no las entendía por mi niñez de entonces y preguntando a mi abuela, madre o padre siendo el último ya fallecido, me respondían: Es que hijo, esa leche la cambian por dinero, para comprar otras cosas”, sin explicarme si eran necesidades alimentarias, material escolar de sus hijos o para otra carencia.

            Ya joven, fui sabiendo que aquellas familias que vendían, por los motivos que fuesen, los apoyos gubernamentales, en algunos casos eran no precisamente para cubrir otras necesidades, sino para que el viejo tuviese para las cervezas en mi tiempo conocido como “chelas”.

            Estoy hablando de situaciones presentadas hace más de 51 años y hago esos recuerdos, porque lamentablemente seguimos los mexicanos sin cambiar, pues resulta ahora que el famoso programa del gobierno federal denominado “Oportunidades” y que se identificó por entregar tarjetas con determinada cantidad de dinero que lamentablemente aunque que no todas las familias hicieron buen uso de ese dinero que supuestamente era para comprar alimentos nutritivos para sus hijos, ya que en lugar de eso, las compras preferenciales fueron para adquirir alimentos o productos chatarra que disparó la obesidad en comunidades del país donde no se había presentado el problema de la gordura.

            Después se eliminó dicho programa para ser sustituido por uno nuevo, “Próspera”, que busca a través de cambios radicales que realmente las tarjetas “Prospera” sean para alimentar sanamente a la familia y no para darles de desayunar papitas, churritos, conchitas u otros alimentos chatarra con su “peisi” o “coca”.

            Las tarjetas “Prospera” ya no serían para compras al arbitrio, sino que solamente serán válidas en las tiendas Diconsa y Liconsa, por alguno de los 14 artículos previamente instituidos y entre los que figuran: Harina de trigo, harina de maíz, leche en polvo, chocolate, frijol, maíz, arroz, avena, aceite, atún, chiles, sardinas, café y huevos.

            A la llegada de la actual Administración Federal, desparece Diconsa y Liconsa, y el programa Prospera, cambia a Becas para el Bienestar Benito Juárez, en donde las familias que tengan hijos o hijas en la educación básica solo recibirían alrededor de 800 pesos al mes por familia, sin importar cuántos menores de edad vivieran en ese hogar.

            Un retroceso más porque ahora con dinero, las pocas familias que se habían acreditado de ese beneficio, será para todo, menos para el menor de edad y sus estudios.

            En otros países del mundo, más no en nuestro México querido, en donde todo se puede hacer y está permitido hacerlo, se sanciona con encarcelamiento a quien y quienes hagan uso incorrecto de las acciones gubernamentales que cuestan tanto dinero que no hay duda alguna son impuestos canalizados para sacar de pobre a los pobres y no para quienes siguen defraudando al gobierno federal comprando alimentos chatarra o para aquellos que no les tiembla la mano canjean esas tarjetas o efectivo por míseros pesos para adquirir productos que luego son vendidos a precios que dejan buenas ganancias, sin lograr reducir el hambre a los más fregados e incluso a que los padres de familia retomen la vieja costumbre de comprar “chelas”.

(Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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