Veneno Puro – Decisión Inatacable

Decisión Inatacable
Encuestas en Juicio
Fidelidad de Pobres

En una amable tertulia, siempre ilustrativa para este columnista dentro del grupo que fundó el visionario empresario Don Juan Sánchez Navarro y ahora coordina el brillante Silvestre Fernández, capaz de modular a voces con distinto acento en uno de los escenarios más plurales, de verdad, en el México contemporáneo, uno de los más frecuentes asistentes insistía en despreciar “al señor López” por cuanto de negativo atesoraba y, sobre todo, para ponerle a la par con calderón, a quien todos se refieren así, sin obsequio alguno a su investidura. Además, señaló que se trataba de un hombre sin palabra –en lo que coincidieron casi todos-, por haber signado un acuerdo que no cumplió para reconocer los resultados electorales de 2012.

Me atreví a intervenir para insistir que la figura del personaje merece respuesta en cuanto se trata acaso del último líder natural surgido en nuestro país y además también el único capaz de lograr, sin acarreos –técnicamente hablando porque siempre hay autobuses que transportan a tabasqueños y michoacanos incondicionales-, convocatorias multitudinarias y poner, por consiguiente, al país en jaque. Lo malo, eso sí, es que deben leerse al revés sus declaraciones porque, por lo general, siempre tiene un pretexto a mano para evadirse de sus compromisos y de su palabra incluso, no se diga de su rúbrica, alegando que los contrarios, de acuerdo a una interpretación personal, se adelantaron viciando los acuerdos. Por ejemplo, el vocero de Andrés Manuel, Ricardo Monreal, quien pasó a ser perredista –ahora es petista- cuando el PRI no lo hizo candidato a gobernador de Zacatecas en 1998 –después de haber sido diputado y senador del Institucional-, insistió, al igual que el presidente perredista, el acosado Jesús Zambrano Grijalva, que el pacto preelectoral para respetar los escrutinios lo habían roto “los delincuentes electorales” que compraron cinco millones de votos entre los pobres en aquellas oscuras jornadas de hace poco más de dos años.

Sólo en los asertos anteriores podemos encontrar varias confusiones dignas de ser tomadas en cuenta –también por los incondicionales que no reconocen más razón a la que les dicta su líder-:

1.- La campaña había terminado cuando se signó el acuerdo de reconocer los escrutinios. Esto es, la supuesta repartición de tarjetas de débito y monederos electrónicos –prácticas muy comunes en los supermercados a los que seguramente jamás han acudido los dirigentes de las izquierdas-, ya había ocurrido sin que hubieran hecho cargo alguno los supuestos afectados; sólo reaccionaron en el momento y hora en el que el PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares) y su conteo no les favorecieron.

Pese a ello, tal no es óbice para señalar la monumental chapuza, totalmente impune, que restó legitimidad a peña nieto y sus operadores de entonces y ahora.

2.- Es imposible determinar, a la ligera, el número de electores supuestamente cooptados por despensas y otras prebendas. Así lo explicó el tabasqueño Arturo Núñez Jiménez, ganador de la gubernatura de su entidad y a quien debió felicitar enfáticamente López Obrador para no extender la idea de un enfrentamie4nto entre ambos luego de que la izquierda, por primera vez ganó el gobierno de la entidad cuna de Andrés. El ahora mandatario expresó que, en todo caso, la compra-venta debió darse antes de llegar a las urnas. En este sentido resultan extremadamente sencillos los montajes, al más puro estilo de genaro garcía luna, simulando compras de pánico en dos, sólo dos, almacenes de Soriana en el Estado de México –clausurados fast track-, o mandando hacer monederos similares a los supuestamente repartidos por el PRI –no dudo que lo haya hecho, en buena medida como un estímulo hacia quienes colaboraron en la campaña gratuitamente como me explicó el propio Silvestre Fernández-, multiplicando las denuncias hasta el número suficiente para anular de esta manera, de acuerdo a sus métodos muy personales, la ventaja del candidato presidencial del PRI, casi de cuatro millones de sufragios.

3.- Al anunciar López Obrador –quien ya no es el mismo desde que se prestó a la parodia de convertirse en “presidente legítimo”, el 20 de noviembre de 2006, por el clamor de sus incondicionales y el uso de personajes iconos de la izquierda, como doña Rosario Ibarra de Piedra-, que “jamás” dejará de actuar de modo pacífico, dados los antecedentes, ¿nos estaría previniendo para un escenario extremo, diametralmente diferente? Tal no puede arrojarse en saco roto, ni siquiera ahora cuando su MORENA ya tiene registro oficial, cuando hemos insistido, en este mismo espacio, en que resulta poco factible que no se encontrara, recorriendo las zonas de conflicto durante ocho meses –cuatro en Chiapas y cuatro en Oaxaca-, a los grupos subversivos abundantes en aquellas regiones. De no aceptarlo, lo hubiesen secuestrado armando una tramoya como la que se estructuró durante el cautiverio de Diego Fernández de Cevallos –a quien falta explicar el episodio tortuoso-; y de haber sido bienvenido entre ellos, no hay versión por parte del ex candidato sobre lo que hablaron y resolvieron en la intrincada selva. ¿A qué atenernos?

