Un trompo a la uña

Por Guillermo Robles Ramírez

El 99 por ciento de las ciudades de México carecen de la ya no suficiente, sino de la más mínima infraestructura pluvial, lo que ocasiona que la inundación de las calles de sus principales sectores se inunde, en especial de las zonas más marginadas, muchas de las que tan ni siquiera cuentan con la pavimentación de sus calles y, como si fuera poco, menos con redes para abastecimiento de agua potable y sistemas de drenaje de aguas negras.

Esto no es nada desconocido, como igual el que nuestros gobernantes, desde Presidentes Municipales, Gobernadores y Presidentes de la República, cierran los ojos para no reconocer la necesidad de ese tipo de obras.

Es conocido y sabido que las cabezas de los diferentes niveles de gobierno de México, rehúyen la ejecución de obras bajo tierra, porque lo enterrado “no luce”, al menos para que la población les reconozca y aplauda a sus mandas, por lo que no recurren a esas inversiones.

Un claro ejemplo, al menos en Coahuila, lo es Torreón, Coahuila, donde los múltiples alcaldes que ha tenido desde su fundación que está por cumplir en este próximo mes de septiembre 115 años, han sido pocos los que le han entrado a dar una parte de solución a ese problema.

Lo poco que se ha hecho ha consistido en meter drenaje pluvial en sectores limitados y preferentemente en el centro de Torreón, obras que para los últimos años no solo han sido insuficientes, sino en este momento inutilizable por la falta de mantenimiento y conservación.

Los políticos califican esas obras como “invisibles”, ya que solo se ven durante su construcción y una vez cubiertas las zanjas, nadie vuelve a saber de éstas.

Torreón, Coahuila, no es el único que padece de esa ausencia de obras, sino este recurrente “castigo” que propina el Dios Tláloc con sus lluvias fuertes es también en los Municipios de Torreón, Monclova, Piedras Negras, Ciudad Acuña y Sabinas, entre otros, siendo estos los que recienten más las consecuencias de precipitaciones de mediana hacia arriba intensidad.

Esta ceguera a la ejecución de infraestructura hidráulica no es nueva, inició y a la fecha sigue desde la fundación de las cabeceras municipales coahuilenses.

El problema de las inundaciones solo es recordado cada vez que se acerca la temporada de lluvias y huracanes; hasta entonces es cuando los coahuilenses nos enteramos por los medios de comunicación las diferentes colonias que se aprecian bajo el agua.

Y los pobladores por una u otra razón cada año aseguran que ha llovido “como nunca” e igual se ha marcado y acentuado el aniego de múltiples asentamientos humanos, lo mismo en nuevos que en viejos fraccionamientos o colonias de diferentes niveles.

La Perla de La Laguna, viene pagando muy caro el que su fundación y desarrollo se haya desarrollado en una planicie, lo que provoca que el 90 por ciento de sus sectores habitados, sufran de inundaciones. El 10 restante es la población que en viejo Torreón se instalaron y construyeron sus casas en los cerros, así los llaman los torreonenses, De la Cruz y el de Las Noas, conocido igual como el cerro del Cristo de las Noas, que se extiende hasta donde se encuentra la cementera.

Los torreonenses esperan que su nuevo alcalde, se pueda echar “un trompo a la uña”, durante la nueva Administración Municipal, para que hagan realidad uno de los tantos sueños de pobladores de Torreón y por el momento, renace una vez más el optimismo de los laguneros residentes en La Perla de Laguna que han esperado decenas de años para ser testigos de la solución de uno de sus eternos y antiguos pesares: Las inundaciones y los daños que causan éstas. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México).  www.intersip.org

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