Guillermo Robles Ramírez

Una pequeña probadita

Por Guillermo Robles Ramírez

            Hay quienes me consideran saltillense, aunque siempre que me lo dicen les corrijo que soy de Torreón, y posiblemente piensan que soy de Saltillo, por mi permanencia en esta bella ciudad que no solamente me ha dado trabajo sino también una familia.

            A lo que viene la primera pregunta, por qué me gusta Saltillo, o si es bonito para vivir son de las dos preguntas más frecuentes que me hacen. Y la verdad de las cosas en un principio estaba renuente ya que mi vida de estudiante tanto de primaria, secundaria y carrera lo hice en la ciudad de Torreón, motivo suficiente y lógico en que mis amistades pertenecen a la Comarca Lagunera.

            Sin embargo, dándome la oportunidad de probarme en la capital de Coahuila, las cosas cambiaron y al día de hoy me sobran justificaciones no solo para quedarme sino el decir el por qué me gusta Saltillo.

            Muy independientemente con respecto a una fuente de trabajo y la formación de una hermosa familia puedo afirmar que Saltillo lo considero como el eterno romanticismo por sus múltiples atractivos; resaltando a simple vista sus bellos edificios que se conservan todavía de estilo colonial guardando la historia que se platica con el simple hecho de admirarlos.

            Estas construcciones conservando sus muros y fachadas originales siendo de las más antiguas la Iglesia de San Esteban, Instituto Coahuilense de Cultura, la Escuela de Ciencias Sociales de la UAdeC, el Casino de Saltillo, la Catedral de Santiago Apóstol, el templo de San Juan Nepomuceno, el Palacio de Gobierno también conocido como el “Palacio Rosa”, el Templo de San Francisco, la Casa de Benito Juárez y el edificio del Ateneo Fuente, entre otros que valen la pena destacar.

            En este último inaugurado en el año 1933 por el entonces gobernador Don Nazario S. Ortiz Garza, tiene como dato para recordar un acto en el cual no dejaba de llover, pero eso no impidió la admiración de observar la majestuosa obra.

            Saltillo conocido también como “la Atenas de México”, a finales del siglo pasado por su cantidad de grandes ilustres pensadores y en reconocimiento a la calidad de sus instituciones educativas.

            En el alma del Ateneo Fuente, se encuentran los recuerdos de los cientos maestros y miles de alumnos que hace muchos años quedaron atrapados en sus paredes, pasillos y jardines.

            Y qué decir de la gran variedad de sus museos, que por su cantidad compite con la frase nacional e internacionalmente con, “La Atenas de México”, para convertir a la capital coahuilense como la ciudad con más museos en el país.

            Solo por mencionar algunos de la gran lista está el Museo de los Presidentes Coahuilenses, Museo de la Revolución Mexicana, Museo del Sarape y Trajes Mexicanos, Museo de Artes Gráficas, Museo del Palacio, Museo de Paleontología de la Benemérita Escuela Normal de Coahuila, Museo Normalísimo y otros más pero vale la pena resaltar el Museo del Desierto con especies vivientes de la naturaleza propia del desierto, como de animales cuya extinción solo queda dentro de la historia paleontológica con sus dinosaurios.

            Pero también su reconocido Museo de Las Aves, que cuenta con el mayor número de aves conocida en una sola área en todo México.

            Cómo no enamorarme de Saltillo, con su agradable clima, pese a que ha quedado en el recuerdo aquellos años en donde todos los días caía una leve llovizna, así como sus noches frescas.

            Tampoco podemos olvidar sus parques con árboles frondosos, así como sus nuevas áreas considerados como nuevo pulmón de Saltillo allá en el Parque Maravilla. Y qué se puede decir de su Alameda calificada como la más hermosa en todo Coahuila siendo estas áreas verdes una clara invitación al descanso y al enamoramiento. Esto es solo una pequeña probadita del por qué Saltillo es una bonita ciudad para vivir. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org

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