Todavía hay más: durante su visita a Tabasco, en donde reiteró su “plan nacional” con la inclusión del Movimiento de Regeneración Nacional, su MORENA, expresó que “la ley contempla las acciones que podrían tomarse en caso de que la sala superior del Tribunal Electoral considerara válidos los alegatos para invalidar la elección de 2012”. Se refería, por supuesto, a la posibilidad de que el Congreso designase a un presidente interino para ejercer la titularidad del Ejecutivo.

El sexenio de la violencia tuvo un inicio turbulento y final caótico. Y por desgracia la tendencia no ha podido cambiarse. ¿Ésta es la perspectiva que avizoró Manlio Fabio Beltrones para no participar de lleno en la campaña de su correligionario peña nieto ni aceptar la invitación a fungir como secretario de Gobernación? Los acentos van cayendo sobre las íes pese a su liderazgo sobre la bancada priísta en la Cámara baja.

Lo que no expresó Andrés fue lo contrario: si el TRIFE hubiese invalidado aquellos comicios, ¿cuál hubiera sido su proceder?¿Fundar un nuevo partido como lo ha hecho ya? Porque resulta que en este punto las decisiones de esta institución son inatacables. Y no hay recurso ni instancia que pueda seguirse a partir de ello. ¿Se habría ido a casa, a su edén tabasqueño, de una vez, para darle oportunidad a quienes vienen detrás de él y ya reclaman el liderazgo de las izquierdas? Francamente, lo dudo mucho.

Mirador

Los números suelen no cuadrarles a los demagogos, ni a los del PAN ni a los del PRI ni a los del PRD. Son una especie que abunda entre nuestra fauna política, cada vez más devastadora y sin que parezcan estar en peligro de extinción como sería deseable; al contrario, se reproducen con enorme rapidez y amenazan con corroer hasta los cimientos del propio sistema para colocarnos, en definitiva, dentro de los “estados fallidos”.

Por ejemplo, insisten los voceros de las izquierdas, sobre todo Ricardo Monreal y el propio Andrés Manuel –a quien no llamo siquiera “peje” por respetar a los quince millones de seguidores que le siguen a tientas-, en que las encuestas, lo mismo en 2006 y en 2012, inhibieron a los presuntos sufragantes al señalar distancias de hasta veinte puntos entre el primero y el segundo de la carrera sucesoria; subraya que “casi” todas estuvieron financiadas por el PRI, no se diga las de Televisa y Milenio –en ese orden citadas-, que indicaron ventajas entre 15 y 20 puntos a favor de peña hace dos años. Y enseguida apunta: “sólo dos o tres acertaron al establecer sólo una ventaja entre seis o siete puntos”.

Si, de acuerdo al criterio imperante en las izquierdas, se “compraron cinco millones de votos” entonces, esto hubiera reducido el global a favor de peña de diecinueve a catorce millones. Y, con ello, claro, López Obrador sería el vencedor. Pero, entonces, ¿cómo acertaron las encuestas que mantuvieron sus momios en seis y siete puntos de diferencia? De darse la cooptación inmoral, Andrés Manuel habría triunfado por más de dos puntos porcentuales lo que tiraría por la borda la supuesta autenticidad de los sondeos que el propio PRD reconoce como acertados. El galimatías es tremendo.

Este columnista tiene la conciencia tranquila: desde hace más de una década señala la urgencia de regular las encuestas para no convertirlas en armas propagandística. Lástima que, a través de todo este tiempo, ni un solo legislador, mucho menos perredista, se preocupó por ponerles un candado; más bien airean vendettas y aprovechan los escenarios… para exaltar la tradición del fraude. Esta es la verdad pura que no se atreven a revelar.

Y otro tanto sucede con las célebres redes sociales que, al final de cuentas, no tuvieron, en 2012, tanta influencia como supusimos, pero que al desarrollarse, en el futuro inmediato, podrían inducir a los votantes y manipularlos a sus anchas como, por desgracia, pudo suceder con los jóvenes vigorosos del “#Yo soy 132”, quienes todavía no saben cómo recuperar su capital político: quienes sacaron dividendos fueron los publicistas de la Universidad Iberoamericana.

Por las Alcobas

Quien dice defender a los más necesitados, López Obrador, incurrió en dos pecados de franca discriminación hasta ahora:

1.- Como jefe de gobierno del Distrito Federal, insistió en que los núcleos depauperados proveían de manos a los delincuentes. Esto es como si los pobres per se fueran delincuentes en potencia. (En realidad, tal desgracia tiene peso específico en una sociedad en penoso estado de indefensión).

2.- Insistir en que los cinco millones de votos comprados se dieron entre los pobres… como si tal número de mexicanos fuera propenso a la corrupción, sobre todo aquellos que más lejos están de los jugosos salarios oficiales.

¿Defiende o fustiga a los pobres?

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